Los descubrimientos de grandes yacimientos de cobre bajaron en todo el globo, pero en el país existen al menos 8 mega proyectos sin desarrollar. Una desventaja histórica podría convertirse en una oportunidad.

Las grandes empresas mineras del mundo están buscando desde hace más de una década grandes yacimientos de cobre, con leyes altas y un contexto propicio para la explotación. Con una demanda que crece y seguirá creciendo en los próximos años, el metal rojo es el gran objetivo en la carrera por los minerales críticos para la transición energética.

Aunque el litio se haya ganado un lugar estrella en la discusión en los últimos años, sigue siendo uno de los elementos más abundantes en la corteza terrestre y hasta en los océanos, por lo que nuevos proyectos surgen constantemente.

En cambio, un buen yacimiento de cobre requiere de una lotería geológica más compleja. Una que Argentina probablemente ganó, pero nunca aprovechó.

El errático desarrollo minero del país, que tuvo años en los que avanzó, pero mucho otros en los que retrocedió, dejaron muy atrasada la industria. A la ecuación se suma que se enfrenta a la competencia de dos pesos pesados en el aprovechamiento de su geología: Perú y Chile.

Este último es el primer productor de cobre del mundo, ya que de sus yacimientos sale el 28% de todo el metal que se comercializa internacionalmente. Este puesto lo ocupó lo ocupó por primera vez en el siglo XIX, luego su producción cayó y finalmente remontó a tal punto que durante la Segunda Guerra Mundial se calcula que el 18% del metal utilizado salió de minas chilenas.

En la actualidad, la mayor compañía productora de cobre en el mundo es Codelco, la minera estatal.

Los minerales no saben de límites políticos” es una frase que geólogos repiten constantemente al hablar del potencial de cobre que tiene el país. Así dan a entender que como de un lado de las fronteras existe cobre, tiene que existir del otro.

La historia minera del país vecino explica su éxito, ya que, durante los últimos 200 años, gobiernos de todos los colores políticos se apoyaron en esta industria. A tal punto, que la creación de la empresa estatal fue impulsada por Salvador Allende y luego sostenida por la dictadura de Augusto Pinochet.

Cobre, Secretaría de Energía, CAEM
El desarrollo del cobre sería el segmento prioritario en el esquema minero argentino.

Pero otro factor fue clave: la Cordillera de los Andes es un área privilegiada por la naturaleza en cuanto a reservas cupríferas. Este es mismo cordón montañoso que comparte con Argentina, aunque, en comparación, el país nunca despegó en este rubro.

“Los minerales no saben de límites políticos” es una frase que geólogos repiten constantemente al hablar del potencial de cobre que tiene el país. Así dan a entender que como de un lado de las fronteras existe cobre, tiene que existir del otro.

La exploración minera en Argentina ya dio pruebas de que es así: hay proyectos espejados entre los dos países a la altura de Salta, San Juan, Catamarca y Mendoza. Pero mientras Chile lleva siglos de explotación, en el país el desarrollo de este metal fue bajo y buena parte de la producción minera estuvo vinculada al oro.

En la actualidad, cuando todas las compañías están buscando asegurarse proyectos de clase mundial, ocho grandes yacimientos argentinos parecen ser la punta del iceberg cuprífero. Y a esto se suma otro dato clave: mientras el presupuesto de exploración creció en los últimos años, el descubrimiento de reservas no acompañó.

Las reservas mundiales parecen estar en baja cuando el precio del metal crece, aunque Argentina podría cambiar este escenario.

Argentina busca su gran mina de oro

En los ’90 hubo un boom de exploraciones mineras en la región que también tuvo su éxito en el país, con la diferencia de que no se trasladó por completo a la producción. A pesar de tener 8 proyectos de clase mundial, el país no produce ni exporta cobre desde que cerró La Alumbrera, hace cinco años.

