Existen dos tipos de trabajo de perforistas mineros: uno es solitario y extremo, el otro es clave para el día a día. Ambos se realizan a miles de metros de altura y son cada vez más solicitados.
Para hacer minería es necesario contar con mano de obra cada vez más especializada, ya que cada tarea se hace con máquinas y tecnología aplicada. Uno de estos rubros que creció y que hoy tiene una demanda es el de los perforistas, que se ha convertido en uno de los oficios que no implican un título universitario mejor pagos dentro de la industria.
Dinamicarg dialogó con trabajadores, que contaron cómo es el día a día junto a las máquinas y plataformas, que tanto en proyectos en exploración como en explotación se dedican a abrir caminos.
Es que existen dos ramas principales dentro del mundo de la perforación: quienes hacen los sondeos para descubrir recursos y los que hacen los huecos donde cargarán los explosivos. Tienen en común que, utilizando la nueva tecnología, son los primeros en abrir los macizos de roca, ya sea en la cordillera, puna o cualquier otra zona minera.
En todos los casos son operadores que se formaron en cursos y capacitaciones, muchos son parte de comunidades cercanas a proyectos, que aprendieron trabajando junto a mentores. Aunque no son, en la mayoría de los casos, técnicos, ingenieros o geólogos, gracias a la alta demanda y que durante años hubo poca formación, se convirtieron en uno de los más buscados con el auge de la exploración.
Perforistas de exploración: los pioneros de la minería
El desarrollo normal de un proyecto plantea que, luego de que los equipos de geólogos hacen la prospección (primeras recorridas por un área), toman imágenes satelitales o incluso con otras tecnologías como la geomagnética, los perforistas comienzan a extraer muestras de profundidad.
Existen dos ramas principales dentro del mundo de la perforación: quienes hacen los sondeos para descubrir recursos y los que hacen los huecos donde cargarán los explosivos. Tienen en común que, utilizando la nueva tecnología, son los primeros en abrir los macizos de roca, ya sea en la cordillera, puna o cualquier otra zona minera.
Esta tarea se hace en lugares donde hay sospecha de un yacimiento con riquezas y consiste en hacer una perforación de entre en 200 a 1.500 metros de donde se van sacando testigos. Estos son un cilindro de roca que luego, en el laboratorio, determinarán si tiene minerales, en qué cantidad y asociados con qué.
Los perforistas, por lo tanto, suelen hacer esta actividad en grandes terrenos donde no hay nada alrededor a varios kilómetros, excepto las instalaciones del campamento. Se hace en equipos de 3 o 4 personas, a la intemperie, en algunos casos, a miles metros de altura sobre el nivel del mar.
Marcos Raguza es mendocino y hace 12 años que hace esta tarea. Aprendió luego de empezar como auxiliar de perforista y trabajar con un operador que le fue enseñando la metodología y las “mañas” de ese trabajo único. Hoy se desempeña en el yacimiento de cobre Filo del Sol, la exploración más alta del país, en San Juan.
Su tarea es la de extraer testigos, por lo que lo más importante es que salgan las muestras en las mejores condiciones posibles, que mantengan continuidad y cargar en cajas donde hay 10 o 15 metros. También debe controlar constantemente su perforadora y plataforma.
“El día empieza en la mañana, cuando con el equipo nos preparamos, desayunamos y nos llevan a la plataforma, donde con los ayudantes convivimos 12 horas juntos, trabajamos, comemos y solo tenemos comunicación por radio con los equipos del campamento y los mecánicos”, explicó.
Raguza y su equipo trabajarían, en cualquier otro proyecto, al aire libre, porque la perforadora no tiene una cabina. Pero como Filo del sol está a más de 5.400 msnm y las condiciones son muy difíciles, cada plataforma está cubierta por una estructura liviana, para protegerlos del frío, viento y a veces nieve.
Él es el perforista a cargo y por lo tanto su tarea es controlar los relojes, sistemas y además ir “escuchando” la maquinaria. Es que la tarea incluye muchas roturas: deben ir avanzando por roca maciza por cientos de metros bajo la superficie.
Cuando tienen algún desperfecto, hay un grupo de mecánicos que va entre las plataformas, a veces haciendo prevención, a veces llevando repuestos e interviniendo si hay daños.
El equipo se mantiene, los ayudantes de perforación, mientras asisten a Raguza, van aprendiendo el oficio, sumando horas de tareas y preparándose para ser los próximos. Durante el invierno suelen dejar de trabajar, porque las condiciones en los proyectos en exploración hacen imposible seguir subiendo a cordillera.
Los sueldos son buenos, unos de los mejores en el rubro minería, aunque esto se compone sobre todo porque les pagan por los metros avanzados en la quincena que están trabajando de corrido. Por eso, durante los meses que no trabajan, este valor cae bastante.
Raguza explicó que si bien es un trabajo que él disfruta, es muy difícil estar a miles de metros de altura, en soledad con el equipo, viajando 15 días a lugares inhóspitos y trabajando a merced de los elementos. Por eso, explicó, “no todo tiene que ver con la plata, es algo que te tiene que gustar hacer, vi gente que estuvo unas pocas subidas y decidió no volver más”.
Perforar en minas productivas, una tarea solitaria
Si bien los perforistas de exploración tienen una cuota de soledad, sobre todo porque están en grandes terrenos abiertos, cuentan con un equipo. En las minas en explotación existen también perforistas, pero la tarea es muy distinta y se hace, esta vez sí, solo de a una persona.
Diego Ochoa trabaja en Veladero y su tarea es hacer perforaciones, pero en el caso de él el material que se extrae no es valioso. En cambio, hacen huecos de unos 17 metros donde luego pondrán la carga de explosivos para hacer las voladuras con la que se extrae el material con oro.
Él, en lugar de una plataforma, trabaja con una perforadora distinta donde sí tiene una cabina, lo que lo protege un poco más de las condiciones climáticas de la mina. A algunos metros tiene en general compañeros en otras perforadoras donde se comunica por radio, pero el grueso de la tarea la realiza solo, controlando cómo avanza el hueco que ese día le tocó.
Solo en caso de los terrenos más difíciles, donde por ejemplo la barra puede trabarse y es necesario extraerla, cuenta con ayudantes. Su capacitación empezó dentro de la empresa, acompañando como ayudante a otro perforista y tuvo que hacer más de 1200 horas así para poder recibir el certificado de perforista.
Es de los entrenamientos más largos que hay dentro del sector minero, junto con quienes operan la pala, debido a la cantidad de protocolos de seguridad que deben cumplir. Una vez que terminan durante un día una de las perforaciones, la máquina se mueve y empiezan otra malla.