Carga de seis unidades al mismo tiempo en dos horas. Su diseño se basó en la autonomía de las baterías y las frecuencias de la nueva línea. Pero todo está en etapa de análisis, para medir el consumo real y evaluar posibles extensiones de los recorridos y la incorporacón de más servicios.

La entrada en servicio de los colectivos eléctricos no solo es un paso clave para bajar emisiones en la Ciudad de Buenos Aires, sino que marca un precedente para la viabilidad del transporte eléctrico. Una de las claves para el éxito de la electromovilidad se vincula con la infraestructura de carga.

Este desafío estuvo presente en el proyecto porteño que implemento un esquema prometedor. El primer sistema de carga para colectivos eléctricos de la capital fuecdiseñado y ejecutado por ABB en colaboración con la automotriz Agrale y el Gobierno porteño.

Para establecer un sistema de carga eficiente, es necesario tomar una serie de decisiones a la hora de la planificación.

Ante la necesidad de contar con frecuencias constantes, se utilizan cargadores dobles de 120 kW que pueden alimentar un solo bus a máxima potencia o dos en paralelo a 60 kW cada uno. Esto permite recargar seis unidades simultáneamente en un período de dos horas.

Esta solución técnica se integró con una lógica de operación nocturna que aprovecha los tiempos de inactividad de los vehículos. El diseño del sistema no responde a una fórmula estándar, sino que fue construido sobre parámetros reales de uso y planificación.

 Se tomaron en cuenta aspectos como la autonomía de las baterías, los recorridos previstos y la frecuencia de los servicios. Inicialmente, los colectivos eléctricos cubren una ruta entre el depósito y Parque Lezama, aunque ya se proyecta su expansión hacia otros barrios como La Boca.

 Todo el modelo fue concebido para ser escalable y adaptable, con una lógica de operación compatible con la rutina de las unidades y las necesidades del operador estatal.

Decisiones clave

Para establecer un sistema de carga eficiente, es necesario tomar una serie de decisiones a la hora de la planificación. Entre ellas, se destaca la elección del tipo de conectores, la estrategia de recarga y el análisis del consumo energético bajo condiciones reales de uso.

En este caso, se optó por carga mediante cable y durante la noche, lo cual elimina la necesidad de puntos de recarga intermedia. La elección del estándar Combo 2 en corriente continua también respondió a una lógica regional, al ser el formato más extendido en Latinoamérica para aplicaciones de electromovilidad.

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El esquema que permite cargar seis unidades en solo dos hora.

El sistema se encuentra ahora en una etapa de ajuste fino, con monitoreo constante de variables como el uso del aire acondicionado, las paradas frecuentes y las condiciones de tráfico. Este seguimiento permite comparar el rendimiento real con las estimaciones iniciales y efectuar modificaciones si aparecen desvíos significativos.

Las autoridades ya analizan la posibilidad de aumentar la frecuencia del servicio o extender el recorrido, en función de los datos recabados durante la operación.

Para ABB, este proyecto piloto tiene un valor estratégico que excede lo técnico: representa una experiencia concreta de transición hacia un modelo de transporte más limpio y eficiente. “La electromovilidad es como la presbicia: nos va a llegar a todos”, expresó Roberto Stazzoni, responsable del área de Electromovilidad de ABB Argentina, en diálogo con Mobility Portal Latinoamérica.

Esta visión plantea que los ensayos locales pueden convertirse en referencias replicables a escala nacional, sobre todo en ciudades con recorridos más simples y flotas más reducidas.

Menos obstáculos para la electromovilidad

El avance tecnológico, en particular en almacenamiento energético, viene reduciendo progresivamente las barreras de entrada a la movilidad eléctrica. A medida que baja el costo de las baterías, se acorta la brecha entre los buses eléctricos y los diésel en términos de inversión inicial.

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hay 113 estaciones habilitadas para cargar vehículos eléctricos.

En lo operativo, la diferencia ya es significativa: un colectivo eléctrico que consume 1,5 kWh por kilómetro puede ser hasta tres veces más barato por kilómetro que uno de combustión, según estimaciones actuales que toman en cuenta los valores subsidiados tanto de la electricidad como del gasoil.

A esto se suma una ventaja relevante en mantenimiento. Los vehículos eléctricos tienen menos piezas móviles y requieren menos intervenciones técnicas, lo que reduce los tiempos fuera de servicio y mejora la eficiencia global del sistema. Esta combinación de menor consumo energético y menores costos operativos plantea una ecuación atractiva para municipios que enfrentan restricciones presupuestarias, pero buscan renovar sus flotas y reducir emisiones contaminantes.

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