La liberación de los vlores en diciembre acortó la brecha con el mercado internacional hasta enero, pero la caída en la demanda ahora agrandó la diferencia. Este fin de semana, el litro de nafta subió más de un 7%.
Desde la asunción del nuevo Gobierno y a partir del aumento del combustible se puso en marcha una recomposición de los ingresos de las petroleras, que tenían los valores congelados desde agosto del año pasado. La idea era igualar el precio interno del barril de petróleo con el de paridad de exportación, basado en los valores del Brent que marca la tendencia a nivel internacional.
El acuerdo entre el por entonces ministro de Economía, Sergio Massa, y las refinerías hizo pasar el crudo de 61 dólares a 56 hasta noviembre de 2022 (el Brent estaba a 81), lo que repercutió en la rentabilidad de las compañías que, a cambio, obtuvieron beneficios de exportación. Con la llegada de la gestión libertaria, no se renovó el convenio de segmentación y empezaron los incrementos en surtidores.
En enero, la brecha entre el precio interno y el de paridad de exportación llegó a ser de 4,4 dólares.
Desde la salida del congelamiento de precios, los valores de los combustibles subieron cerca de un 140% y, en diciembre el barril interno volvió a los 61 dólares, el Brent bajó a 76, la paridad de exportación quedó en 68, y la brecha se acotó a 7 dólares.
Cuando se habla de “paridad de exportación”, no se trata de un valor fijo. La cifra correcta surge del cálculo que toma el valor del mes para el petróleo del Mar del Norte (Brent), se sustraen los derechos de exportación, que son del 8%, y los descuentos de calidad que realizan las empresas compradoras, que rondan los 2 dólares por barril.
En ese marco y de la mano de las fuertes subas aplicadas en diciembre y enero, la brecha para el primer mes del año entre el precio interno y el de paridad de exportación, llegó a ser de 4,4 dólares, ubicándose respectivamente en 66 y 69,8. Sin embargo, comenzaron a aparecer obstáculos en la escalada.
En primera instancia se actualizaron los impuestos a los combustibles (ICL y CO2) después de 30 meses paralizados, lo que se trasladó a las bocas de expendio. Misma situación se registró a partir de los incrementos en los biocombustibles de corte obligatorio.
Estos ajustes, alzaron los precios de los surtidores sin modificar los márgenes de rentabilidad de las compañías y la brecha se mantuvo estática. A su vez, el cúmulo de subas en un lapso de tiempo tan acotado, derivaron en una merma del consumo que dio las primeras señales en enero y se profundizó en el mes pasado.
Así, el barril interno de febrero se mantuvo en 66 dólares, pero el aumento del Brent llevó la paridad de exportación a 73 y la brecha volvió a ser de 7 dólares. Desde las refinadoras esperan un cambio en el actual sistema de permisos de exportación de petróleo, que hoy limita los envíos y multiplica sus costos, ya que se dan por un plazo máximo de 30 días.
El plan de Nación es que estos permisos sean reemplazados por un sistema de autorizaciones automáticas con fines estadísticos, para que las empresas puedan pautar contratos de exportación más largos a un mes, y además conseguir fletes más económicos por esa previsibilidad.
Otro aumento del combustible
Durante la medianoche del sábado, el precio de los combustibles líquidos en todas las estaciones de servicio del país aumentó un 7,5 %. Se trata del segundo impacto de la actualización impositiva dispuesta por el Gobierno que entró en vigencia este mes.
La actualización fiscal, que se completará en abril y mayo según indica el esquema de segmentación impuesto por el oficialismo. Si bien el ajuste por el ICL es de 4%, el resto del incremento corresponde al alza de los biocombustibles, la variación del tipo de cambio y el precio del crudo internacional.
De esta manera, los precios de referencia que se toman por el valor del litro de combustibles en las estaciones de YPF en la ciudad de Buenos Aires desde hoy son 800 pesos para la nafta súper, 987 para la nafta premium, 914 para el diesel ultra y 1073 para el diesel premium.