La tensión política y social es hoy evidente en el mundo, ya que los países se esfuerzan por lograr una nueva era de crecimiento económico, garantizar la seguridad energética y abordar el cambio climático.
Y en ese entorno, las tecnologías de inteligencia artificial anuncian un cambio social profundo, muchas de las cuales están transformando el panorama energético, incluido el transporte eléctrico, los electrodomésticos eléctricos, los equipos industriales calentados por electricidad y el rápido crecimiento de los centros de datos en todo el mundo.
La petrolera global Shell analizó el futuro del sector energético ante los numerosos cambios que se perfilan mediante el desarrollo de tres Escenarios de Seguridad Energética, que según la empresa no reflejan la estrategia ni su plan de negocio.
En esos escenarios, un capítulo especial lo dedica al futuro del Gas Natural Licuado, un recurso clave para los intereses de la Argentina como elemento de monetización de la riqueza gasífera de Vaca Muerta.
Mientras la sociedad se esfuerza por lograr una nueva era de crecimiento económico, garantizar la seguridad energética y abordar el cambio climático, la inteligencia artificial (IA) ha madurado hasta tal punto que está teniendo un amplio impacto en el mundo y en la vida humana.
Los escenarios de este informe destacan que la demanda de energía primaria en 2050 podría ser casi un cuarto más alta que en 2024, dependiendo de las tasas de crecimiento económico, las ganancias de eficiencia energética y el ritmo de electrificación.
Es probable que la demanda de petróleo crezca entre 3 y 5 millones de barriles por día hasta principios de la década de 2030, con un descenso largo pero lento después de eso, ya que los combustibles derivados del petróleo siguen siendo asequibles y convenientes en el transporte, en particular en el transporte por carretera de larga distancia, la aviación y el transporte marítimo.
Es probable que el uso de productos petroquímicos continúe hasta el siglo XXII.
En el escenario más alcista para el crecimiento de la demanda y el suministro de energía, se plantea un suministro de GNL que seguirá creciendo hasta alcanzar las 700 mtpa (millón de toneladas por año). La mayor parte del suministro adicional procedería de nuevos proyectos en Norteamérica, algunos de los cuales implicarán la producción de nuevos yacimientos y nuevas instalaciones de GNL.
La cuota de mercado del GNL en la demanda global de gas se situaría en torno al 25% en 2050, frente al 14% en 2024, según Shell.
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En este aspecto, la compañía angloholandesa prevé que la demanda mundial de gas natural licuado aumente al menos hasta 2030 en todos los escenarios que ha modelizado.
La mayoría de los analistas prevén que, para 2030, la demanda de GNL se verá impulsada por el creciente consumo en Europa para compensar la pérdida de suministro de gas por gasoducto ruso y garantizar un almacenamiento de gas suficiente para las temporadas de calefacción invernal.
Pero también se anticipa el peso que tendrá en el mercado energético global el aumento de la demanda en las economías asiáticas, para sustituir parte de la generación de electricidad con carbón y utilizar más gas en la producción industrial.
Es probable que la demanda de petróleo crezca entre 3 y 5 millones de barriles por día hasta principios de la década de 2030, con un descenso largo pero lento si los derivados del petróleo siguen siendo asequibles y convenientes, pero su uso se exgenderá hasta el siglo XXII con la petroquímica.
La oferta, por otro lado, también crecerá, especialmente después de 2027, gracias a los nuevos proyectos de expansión en el segundo mayor exportador de GNL del mundo, Qatar, y a los nuevos proyectos que se pondrán en marcha en el mayor exportador del mundo, Estados Unidos.
La demanda total de gas natural podría crecer hasta la década de 2040 y alcanzar alrededor de 4,5 billones de metros cúbicos (bcm) por año, de los cuales 700 millones de toneladas por año (o 952 bcm) son gas natural licuado (GNL).
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El gas natural es necesario para proporcionar calor industrial, combustible para la generación de energía y calor para edificios, y tiene un papel importante para ayudar al mundo a alejarse del carbón.
La inversión en petróleo y gas es actualmente de alrededor de $600 mil millones de dólares por año, que será necesaria durante las próximas décadas, ya que la tasa de agotamiento es de alrededor del 5% por año, lo que es considerablemente más alto que la disminución anual esperada en la demanda del 1-2%.
Sin embargo, solo los recursos más competitivos en términos de costo, riesgo e intensidad de carbono atraerán capital.
A la vez, la construcción del sistema energético está pasando de grandes proyectos a medida construidos en el campo a unidades modulares producidas en líneas de montaje. Esto acelerará la adopción de energía solar fotovoltaica, turbinas eólicas, baterías de red, bombas de calor, electrolizadores de hidrógeno, reactores nucleares modulares potencialmente pequeños y unidades de captura directa de CO2 en el aire en el futuro.
En un escenario alcista del crecimiento de la demanda energética, la cuota de mercado del GNL en la participación global de gas se situaría en torno al 25% en 2050, frente al 14% en 2024, según Shell.
Siguiendo las tendencias actuales, las nuevas tecnologías podrían reducir a la mitad la intensidad de carbono del sistema energético para 2050.
Las nuevas tecnologías ambientales en la industria del petróleo y gas
Los biocombustibles, la captura y almacenamiento de carbono (CCS) y la eliminación natural y artificial del carbono reducirán o compensarán las emisiones de combustibles fósiles. La energía renovable y nuclear en combinación con la electrificación descarbonizarán muchos servicios energéticos.
Los biocombustibles representan alrededor del 4% del mercado mundial de combustibles líquidos.
Los volúmenes podrían triplicarse para 2050, en particular si progresan las tecnologías de conversión avanzadas.
El hidrógeno con bajas emisiones de carbono también crecerá, pero solo en áreas que no pueden electrificarse. La CCS podría convertirse en una industria de miles de millones de toneladas por año para 2050.
El crecimiento a escala de la eliminación natural y artificial del carbono será crucial para lograr emisiones netas cero en la segunda mitad del siglo. En consecuencia, la gestión de la tierra, con un
enfoque en las reservas naturales de carbono y la biodiversidad, se volverá más que importante.