En el país, el desarrollo de esta tecnología no se ha materializado aún a pesar de las condiciones favorables. El proyecto de ley de promoción del hidrógeno está en Diputados y algunos de sus ejes se debaten en el sector. El potencial de Argentina frente a países vecinos.
Desde la entrada en vigor del Acuerdo de París en 2016, la matriz energética mundial se ha ido adaptando a un modelo más sustentable. En general, los proyectos más ambiciosos están vinculados a la energía solar o eólica, pero con el avance tecnológico del sector, alternativas como el hidrógeno se vuelven cada vez más viable.
Hasta el momento, se trata de un segmento en estadio incipiente, pero que cuenta con un potencial que despierta interés, particularmente el que se genera con bajas emisiones. Según el informe de Perspectiva de Transición Energética, cerca del 3% del consumo mundial de energía actual se utiliza para producir hidrógeno, y solo el 0.002% de este hidrógeno, se usa como portador de energía.
A largo plazo la producción de hidrógeno para aplicaciones de uso de energía será un equilibrio entre el subtipo azul y el verde.
En Argentina el desarrollo de esta tecnología no se ha materializado aún a pesar de las condiciones favorables con las que cuenta el país. Sucede que se necesitan inversiones y estas no terminan de concretárse en gran parte por la falta de un marco regulatorio que brinde seguridad jurídica y estabilidad.
Sin embargo, tras mucho diálogo y negociaciones, la Secretaría de Energía elevó el proyecto de Ley para la Promoción del Hidrógeno de Bajas Emisiones (en simultáneo a la de GNL), y el escenario empezaría a destrabarse. La iniciativa tendrá una vigencia de 30 años y les brindará beneficios fiscales a aquellos proyectos vinculados con al H2.
Si bien el documento prioriza y fomenta con más fuerza el hidrógeno que tiene origen en energías renovables, el proyecto promueve inversiones para todas las clases de hidrógenos de bajas emisiones. Incluidos el hidrógeno azul, que se obtiene a base de hidrocarburos con captura de carbono; el rosa, que utiliza energía nuclear y el gris, que se logra a partir el gas.
Asimismo, la propuesta elevada por Flavia Royón se consolida en varios ejes, siendo el primero de ellos el uso de certificaciones de origen. Sin embargo, lo que ha generado mayor debate en la industria es la vinculación con la cadena de valor, que contempla exigencias orientadas al desarrollo de proveedores locales y propone la consolidación de una matriz productiva nacional que contribuya a la generación de empleos.
Herramienta para la transición energética
Las estimaciones de los estudios ambientales indican que a largo plazo la producción de hidrógeno para aplicaciones de uso de energía será un equilibrio entre el subtipo azul y el verde. Este último se produce de dos maneras, una consiste en obtener suministro de la red y adquirir certificados de electricidad verde o establecer acuerdos de compra de energía.
Mientras que la segunda se logra al conectar físicamente la producción a fuentes específicas, como un parque solar o parque eólico local. Esta conexión se denomina electrólisis y es un proceso en el cual se separan los elementos de un compuesto por medio de la electricidad, obteniéndose el hidrógeno.
Asimismo, existen otros mecanismos dentro de los sectores petroquímicos, de fertilizantes o industriales, donde el H2 se emplea como materia prima dentro de los procesos o bien para producir otras moléculas. De esta forma, se combina la producción de energía eléctrica a partir de fuentes renovables con la acumulación de energía de forma química en moléculas, lo que permite el almacenamiento y transporte con gran parte de la infraestructura convencional con la que ya cuenta el país.
En este sentido, es fundamental contar con iniciativas renovables activas y de alta producción para impulsar de lleno el hidrógeno. Condiciones con las que también cuenta la Argentina, cuyo desarrollo eólico está avanzado y representa el 70% de la generación renovable total. Esto posiciona a esta tecnología como la mejor alternativa para suministrar el proceso de electrólisis.
Inversiones para Latinoamérica: quién lidera el sector
La Argentina no es el único país que tiene condiciones favorables para el desarrollo del hidrógeno; de hecho, Uruguay aparece como el principal exportador y destinatario de las inversiones de este segmento en la región, seguido de cerca por Chile.
Además, Uruguay ya planifica su primera estación de hidrógeno verde, que funcionará en el pueblo Centenario, en el departamento de Durazno. La instalación abastecerá al primer proyecto en base a esta energía limpia denominado H24U, que cuenta con una inversión inicial de 40 millones de dólares.
Este proyecto se encargará del transporte forestal de la planta UPM con 17 camiones adaptados para funcionar a base de hidrógeno. En la actualidad, estos vehículos consumen el 28% de la demanda, según indica el Balance Energético Nacional 2021, y se abastece casi totalmente de derivados del petróleo.
También en Uruguay se estudia la posible inyección de hidrógeno verde en la red de gas natural de Paysandú, junto con la empresa Conecta. Esto permitiría evaluar la posterior incorporación en mayor escala, para descarbonizar todas de forma progresiva.
