El desarrollo de la Inteligencia Artificial trae un aumento exponencial en el consumo de energía que impacta en la infraestructura de redes y recursos. Cómo se enfrenta ese desafío que redefinirá el futuro energético.
La humanidad se encuentra ante una revolución multidimensional con la Inteligencia Artificial (IA), que abarca y transforma diversos aspectos de la sociedad. Pero no se trata de solo una revolución tecnológica, sino de un posible cambio de era que tiene profundas implicaciones económicas, sociales e incluso culturales.
Uno de los puntos que genera gran incertidumbre, entre tantos otros, es cómo podrán reaccionar los mercados ante la evidencia de que la demanda de energía a partir del desarrollo de la IA aumentará exponencialmente en los próximos años, generando un impacto significativo en las redes eléctricas globales, el consumo de agua y los minerales críticos.
Para 2027, el consumo de energía de los servicios de IA podría ser similar al consumo eléctrico total de un país como la Argentina.
El punto de debate que se escucha en distintos foros globales es si la Inteligencia Artificial va a permitir ser más eficientes a las economías y sus matrices energéticas o si el consumo eléctrico para desarrollar esa inteligencia artificial va a ser superior a la eficiencia que pueda tener para el desarrollo de la energía. Lo que parece un juego de palabras es un dilema clave de corto plazo.
Tal es el crecimiento esperado que se estima que la demanda energética de la IA se está duplicando cada 100 días, según un reciente informe de la Unesco publicado en julio. El consumo anual de energía de la IA generativa ya es equivalente al de un país de bajos ingresos, y se prevé que se triplique para 2027 en las grandes empresas tecnológicas.
Por ejemplo, se estima que herramientas como ChatGPT podrían estar consumiendo más de 300 GWh al año, el equivalente al consumo eléctrico de más de tres millones de personas en países en desarrollo. En similar sentido, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que la demanda de electricidad de los centros de datos (clave para la IA) se duplique para 2030, y que la demanda de electricidad de los centros de datos centrados en IA se cuadruplique en el mismo período.
Más de mil millones de personas utilizan herramientas de IA generativa a diario, y para 2027, el consumo de energía de los servicios de IA podría ser similar al consumo eléctrico total de un país como la Argentina, de acuerdo a la misma fuente y se estima que los centros de datos para IA podrían consumir 945 TWh de electricidad para 2030.
Consumo voraz que seguirá creciendo
Los centros de datos ya son grandes consumidores de energía, representando alrededor del 1,5% del consumo mundial de electricidad en 2024. Los centros de datos más grandes que se están construyendo podrían usar tanta electricidad como 2 millones de hogares, 20 veces más que uno estándar, lo que fundamenta la visión de que la IA puede convertirse en el cisne negro de la transición energética y todos sus esfuerzos.
A esto se suma otro consumo problemático: para mantenerse refrigerados, los centros de procesamiento requieren agua. Y mucha. Se estima que cada una de estas instalaciones consume hasta 1,5 millones de litros de agua cada día. Por estos motivos, los centros de datos suelen estar vinculados a energías renovables que los abastezcan y en sitios con acceso al agua.
De ahí que Argentina vea una posibilidad para instalar, como se ha promocionado en distintos foros internacionales, centros de procesamiento en la Patagonia. Los amplios espacios disponibles, el acceso directo a fuentes hídricas y la gran disponibilidad para instalar grandes parques eólicos fundamentan el acercamiento del país a los grandes players globales de la nueva tecnología.

La IA, mientras tanto, es un motor principal del crecimiento de demanda eléctrica. Actualmente, el 13% del consumo de los centros de datos se destina a IA, y se proyecta que esta cifra llegue al 40% en apenas cinco años. Este aumento en la demanda de electricidad generará una gran presión sobre las redes eléctricas existentes, lo que requerirá importantes inversiones en modernización y expansión.
Como referencia se puede comentar que la construcción de nuevas líneas de transmisión puede demorar entre cuatro y ocho años, lo que plantea un desafío para satisfacer la demanda creciente a tiempo. Algunas regiones, como Silicon Valley, ya muestran signos de tensión en sus redes eléctricas debido a la concentración de centros de datos.
