La información, proveniente de actividades previas de exploración hidrocarburífera, promete agilizar el modelado geológico para Corcovo. La iniciativa cubre 20.000 hectáreas en el margen noreste de la cuenca neuquina.
Gracias a la colaboración indirecta del sector de oil & gas, Blue Sky Uranium Corp. incorporó un volumen clave de información histórica para avanzar con su proyecto de uranio Corcovo, en el Distrito Minero Malargüe Occidental, en Mendoza.
El nuevo paquete de datos —proveniente de actividades previas de exploración hidrocarburífera— promete acelerar el modelado geológico y abrir nuevas oportunidades para identificar mineralización de uranio por recuperación in situ (ISR).
Corcovo combina factores geológicos y logísticos que hacen viable una exploración eficiente.
El aporte incluye 449 registros completos de pozos históricos de petróleo y gas, con profundidades de entre 500 y 750 metros, todos ubicados dentro del área concesionada.
Además de los perfiles geofísicos clásicos —rayos gamma, potencial espontáneo (SP), entre otros— los datos fueron entregados en formato LAS, el estándar de la industria de O&G, lo que facilita su procesamiento e interpretación. También se sumaron 34 líneas sísmicas 2D que cubren la totalidad del proyecto.
“Este nuevo paquete de datos representa un hito importante para el Proyecto Corcovo. Blue Sky cuenta ahora con una enorme cantidad de información de más de 500 perforaciones que nos permitirá mejorar rápidamente nuestro modelo geológico, aumentar la confianza en los horizontes uraníferos interpretados y, potencialmente, acelerar la futura búsqueda de mineralización de uranio de tipo ISR”, afirmó Nikolaos Cacos, presidente y CEO de la compañía.
El proyecto Corcovo cubre 20.000 hectáreas en el margen noreste de la Cuenca Neuquina, una región tradicionalmente enfocada en petróleo y gas, pero que desde hace años figura en los estudios de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) como un área con potencial para depósitos uraníferos de tipo ISR, según el informe “Uranio 2024: Recursos, Producción y Demanda” del OIEA y la Agencia de Energía Nuclear.
Con acceso vial, terreno plano y condiciones operativas favorables todo el año, Corcovo combina factores geológicos y logísticos que hacen viable una exploración eficiente. La opción del proyecto fue adquirida por Blue Sky en 2024, como parte de su estrategia de diversificación en la búsqueda de uranio en el país.
Cuatro horizontes, 30 pozos y condiciones a favor
Antes de este nuevo paquete, la empresa ya había trabajado con datos de 89 pozos históricos, donde se detectaron anomalías radiométricas en cuatro horizontes apilados y se delineó una posible morfología de frente de balanceo a lo largo de 7 kilómetros.
Ese estudio identificó 30 pozos con señales claras de uranio, alojados en formaciones arenosas depositadas en antiguos sistemas fluviales.
La geología local suma puntos: buena porosidad y permeabilidad, condiciones ideales para pensar en una futura operación mediante técnicas ISR, que permiten disolver el uranio directamente en el subsuelo, evitando movimientos masivos de tierra.

El sector noroeste del bloque Corcovo aparece como el más prometedor, aunque la empresa aclara que las conclusiones todavía son preliminares.
Además de los nuevos registros ya integrados, Blue Sky identificó más de 200 perforaciones adicionales, con distancias entre 330 y 400 metros, así como un estudio sísmico 3D–2D que todavía deben procesar.
La idea es utilizar esta base para refinar la interpretación estructural y comprender mejor el comportamiento de los cuerpos con contenido de uranio.
En paralelo, la empresa apunta a recuperar muestras de agua de pozos petroleros activos —que trabajan con sistemas de recuperación secundaria— y también busca obtener recortes de perforaciones viejas, para validar los perfiles gamma con análisis geoquímicos actuales. Todo forma parte de un plan de exploración intensiva y optimizada con bajo impacto.
El uranio vuelve a escena
El renovado interés por el uranio en la Argentina viene de la mano del nuevo Plan Nuclear lanzado por el Gobierno nacional, que apunta a fortalecer la producción local de combustible para las centrales en operación, y en una segunda etapa, posicionar al país como potencial exportador.
Actualmente, 17 proyectos uraníferos están activos, de los cuales 14 se ubican en la Patagonia y 8 en Chubut, una provincia con gran potencial geológico pero donde rigen fuertes restricciones legales a la actividad minera.
En ese escenario, Mendoza gana protagonismo como una plaza clave para este tipo de desarrollos, especialmente con metodologías como el ISR que reducen el impacto superficial.