De su cartera, solo uno de los yacimiento, Josemaría en San Juan, se encuentra en pre construcción, pero con varias dilaciones relacionadas a la incertidumbre económica.

El más viejo de estos sueños cupríferos es El Pachón. Fue identificado en 1964 por Minera Aguilar y, a pesar de que es el séptimo yacimiento más grande del mundo, no está cerca de iniciar. Glencore es la empresa que tiene su concesión y se encuentra haciendo una nueva factibilidad.

Caucharí Olaroz, Minería, Minera Exar
El litio creció con fuerza en Argentina, pero señalan que habría más reservas en todo el mundo.

Josemaría es otro ejemplo de esos años dorados. El proyecto más avanzado en este momento en todo el país surgió durante una de las múltiples campañas de exploración que se hicieron en el norte de San Juan. Hacia finales de los 90 y en el inicio de la crisis del 2001, el impulso inicial empezó a bajar y el foco se puso en otro objetivo cercano: la mina de oro Veladero.

Durante el inicio de los 2000, fueron los yacimientos del metal dorado los que florecieron, mientras los descubrimientos de cobre quedaron de alguna manera en stand by, debido a que los precios internacionales bajaron.

En la actualidad, el escenario se revirtió y los reclamos de la industria internacional son claros: el camino a las energías verdes se acelera y la producción de conductores no le sigue el ritmo.

Ante esto, Argentina se encuentra en una posición favorecedora. Al igual que sus vecinos Chile y Perú, la inversión en la búsqueda de cobre se desaceleró a principios de siglo, no encuentra grandes proyectos (aunque existen promesas como Taca Taca o Filo del Sol) y su situación económica sigue siendo difícil.

Incluso con la promesa de un gobierno más pro mercado como el de Javier Milei, ya que una de las primeras medidas fue imponer una suba de retenciones al sector.

Pero a pesar de estos problemas, su cartera sostiene una ventaja: tiene ocho grandes yacimientos, que de ponerse en movimiento para 2030 podrían producir casi 800.000 toneladas anuales (a la par de Australia y por encima de Rusia).

Y, un dato nada menor, siete de estos se encuentran hoy intactos, por lo tanto, no solo tienen la totalidad de sus reservas disponibles, es posible que puedan ampliar sus expectativas de vida útil varios años más. Es que, en general, las empresas dan por bueno el proyecto cuando encuentran minerales suficientes para justificar la inversión, pero siguen ampliando su vida útil con más exploración.

La fiebre del cobre mundial que no tiene buenos resultados

La electromovilidad pateó el tablero minero en los últimos diez años y fue intensificándose, hasta hacer que en 2022 los presupuestos mundiales para la exploración de cobre crecieran un 21%, según un informe de S&P Global Market Intelligence. Pero esto no se tradujo en grandes descubrimientos a nivel mundial. Desde la década de los 90, la aparición de nuevos jugadores cayó, también en nuestro país.

cobre
El alto potencial cuprífero de la Argentina se ubica en la zona de los Andes centrales.

Durante esos años se pusieron las bases de algunos gigantes latinoamericanos de la producción de cobre. Minera La Escondida empezó a explotar la mina chilena del mismo nombre en Atacama, frente a la provincia de Salta, la más grande del mundo, que hoy sigue ampliando sus reservas y calculan que tiene un siglo de producción.

En el país surgió La Alumbrera, que en 2018 fue la última en producir este metal en el país en Catamarca. En San Juan se sentaron las bases de Josemaría, Los Azules y se afianzó también el proyecto el Pachón, el más grande en reservas del país.

De ahí en más, los grandes descubrimientos se fueron extinguiendo y hoy en el mundo se habla de una posible crisis de la cadena de producción para la electromovilidad. Esto se debe a que, mientras esperan que la demanda crezca, sin nuevos yacimientos y teniendo en cuenta los costos y tiempos que tiene el cobre para empezar a producir, sin nuevos jugadores no habrá cobre suficiente.

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