Por su parte, Chile también es el destino de importantes desembolsos para potenciar el H2 verde. En esa línea, a mediados de junio, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó un préstamo de 400 millones de dólares para apoyar el desarrollo de la industria del país trasandino.
Se trata de la segunda operación de crédito en el marco de la línea de Crédito Condicional para Proyectos de Inversión (CCLIP) para la productividad y el desarrollo sostenible en Chile, que fue aprobada el 7 de diciembre de 2022 y que cuenta con un presupuesto total de 1000 millones de dólares.
“Las expectativas de Chile, es convertirnos en uno de los principales productores del mundo y para ello se están desplegando proyectos, que se encuentran en diversas etapas de desarrollo, a lo largo del territorio nacional principalmente en las regiones de Antofagasta, Valparaíso, Biobío y Magallanes”, afirmó Andrea Moraga, directora de la Asociación Chilena de Hidrógeno.
“Dadas las ventajas naturales de Chile para producir energías renovables a bajo costo, la creciente demanda global de hidrógeno verde presenta una gran oportunidad no sólo en términos de productividad sino también de sostenibilidad”, complementaron desde el BID.
Luego aparece Argentina, un tanto más rezagado por el contexto macroeconómico que disuade a muchas empresas. Sin embargo, en noviembre de 2021, la empresa australiana Fortescue anunció una inversión de más de 7.000 millones de dólares en un proyecto para desarrollar hidrógeno verde.
Actualmente, la multinacional está completando el estudio de impacto socioambiental en la provincia de Río Negro, donde se prevé que se lleve adelante el proyecto. El estudio arrancó en septiembre de 2022, con la participación de 60 personas y se espera que finalice para fin de año, aunque la sanción de la Ley es clave para que la operación se concrete.
La Ley está en Diputados y algunos de sus ejes se debaten en el sector
La presentación del proyecto de ley de promoción del hidrógeno se esperaba en las empresas de la industria desde hace tiempo. El marco regulatorio es clave para dotar a la industria de previsibilidad en un contexto económico delicado, por lo que se estima que su sanción acelerará la llegada de inversiones.
El documento que contempla exenciones fiscales, acceso diferencial al mercado libre de cambios (MULC), libre aplicación de divisas hasta el 50% de lo que los emprendimientos obtengan por sus exportaciones y estabilidad fiscal por 30 años, fue muy bien recibido en términos generales, pero no todos los puntos que establece satisfacen a toda la industria.
En concreto, los ítems que despertaron el debate son: el acceso a financiamiento internacional, los altos impuestos sobre la inversión y la exigencia de contenido nacional en el corto plazo. Desde el sector señalan que estas cuestiones dificultan que se llegue a un costo competitivo en el mercado nacional.
En esa línea, la participación local que va en ascenso con el correr del tiempo se posiciona como el punto más difícil de cumplir, teniendo en cuenta lo incipiente que todavía es la industria del hidrógeno a nivel nacional. Así, para gozar de los beneficios fijados las empresas deberán cumplir un requisito de integración del 35% durante los primeros cinco años, del 45% en el siguiente decenio y del 50% hasta el final del régimen.
Otro punto que no cayó del todo bien fue el costo de la inversión incluida en el certificado para financiar el Fondo de Afectación Específica y el funcionamiento de la Agencia Nacional de Hidrógeno (Anhidro) para los cuales se prevé el pago del 0,5% del valor total del desembolso. Desde el sector indicaron que esto no existe en los países del continente que compiten por el mercado (Brasil, Uruguay y Chile).
Por último, se criticó que las exenciones de retenciones en hidrógeno de 0% sean solamente para el hidrógeno verde y por los primeros diez años de vigencia de la ley. Aún resta que se afinen los detalles cuando el proyecto se trate en la Cámara por lo que podría haber modificaciones.
Recuadro: El hidrógeno en la Industria química y petroquímica en Argentina
En el marco del Programa de Cuidado Responsable del Medio Ambiente, se llevó a cabo una Jornada sobre el “Rol del Hidrógeno en la Descarbonización de la Industria Química y Petroquímica en Argentina«. La idea del encuentro es fomentar el conocimiento técnico en materia de hidrógeno verde y aplicaciones Power-to-x (Ptx), término que define las tecnologías de conversión de electricidad de origen renovable en hidrógeno, y a partir de ahí producir combustibles sintéticos y productos químicos.
Allí, Jorge de Zavaleta, director ejecutivo de la Cámara Argentina de la Industria Química y Petroquímica (CIQyP), expuso sobre los desafíos que la industria tiene de cara al futuro. “La industria química y petroquímica resulta fundamental para alcanzar una economía circular y descarbonizada y, por tanto, más sostenible”, destacó.
En sintonía, Fabian Barrera, de Agora Energiewende, aseguró que “el fuerte potencial argentino en desarrollar estas tecnologías es una gran oportunidad para acelerar el proceso de descarbonización del país, manteniendo su competitividad industrial a nivel internacional, y así mismo contribuir a la transición energética global al producir hidrógeno verde y productos PtX que pueden ser aprovechados por otros países con necesidades energéticas más inte