El inicio del llenado de los primeros 573 kilómetros del ducto es un nuevo paso hacia el pleno desarrollo de las potencialidades que ofrece la formación. Radiografía de una abundancia extrema que ya da buenos resultados y sigue generando enormes expectativas.

Por Ignacio Ortiz

La habilitación del primer tramo del Gasoducto Néstor Kirchner que se inicia este martes 20 de junio, luego de 10 meses de trabajo en la obra de infraestructura más importante para el transporte de gas de Vaca Muerta, abre una nueva fase en la explotación de los pozos de la formación, potenciando un aumento sostenido de los volúmenes de producción que, ya ante la inminencia del fin de obra, empezaron a multiplicarse.

¿Pero de qué se habla cuando se habla del enorme potencial que ofrece el shale de este sector del país?

Vaca Muerta ya es un concepto ampliamente difundido que hace referencia a una formación geológica hidrocarburífera, pero a la vez a una oportunidad de desarrollo que la Argentina encuentra a través de la extrema abundancia de sus recursos. A pesar de haberse puesto de moda en la última década, hay muchos datos que explican más en detalle y permiten comprender la importancia que tiene este reservorio de gas y petróleo, denominados shale gas y shale oil.

La primera explicación que dan los expertos de la industria es que Vaca Muerta no es un yacimiento, es una formación sedimentaria depositada en un mar de edad jurásica, en la Cuenca Neuquina. Se extiende fundamentalmente por debajo de la provincia de Neuquén, pero también alcanza a Río Negro, La Pampa y Mendoza, ya que tiene una extensión de 30.000 kilómetros cuadrados, de la cual apenas el 10 por ciento está en exploración o explotación.

Se trata de uno de los tantos reservorios no convencionales identificados en la Argentina y en el mundo que consisten en reservas de gas natural y petróleo atrapadas en arenas y arcillas compactas, es decir, contenidos en los poros de la roca madre. Pero a diferencia de muchas de esas formaciones similares, aquí ya está largamente comprobada la viabilidad comercial, es decir que el costo de producción se justifica por las ganancias que ofrece.

Vaca Muerta tiene una extensión de 30.000 kilómetros cuadrados, de la cual apenas el 10 por ciento está en exploración o explotación.

El término “no convencional” se debe al método de extracción. Y su primera característica es la perforación de los pozos hasta una profundidad aproximada a los 3.000 metros, hasta donde se encuentra la roca Vaca Muerta, y a partir de los cuales se continúan en ramas laterales que las empresas operadoras ya superan largamente los 2.500 metros de extensión y exploran más allá de los 3.000 metros.

Como tanto el gas y el petróleo están atrapados en un soporte menos poroso y permeable que lo habitual, es necesario fracturar la roca y estimularla para lograr la surgencia del recurso, para lo cual una vez perforado el pozo se procede a inyectar una solución compuesta por un 95% de agua, un 4,5% de arena y un 0,5% de aditivos químicos a alta presión agua.

La técnica del fracking, si bien debe adaptarse a cada formación geológica, fue desarrollada décadas atrás en las cuencas no convencionales de los Estados Unidos, lo que generó la tecnología y el aprendizaje que pudieron ser aprovechados por estas latitudes. Esas pequeñas rajaduras se extienden como las ramas de un árbol para liberar el hidrocarburo allí atrapado por millones de años.

Vaca Muerta
Para 2028 la producción de crudo en Vaca Muerta podría llegar al millón de barriles diarios.

Los recursos de Vaca Muerta posicionan a la Argentina en el segundo lugar en gas natural y en el cuarto en petróleo en reservorios no convencionales a nivel mundial. En el caso del shale gas, se estima que la formación neuquina tiene recursos recuperables que equivalen a dos siglos de consumo interno, en tanto se estiman recursos por unos 16 mil millones de barriles de shale oil, equivalentes a aproximadamente un siglo de abastecimiento interno.

El potencial que supone el desarrollo del no convencional neuquino ya permite saldos exportables fundamentalmente de petróleo, por lo que el desarrollo masivo augura una balanza energética largamente favorable, estimada para 2030 en unos 20.000 millones de dólares. Pero el aprovechamiento de los recursos hidrocarburíferos que posee el país tiene una ventana de oportunidad de algunas décadas, hasta tanto las energías alternativas disminuyan sensiblemente la incidencia de los hidrocarburos en la matriz energética mundial.

El valor de Vaca Muerta es mundialmente indiscutido, y eso es lo que permite que más de 30 grandes petroleras operen en su territorio, incluyendo megacorporaciones como Chevron, Exxon, Shell, Petronas, Total, Equinor o Wintershall, que en conjunto realizaron nos 2.000 pozos y llevan invertidos unos 25.000 millones de dólares, de acuerdo a estimaciones oficiales. Pero el trabajo que aún resta por hacer requerirá de mucho más dinero por montos que se aseguran no deberían ser menores a los 10.000 millones al año.

Esta formación no convencional no sólo es un buen futuro, sino que representa un interesante presente ya que la producción de petróleo hoy significa el 46% del total producido en el país, mientras que el gas supera el 40% del total nacional.

Es tal la velocidad del crecimiento de su producción -un alza del 39% en crudo y del 23% en gas interanual a mayo- que la capacidad de transporte de oleoductos y gasoductos quedó en los últimos dos años saturada, generando los famosos cuellos de botella que le pusieron un techo a los proyectos. Es por ello que la actual etapa de construcción de nueva infraestructura genera la expectativa por un cercano autoabestecimiento casi pleno pero, sobre todo, grande saldos exportables que aportarán con sus divisas a estabilizar la macroeconomía del país y contribuirá a la competitividad de todos los sectores productivos.

Comentarios

Por si acaso, tu email no se mostrará ;)