Los emprendimientos anticipan una inversión combinada cercana a los US$ 20.000 millones. Prometen reubicar al país en el mapa mundial del metal con una capacidad productiva superior al millón de toneladas anuales.

Argentina se prepara para regresar con fuerza al podio del cobre. Y lo hará de la mano de seis emprendimientos de gran escala que concentran el grueso de la inversión planificada para los próximos años. Si todos avanzan según lo previsto, el país podría convertirse en uno de los diez mayores productores del mundo hacia fines de la década.

Los protagonistas de esta nueva era cuprífera son: Vicuña, que esta semana anunció una inversión multimillonaria; Los Azules, impulsado por McEwen en San Juan; Taca Taca, en Salta; El Pachón, también en territorio sanjuanino; MARA, que integra los activos de Agua Rica y Alumbrera en Catamarca; y el PSJ mendocino (San Jorge), que busca relanzarse con apoyo de la provincia.

Si bien existen al menos 17 proyectos más en cartera, sin fecha definida para su entrada en producción, los seis principales emprendimientos concentran la atención del sector y podrían modificar sustancialmente el rol de la Argentina en el mercado global del cobre.

En conjunto, estos desarrollos podrían aportar una capacidad productiva de 1.080.000 toneladas de cobre anuales para 2031.

Las cifras hablan por sí solas: se estima que estos seis proyectos movilizarán inversiones por casi US$ 20.000 millones, la mayoría orientadas a nuevos yacimientos («greenfield») y concentradas en el período 2028-2031.

Este boom proyectado llega en un contexto de demanda internacional creciente, sobre todo desde Asia y en particular China, impulsada por sectores como la electromovilidad, la construcción, la maquinaria pesada y la expansión de redes eléctricas inteligentes.

Entre 2000 y 2023, el consumo global de cobre refinado aumentó un 82%, y se espera que la demanda de minerales críticos para la transición energética se multiplique por seis hacia 2050.

En ese escenario, Argentina ya ocupa el octavo lugar mundial en inversión en exploración cuprífera, y si logra activar su cartera avanzada, podría consolidarse como un jugador clave en los próximos años.

Una industria que se reactiva tras años de retroceso

Pese al enorme potencial geológico, la producción local de cobre cayó a mínimos históricos tras el cierre de Bajo la Alumbrera en 2018, que durante más de dos décadas había sido el motor exportador de la minería nacional.

Desde entonces, la extracción de cobre quedó prácticamente relegada, salvo por la producción secundaria de Lindero (Salta) y la entrada en operación de Martín Bronce (Jujuy) en 2022.

vicuña
Vicuña, que esta semana anunció una inversión multimillonaria, es uno de los emprendimientos protagonistas de la nueva era cuprífera argentina.

En 2024, la producción total fue de apenas 14.500 toneladas, muy lejos del pico de 203.700 alcanzado en 2002.

La reactivación, sin embargo, parece en marcha. Según señaló un reciente informe la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM), “Bajo la Alumbrera estuvo en actividad durante 21 años y cesó producción en 2018. En 2022 comenzó a producir Martín Bronce, ubicada en Jujuy. Adicionalmente, Lindero cuenta con producción secundaria de cobre, aunque marginal”.

Al mismo tiempo, se destaca que los precios internacionales muestran una tendencia ascendente, tras ubicarse un 8% por encima del promedio del año anterior, consolidando un sendero de recuperación sostenido en los últimos cinco años.

El mapa minero global

Si bien existen al menos 17 proyectos más en cartera, sin fecha definida para su entrada en producción, los seis principales emprendimientos concentran la atención del sector y podrían modificar sustancialmente el rol de Argentina en el mercado global del cobre.

Estas iniciativas tienen como denominador común su escala, viabilidad técnica y grado de avance, lo que les permite perfilarse como catalizadores de una nueva etapa productiva en provincias como San Juan, Mendoza, Salta, Catamarca y Jujuy.

La CAEM señala que “otros proyectos avanzados en proceso de definir capacidad operativa podrían ingresar en consideración en el corto plazo”, lo que sugiere un pipeline con potencial de crecimiento adicional si se acompaña con condiciones regulatorias y fiscales apropiadas.

La reactivación del cobre también traería consigo un impacto económico de gran escala: aumento de exportaciones, atracción de inversiones directas, generación de empleo de calidad, desarrollo de infraestructura y derrame sobre proveedores regionales.

La oportunidad está. Queda por ver si se garantizan las condiciones, sobre todo de infraestructura, para que las grandes inversiones que requiere el sector y ya están planificadas, se hagan realidad en los plazos previstos.

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