Es por esto que toman particular relevancia los proyectos de data centers llave en mano de energía distribuida con sus pequeñas centrales modulares nucleares, plantas de renovables o como ocurre en Vaca Muerta con la captura de gas de flaring. Pero la mirada sobre el problema obliga a relevar el impacto ambiental y sostenibilidad.
El aumento del consumo energético de la IA eleva las emisiones de carbono, especialmente en regiones donde predominan las energías fósiles, por lo que existe una creciente preocupación por la falta de transparencia de las grandes tecnológicas sobre el uso de recursos y su daño ambiental.
En este escenario de complejidades cruzadas, se asegura que la IA también puede ser una herramienta para optimizar el consumo energético en otros sectores como la industria, empresas, hogares, redes eléctricas y la misma generación eléctrica y para la investigación de nuevas fuentes de energía renovable.
Así, se espera que las fuentes de energía renovable como la tecnología solar, eólica, hidráulica y la nuclear se conviertan en una parte cada vez más importante de la matriz energética para alimentar los centros de datos. Países con acceso a fuentes de energía limpia y renovable, como Argentina y otros en Sudamérica, podrían posicionarse estratégicamente para el desarrollo de infraestructuras digitales sostenibles.
Su uso en Argentina
En nuestro país, la Inteligencia Artificial ya forma parte del proceso productivo en distintas industrias. La contracara de su enorme consumo es el beneficio para los procesos operativos. Así, grandes empresas que operan en Vaca Muerta lo hacen desde sus centros de procesamiento en la Capital Federal, ahorrando tiempo y recursos y mejorando su eficiencia.
En la búsqueda permanente de mejorar los costos operativos, se estima que la operación que cuenta con el análisis en tiempo real de todos los yacimientos de Vaca Muerta baja hasta un 15% los costos, entre eficiencia operativa y menores recursos requeridos. También se reduce el impacto ambiental, al sumar operaciones más inteligentes en cada movimiento.

Más allá de la operatoria del shale, la IA se emplea en procesos tan variados como el seguimiento de un depósito logístico o el control de una flota de vehículos, optimizando rutas; hasta el análisis de estadísticas que sirven para mejorar las tareas en campos tan distintos como la salud y la seguridad.
Más demanda y sin peak oil a la vista
Según el Informe Mundial del Petróleo (WOO) 2025 que difundió la OPEP en julio, el mundo necesitará más energía en las próximas décadas. Se prevé que la demanda mundial de energía aumente un 23 % hasta 2050, impulsada por el crecimiento económico, el aumento de la población, la creciente urbanización, las nuevas industrias de alto consumo energético, como la inteligencia artificial, y la necesidad de llevar energía a los miles de millones de personas que carecen de ella.
En este sentido, el futuro de la energía tiene significados diferentes para cada persona. Para quienes no tienen acceso a la energía, significa la necesidad de servicios básicos como iluminación, limpieza, opciones de cocina y la posibilidad de tener un vehículo motorizado o tomar un avión. Y es importante destacar que es el mundo en desarrollo (los países no pertenecientes a la OCDE) el que experimenta casi todo el crecimiento de la demanda energética.
Ahora, la historia de la energía se basa en adiciones, no en sustracciones. De hecho, la realidad actual es que el mundo consume más madera, petróleo, carbón, gas; de hecho, todas las energías, que nunca, y las distintas fuentes ayer como hoy tienden a complementarse
Así, en los últimos años, ha quedado cada vez más claro que la narrativa de la rápida eliminación gradual del petróleo y el gas se ha visto que es inviable, y muchas políticas iniciales de cero emisiones netas promovieron plazos poco realistas o tuvieron poca consideración por la seguridad, la asequibilidad o la viabilidad energética; esta mentalidad está cambiando.
Finalmente, la OPEP reafirmó que el petróleo sustenta la economía mundial y es fundamental para nuestra vida diaria, por lo que proyecta que de aquí a 2050, la demanda de petróleo seguirá expandiéndose y alcanzará los 123 millones de barriles diarios (mb/d), sin que se vislumbre el tantas veces anunciado un pico de demanda de petróleo en el horizonte.