Los precios internacionales del gas, la caída de la demanda y el ritmo de la transición energética generan incertidumbre sobre las chances de éxito. Pese a opiniones divididas, hay una coincidencia: el tiempo apremia.
Un plenario de las comisiones de Energía y de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados buscará emitir en la tarde de este lunes el, dictamen sobre el proyecto de ley de GNL que promueve la producción del Gas Natural Licuado, con el objetivo de que la iniciativa se trate y apruebe en la sesión especial impulsada por el Gobierno para mañana.
Las comisiones que presiden los oficialistas Santiago Igon y Carlos Heller se reunirán desde las 15.30 en el edificio anexo, para completar el estudio del proyecto y proceder a firmar un dictamen de mayoría, promovido por el FDT, Interbloque Federal, Provincias Unidas, Ser y el Movimiento Popular Neuquino.
En tanto, la principal coalición opositora Juntos por el Cambio evaluaba presentar un dictamen de minoría con objeciones a esa iniciativa.
El marco regulatorio es clave para que avance el megaproyecto de licuefacción de gas natural en la Argentina que YPF tiene en alianza con la malaya Petrobras.
La inciativa comprende desde la producción de gas en un bloque de Vaca Muerta, su transporte por un gasoducto de 620 kilómetros desde el yacimiento hasta la terminal de procesamiento y su industrialización.
El proyecto de YPF y Petronás demandará una inversión de 10 mil millones de dólares en su primera etapa y apunta a introducir a la Argentina en el selecto grupo de países exportadores de gas natural licuado.
En la fase 1 de la industrialización, se prevé la instalación de dos barcos licuefactores y en la segunda fase, la construcción de una planta de licuefacción escalable con una capacidad de producción final de 25 millones de toneladas al año, lo que equivale a 465 barcos metaneros.
La inversión estimada es de 10.000 millones de dólares, en la primera etapa, lo que permitirá producir hasta 5 millones de toneladas/año de GNL, y se prevé que, dentro de 10 años, cuando el proyecto esté finalizado, se podrán producir y exportar más de 25 millones de toneladas/año de GNL.
El escenario global, un desafío luego de la Ley de GNL
Más allá de las negociaciones y el tratamiento parlamentario, la iniciativa enfrenta otros desafíos. Y son varios. Es que un menor precio y una demanda internacional incierta generan ruido en momentos en que se busca avanzar en el ingreso del país al selecto grupo de exportadores de GNL.
Los precios futuros muestran que el Henry Hub promediaría los 3,8 USD/MMBTU, mientras que el TTF estaría en torno a los 14,0 USD/MMBTU entre 2024 y 2026, con valores más cercanos a los 11 a 12 dólares al final de este período.
En ese sentido, la consultora Economía & Energía advirtió que “el elevado costo de financiamiento para inversiones intensivas en capital en Argentina implicará un mayor costo de licuefacción en relación con sus competidores en el mercado internacional de GNL. Así, la depresión de los precios internacionales del gas natural, en un contexto de sensible incremento de la capacidad de licuefacción a nivel mundial, probablemente determinarán la necesidad de instrumentar medidas adicionales de incentivo para la radicación de plantas de licuefacción en nuestro país”.
Es que, además del margen acotado a nivel precios que enfrentará el país con su elevado costo financiero y logístico, un problema adicional radica en la fuerte incorporación de capacidad instalada licuefactora que se está viendo en otros países que emergen como competidores para Argentina.
Los países con mayor capacidad de licuefacción son Estados Unidos (88,1 MTPA), Australia (87,6 MTPA) y Qatar (77,1 MTPA). En 2022, la capacidad instalada de licuefacción se incrementó un 4,6%.
A esto se suma que la posibilidad de que el mundo acelere su camino hacia la transición energética podría disminuir la demanda de gas licuado a partir del 2030, justo cuando el país podría empezar a poner en valor sus proyectos.
Así, la gran duda que surge es, considerando que un proyecto de este tipo a gran escala puede demorar unos siete años de construcción, es si el país no llegará tarde a la ventana de oportunidad de este combustible.
Según un informe de la consultora Economía & Energía, BP plantea tres escenarios energéticos para las próximas décadas, en los que la utilización de combustibles fósiles tendería a disminuir. En el escenario tendencial (New Momentum), las importaciones de GNL crecerían un 30% entre 2030 y 2050, pero se verían reducidas en un 40% en los escenarios Accelerated y Net Zero, que implican un giro más rápido hacia las renovables.
“La transición genera muchas incertidumbres para quienes tienen que decidir inversiones en expansión de infraestructura vinculada a hidrocarburos. Esto ocurre porque si se cumplen los objetivos de reducción de emisiones, la demanda debe comenzar a decaer rápido y muy pronto. Si eso ocurre, la amortización de las inversiones está en riesgo. Para Argentina hay una oportunidad, pero esa ventana se estrechará acorde se implementen las políticas climáticas. La Argentina puede aprovechar sus activos, pero difícilmente eso pueda hacerse en la magnitud del potencial existente”, indicó en diálogo con Forbes el consultor energético Carlos Villalonga.
Otros consultores más vinculados a la industria Oil & Gas, por el contrario, mantienen una mirada diferente y aseguran que existe una demanda garantizada por las próximas décadas. “No veo ninguna posibilidad de reemplazar la generación eléctrica que existe a base de carbón con renovables porque es energía firme, no intermitente como estas”, sostuvo Álvaro Ríos, ex ministro de Energía de Bolivia.
Incluso, el director de la consultora Gas Energy Latin America, dice que el riesgo para el GNL no pasa por el uso de las renovables sino por el escenario opuesto: que los países consumidores de carbón decidan no abandonar este insumo tan contaminante, pero económico.