La minería de plata y oro vive una extraña paradoja: mientras los yacimientos maduros estiran una vez más su vida útil para aprovechar el boom de precios, también planifican con las comunidades locales el día después del cierre. Regulaciones de proceso tan importante como la exploración y extracción.

Al inicio de cualquier explotación minera las empresas y trabajadores saben que el yacimiento se agotará y el proyecto indefectiblemente un día deberá cerrar. Es un final anunciado, pero que en el caso de esta industria también está planificado y financiado desde el inicio.

Así, mientras Argentina crece como productora de litio y aspira a concretar la producción de una veintena de yacimientos de cobre, todos los proyectos planifican también cómo será hasta su último día de actividad.

Ese punto es todavía más claro para las minas de oro y plata. Las metalíferas tradicionales representan más del 70% de la exportación minera nacional, pero en muchos casos se acercan al fin de sus etapas productivas.

De los diez proyectos actuales de oro y plata en el país, siete dejarían de operar en un plazo de tres a cuatro años.

Las etapas de cualquier proyecto minero son la exploración, explotación y cierre de las minas. Este último es tan complejo como los dos primeros, no se trata solo de levantar el campamento y retirar la maquinaria del yacimiento.

Al menos no es así desde hace algunas décadas, cuando la industria a nivel global y en Argentina empezó a tener la exigencia de hacer un plan de cierre.

Marcelo Bellini, secretario del Colegio Argentino de Ingenieros en Minas, explicó que los trabajos de cierres modernos empezaron a discutirse a nivel global a finales de los 80.

“El plan de cierre se empezó a discutir cuando también se empezó a hablar de responsabilidad social empresaria, en ese momento también la minería se sumó a esta discusión”, contó Bellini a Dinamicarg. En la Cumbre de Río de 1992 surgió un documento donde se hablaba de los efectos ambientales del sector privado industrial, que también sumó la dimensión social de las actividades.

La minería es una actividad que se hace en zonas remotas, generalmente en terrenos que no han tenido intervención humana o tienen intervenciones mínimas. Gran parte de la explotación en el país se concentra en Cuyo, en el NOA o en la Patagonia, en lugares alejados de centros urbanos

A partir de ahí, recordó Bellini, “empezaron a trabajar con esta visión las empresas internacionales, que después llegarían a Argentina”. Según dijo, en nuestro país, la discusión la iniciaron los privados y luego esto se trasladó a exigencias por parte de los estados provinciales, que son los dueños de los recursos minerales.

Así, según la provincia, hay leyes que indican condiciones mínimas, como en el caso de Santa Cruz o Jujuy, o hay jurisdicciones que dejan asentado en las Declaraciones de Impacto Ambiental cómo debe ser el cierre.

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Mina de oro Gualcamayo, San Juan.

No es extraño, sin embargo, que mientras una etapa entra en producción y se acerca a su cierre, las propias empresas realicen una exploración en sitios contiguos y aprovechen la infraestructura ya instalada para continuar la explotación en una zona lindera.

Las tareas para reestablecer el ambiente natural

La minería es una actividad que, en casi todos los casos, se hace en zonas remotas, generalmente en terrenos que no han tenido intervención humana o tienen intervenciones mínimas. Gran parte de la explotación en el país se concentra en Cuyo, en el NOA o en la Patagonia, en lugares alejados de centros urbanos, en especial en el caso de extracciones metalíferas.

La actividad genera impactos, desde la instalación de campamentos que funcionan como ciudades a grandes movimientos de terreno que generan o un open pit en el caso de minas a cielo abierto o un sistema de túneles en las minas subterráneas.

Estos son grandes cambios en las condiciones naturales de estas zonas. Además, el material tratado del que no obtuvieron mineral también queda en la zona, en lo que se conocen como escombreras.

Según los lineamientos que propuso la Secretaría de Minería en un documento publicado en 2021, donde plantearon pautas para el acceso a garantías, todos estos cambios deben revertirse o remediarse a fin de “asegurar un ambiente sano, estabilidad física y geoquímica a largo plazo y condiciones de seguridad para personas y el ambiente”.

Esta definición de lo que debía alcanzar el cierre de mina tiene varios elementos. El ambiente sano tiene que ver con devolverle la funcionalidad a la zona. La estabilidad física y geoquímica implica que, para la primera, todo el material que se movió resista el paso del tiempo sin provocar, por ejemplo, derrumbes.

También deben estar tratados para que los cursos de agua naturales no terminen extrayendo químicos de la roca molida, que es más soluble, lo que cambie las condiciones de la zona.

Para poder alcanzar estos criterios, hace falta que desde el diseño del proyecto se tenga en cuenta cómo van a trabajar. Bellini explicó que esto impacta en “la geometría de los bancos, el diseño y la ubicación del dique de cola si lo tiene, la ubicación de las escombreras y el lugar del campamento”.

El trabajo interdisciplinario previo al cierre de minas

Por eso, uno de los requisitos en el documento de lineamientos es que el plan de cierre de mina se redacte desde el inicio. Sin tener en cuenta estos criterios futuros, es más difícil después revertir algún diseño de la explotación cuando ya está en marcha. A su vez, muchas de las tareas de cierre parcial se hacen durante la producción.

