La vuelta del ex presidente a la Casa Blanca sería con una serie de aranceles a las importaciones. Argentina se vería afectada por esta medida y también si desacelera la transición energética.
Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos, en una victoria mucho mejor a la que anunciaban las encuestas más optimistas al republicano. A partir del 1 de enero volverá a estar a cargo de la Casa Blanca y durante la campaña anunció el cambio a una política más proteccionista que la que puso en marcha Joe Biden.
Antes de obtener el triunfo, ya había dos temas que preocupaban al sector minero por su posible impacto. El primero es la posibilidad de arancelar las importaciones, lo que bajaría la competitividad de los productores fuera de Estados Unidos a la hora de entrar a este mercado.
A la vez, Trump habló en reiteradas ocasiones de la posibilidad de desacelerar la transición energética, lo que implicaría menos demanda de materiales críticos como el cobre y el litio.
En el aspecto positivo, los analistas hablan de la posibilidad de que se avance en acuerdos entre los países y también con el FMI, por la afinidad política, lo que podría acelerar la salida del cepo, una de las condiciones que solicita el sector para agilizar inversiones.
Aranceles, una política de Trump que preocupa
Durante su campaña, Donald Trump se centró en la economía estadounidense, que sufre por la inflación y también por la falta de empleo. Como respuesta a estos problemas el actual presidente electo habló de darle prioridad a los negocios y empresas del país.
Una de las medidas que repitió es la posibilidad de arancelar todos los productos que entren del exterior, lo que incluiría también la producción mineral.
Si efectivamente Estados Unidos concreta restricciones para el ingreso de productos asiáticos, eso podría afectar al principal comprador de materias primas minerales argentinas, generando un desbalance en el mercado internacional.
Hoy EEUU es el destino del 12% de las exportaciones de litio de Argentina, por lo que, si avanza con una suba de impuestos de entre el 10 y el 20%, la región del NOA podría verse afectada.
En medio de la lucha comercial con China, el ganador de las últimas elecciones llegó a decir que para los productos que se originen en este país, el gravamen podría alcanzar el 60%. Esto podría traducirse en un impacto indirecto, porque en la actualidad Argentina le vende al gigante asiático alrededor del 40% de su litio.
Si efectivamente Estados Unidos concreta restricciones para el ingreso de productos asiáticos, eso podría afectar al principal comprador de materias primas minerales argentinas, generando un desbalance en el mercado internacional.
Esto fue alertado por el FMI, desde donde aseguraron que intensificaría la ya crítica relación entre economía y geopolítica.
China es el segundo país con más participación en los proyectos mineros en exploración avanzada o producción, con una presencia fuerte en el litio. El primer lugar lo ocupa Canadá, que tiene más fortaleza en los proyectos de metales tradicionales, como el oro y la plata.
No hubo declaraciones de Donald Trump sobre cómo actuará en el caso de las importaciones mineras, teniendo en cuenta que el país aun está luchando por tener sus cadenas de producción abastecidas sin depender de China. Pero lo que sí dijo concretamente es que quiere que se refuerce la minería doméstica.
Esto implicaría un mayor apoyo a la producción de litio, cobre, oro y otros minerales de los que el país norteamericano tiene yacimientos.
Esto toma otra relevancia con la noticia que se conoció a mediados de octubre, cuando descubrieron un mega yacimiento entre Nevada y Oregon, que podría tener entre 24 y 40 millones de toneladas de litio. Como referencia, en Argentina hay descubiertas 20 millones de toneladas hasta ahora.
A esto se suma que Elon Musk, empresario propietario de Tesla y X y socio político de Trump, se encuentra invirtiendo en desarrollar nuevas metodologías de extraer el metal de las baterías de yacimientos no convencionales de arcilla.
Desacelerar la transición, un problema para el cobre
Mientras la competencia por el litio es más volátil, ya que se descubren más yacimientos y son proyectos de desarrollo más económico y rápido, en el cobre Argentina cuenta con una ventaja. Incluso si EEUU quiere avanzar en la minería doméstica, debería dar con nuevos yacimientos de clase mundial, que en los últimos años son cada vez más difíciles de encontrar.
El problema para este metal está en otra de las políticas que adelantó Trump durante la campaña: desacelerar la transición energética.
El precio del cobre y su interés está vinculado con la escasez que se prevé en el futuro, cuando haya más demanda de autos eléctricos, de transmisión eléctrica para industrias y hasta la producción de energías verdes.
Antes de ser electo, el ex presidente adelantó que no iba a seguir apostando al mismo ritmo por cambiar la matriz energética estadounidense y que pretendía desfinanciar la Ley de Reducción de la Inflación (IRA por sus siglas en inglés).
Esta norma tiene presupuestos para bajar la huella de carbono de la sociedad norteamericana y propone, por ejemplo, incentivos económicos y fiscales para usuarios de autos eléctricos.
De hacerlo, debido a que Estados Unidos es el segundo emisor de carbono, los objetivos de transición podrían retrasarse en el tiempo y bajar la demanda del cobre. Tras las elecciones, en un veloz golpe de mercado, el precio del metal conductor cayó en las bolsas internacionales un 3,51%, su mayor retroceso en tres meses.
Si bien esta fue una respuesta de mercados, resta ver con cuáles de las propuestas avanzará el presidente delecto de Estados Unidos y de qué manera lo hará. Lo cierto es que Argentina tiene ahora dos mandatarios con una buena relación, pero, tal cual dijo en su campaña, para Trump es «America First (primero América)».