La estación de combustible renovable está en la Universidad de San Pablo y abastecerá a tres buses urbanos y uno interurbano. El proyecto podría convertirse en un modelo para ciudades de América Latina.

La Universidad de São Paulo (USP) está dando un paso trascendental hacia una movilidad más limpia con la inauguración inminente de su primera estación de abastecimiento para colectivos a hidrógeno renovable, producido a partir de etanol.

La estación, desarrollada por el Centro de Investigación para Innovación en Gases de Efecto Invernadero (RCGI) en alianza con FAPESP y Shell, tendrá la capacidad de generar 4,5 kg de hidrógeno por hora.

Este suministro permitirá operar tres autobuses urbanos y un autobús interurbano, ofreciendo suficiente autonomía para cubrir el trayecto de ida y vuelta entre el campus de São Paulo y Piracicaba, una ciudad en el interior del estado.

El proyecto permitirá a los investigadores analizar el desempeño de los autobuses en escenarios reales, un paso esencial para avanzar hacia la producción masiva de vehículos sostenibles.

El impacto ambiental potencial de esta iniciativa es significativo. Según Julio Meneghini, director del RCGI, reemplazar los 18 autobuses diésel que actualmente circulan por el campus de la universidad con vehículos impulsados por hidrógeno podría reducir las emisiones de CO2 en cerca de 3.000 toneladas anuales.

Además, este proyecto permitirá a los investigadores analizar el desempeño de los autobuses en escenarios reales, un paso esencial para avanzar hacia la producción masiva de vehículos sostenibles.

“Es fundamental contar con datos reales de consumo y emisiones para el desarrollo de una cadena de suministro de hidrógeno aplicable a gran escala en el transporte urbano,” destacó Meneghini.

Producción de hidrógeno a partir de la tecnología

La planta de la Universidad de São Paulo utiliza una innovadora tecnología de conversión desarrollada por la startup Hytron, que transforma etanol en hidrógeno mediante un proceso de reformado a alta temperatura.

Este método consiste en calentar etanol y agua a 750°C en un reactor especializado, lo que descompone las moléculas y libera hidrógeno junto con monóxido de carbono de origen biogénico.

biocombustibles
La estación de abastecimiento para los colectivos a hidrógeno está en el campuys de la Universidad de Sao Pablo y produce el combustible limpio a partir de etanol.

El sistema requiere 7 litros de etanol para producir 1 kg de hidrógeno y consume 2,5 kWh de energía eléctrica para garantizar la presión y el flujo necesarios.

A pesar de estos requerimientos, el costo de producción es competitivo y viable, posicionando al hidrógeno como una alternativa sostenible y eficiente para la movilidad.

Un aspecto clave de la planta es su sistema de purificación, que separa el hidrógeno de otros gases, logrando una pureza del 99.999%.

Este nivel es esencial para alimentar tanto los autobuses como un vehículo Toyota Mirai donado al proyecto. Este auto, considerado el primero de hidrógeno comercializado a gran escala, puede recorrer hasta 600 kilómetros con un tanque lleno de 5 kg de hidrógeno.

El hidrógeno purificado se almacena a una presión de 400 atmósferas, lo que asegura su disponibilidad para su uso en transporte público.

Este sistema de almacenamiento no solo garantiza un suministro constante, sino que también optimiza la operatividad de la estación, minimizando las pérdidas energéticas y maximizando el tiempo de uso.

Desafíos en la producción de hidrógeno

Uno de los principales desafíos para los investigadores de la planta de hidrógeno de la USP es garantizar su funcionamiento eficiente.

Según explicó Meneghini, “la estación necesita operar entre el 50% y el 100% de su capacidad. Apagarla o reducir su producción afecta considerablemente la eficiencia. Si no logramos utilizar todo el hidrógeno producido, será necesario quemarlo en flairing (venteo), lo que, aunque no genera CO₂, plantea un desafío en términos de sostenibilidad operativa.”

Actualmente, los estudios se centran en determinar con precisión las emisiones de CO₂ asociadas a la producción de 1 kg de hidrógeno, así como en optimizar el consumo de combustible y energía de la planta.

Superar estos retos es clave para que la USP convierta esta instalación piloto en un modelo replicable en otros entornos urbanos.

Este modelo no solo puede inspirar a otras universidades y ciudades de América Latina, sino que también posiciona al país como un referente global en la lucha contra la crisis climática.

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