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La minería de litio sigue creciendo en el país, con proyectos especialmente en el NOA.

Esto implica, también, que las empresas explotadoras tengan en cuenta el financiamiento para estos trabajos, que en algunos casos pueden durar dos o tres años después de que la minera ya no está extrayendo mineral.

Por eso existen a su vez garantías financieras que se exigen para asegurar que se complete el plan una vez cese el trabajo.

Hoy en día el impacto socioeconómico es una parte central y no un extra para los planes de cierre de mina. Por eso entre las exigencias está que el equipo que diseñe como serán los últimos años sea interdisciplinario.

Además de técnicos para asegurar que no habrá filtraciones de agua salinizada, están quienes deben analizar cómo continuarán las comunidades una vez que el trabajo termine.

El cierre de mina en sí mismo inicia cuando se termina de extraer el material. Requiere de obras, movimiento de terreno, en algunos casos aislamientos de escombreras por medios físicos, desmantelar campamentos y hasta reforestar si así lo acordaron con las autoridades.

“Se sabe que hay una fecha de cierre para la mina, por lo que la empresa debe encargarse de capacitar a los proveedores, darles herramientas para que puedan vender si no está el proyecto, entrenar la mano de obra en oficios para que puedan tener otra fuente de recursos que no sea necesariamente la minera”, detalló Bellini.

Estas tareas deben hacerse durante la producción y es parte de los proyectos de sustentabilidad. Es central porque en el cierre de las minas también desaparecen salarios que en general están por encima del promedio de los trabajos formales en el país.

Una decisión clave para la rentabilidad

Desde la exploración los proyectos mineros deben tener estrategias para remediar los impactos. Si bien en la búsqueda de minerales las modificaciones son mínimas, ya que los campamentos son más livianos y el método más común, las perforaciones, apenas son perceptibles, si la empresa se retira, el lugar debe quedar como antes.

En esta etapa, el trabajo más importante de cara al cierre es calcular, en el proceso de factibilidad, si también es una explotación rentable teniendo en cuenta el cierre de mina.

En la construcción se empiezan a ver los diseños que tienen en cuenta el futuro. Los campamentos livianos son la norma dentro de la minería moderna, porque al ser retirados del lugar recuperar las condiciones originales es más fácil.

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Las empresas mineras capacitan a sus trabajadores en otros oficios.

Hay otros casos, en los que la empresa puede dejar parte de la infraestructura para otros usos, como puede ser un hotel en zonas con potencial turístico.

Durante la explotación ya existe un plan de cierre, pero es en este punto cuando se hacen mejoras en el mismo, se vuelve cada vez más detallado y empiezan algunas de las tareas.

Estos son los cierres parciales, donde, por ejemplo, si una empresa termina de explotar una zona del yacimiento, debe iniciar la remediación de los terrenos mientras continua en otras áreas.

El cierre de mina en sí mismo inicia cuando se termina de extraer el material. Requiere de obras, movimiento de terreno, en algunos casos aislamientos de escombreras por medios físicos, mover elementos del lugar, desmantelar campamentos y hasta reforestar si así lo acordaron con las autoridades.

Uno de los puntos que marcó Minería en los lineamientos, es que la zona debe contemplar usos futuros, ya sean mineros o de otras actividades.

El post cierre es el monitoreo posterior, que hacen tanto la empresa como las autoridades mineras. Durante un lapso de tiempo, que acuerdan entre privados y el Estado, la firma continúa siendo responsable de la zona. Hasta que no se decreta el traspaso, debe controlar que el cierre fue efectivo y hacer tareas nuevas si así se lo requieren.

Pascua Lama y La Alumbrera, los cierres icónicos de Argentina

En el país hubo hasta ahora dos casos emblemáticos de cierres de minas modernas. Uno es el que tuvo que hacer Barrick en su yacimiento de oro binacional Pascua Lama que no llegó a explotar.

El de La Alumbrera, el único proyecto de cobre moderno que tuvo el país, en Catamarca, es el otro. Este último se encuentra todavía en tareas de post cierre, aunque el área no está cerca de ser traspasada otra vez al estado provincial. Es que la planta que utilizó la empresa será la que aprovechará el proyecto MARA.

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La minería representa cerca del 1% del trabajo registrado en Argentina, pero es clave en las provincias.

Esto es normal en la vida posterior de las minas: reutilizar las instalaciones, a fin de evitar hacer dos veces la inversión.

Desde hace años se busca en Argentina una normativa que regule a nivel nacional cómo deben ser los presupuestos mínimos ambientales y socio económico luego de que finalice una explotación minera. En el país no hubo hasta ahora una gran cantidad de cierres en el caso de proyectos metalíferos modernos, que hayan iniciado después del acuerdo de Río.

Hasta el momento hubo cuatro textos que llegaron a la Cámara de Senadores, pero ninguno avanzó más allá de las comisiones. El último que se discutió fue uno presentado por el COFEMIN (Consejo Federal de Inversiones Mineras), que trataron los legisladores con el Secretario de Minería Luis Lucero. Hasta el momento no ha avanzado más allá de esa instancia.

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