El segundo tramo de la obra que permitirá transportar el gas del megayacimiento neuquino se pondrá en marcha. Las empresas buscan financiamiento privado. Quiénes son los interesados.

El Gasoducto de Vaca Muerta tiene por delante un nuevo desafío. Terminada la construcción del primer tramo de 573 kilómetros desde el corazón de la cuenca neuquina hasta el centro oeste de la provincia de Buenos Aires, en Salliqueló, el proyecto comienza a desandar su extensión hasta el sur de Santa Fe.

Sin dudas, concretar este desarrollo será un hito no sólo para la historia de la Argentina, sino también para acercar al país al anhelo de convertirse en un exportador neto de energía, en particular del gas natural considerado globalmente el combustible de transición de las próximas décadas.

El lanzamiento de la primera de las licitaciones para la construcción de la Etapa II del Gasoducto complementará el abastecimiento interno y fundamentalmente permitirá proyectar la exportación del gas de Vaca Muerta a los cordones industriales del sur de Brasil.

Ese nuevo primer paso dará inicio con la convocatoria a las empresas para el suministro de la chapa y los caños del ducto, para luego en una segunda instancia llevar a cabo la construcción, tal como se realizó en la Etapa I que se concretó en el tiempo récord de 10 meses.

Se estima que para cubrir los 524 kilómetros de ducto se requerirán poco más de 38.900 tubos, y se requerirán unos 7.800 viajes en camión.

Esta nueva licitación, inminente, tendrá continuidad en octubre con el llamado a concurso para la obra civil, lo que abundará en un costo total del proyecto de US$ 3.200 millones, con una entrada en operación prevista para fines de 2024.

La adquisición de los caños para los 524 kilómetros del Tramo II del Gasoducto Néstor Kirchner ya tiene varios consorcios interesados en carrera. El primero de ellos es el de la argentina Techint, que con su subsidiaria brasileña Usiminas, buscará ser nuevamente protagonista de la obra, luego de haber tenido a su cargo la construcción de dos de los tres tramos en que se dividió la Etapa I.

El consorcio esta vez estará en condiciones de aportar el financiamiento que ya fue comprometido por el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil, por un monto superior a los US$ 400 millones.

Pero la Secretaría de Energía también recibió manifestaciones de interés para participar de parte de un consorcio chino y otro saudí, que podrían llegar con el financiamiento necesario no solo para la provisión de los caños, sino para toda la obra, lo que marcará la diferencia con el primer desarrollo que fue solventado íntegramente por el Estado.

La Etapa II -que tendrá un costo aproximado de unos US$ 3.200 millones- permitirá completar una traza total de 1.097 kilómetros para llevar el gas de Vaca Muerta hasta la localidad de San Jerónimo, al sur de Santa Fé, un punto nodal del sistema, ya que allí convergen distintos gasoductos.

Tal como se detalla en la empresa Energía Argentina -a cargo de la licitación y contratación de la obras- desde allí se podrá proyectar no sólo el abastecimiento a todas las provincias del Litoral a través del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA), sino también buscar la conexión más conveniente para llegar a los cordones industriales del sur de Brasil, en particular a la ciudad de Porto Alegre.

En el primer caso, se trata de la puesta a punto de una obra iniciada a comienzos de siglo, varias veces demorada, y que espera poder encarar las obras finales realmente menores comparadas con la magnitud del proyecto de 1.500 kilómetros.

Pero por otro lado, llegar con el shale gas hasta San Jerónimo permitirá contar con el punto de partida para decidir el cruce final hacia el sur de Brasil, ya sea a través del Gasoducto del Mercosur que vincula hasta la brasileña Uruguayana, o a través del Gasoducto Cruz del Sur que alcanza la ciudad de Montevideo.

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Las empresas buscan la financiación para poder participar de la licitación.

La obra de la Etapa II del GPNK no representa un desafío menor, a pesar de la experiencia adquirida en el primer tramo que sigue cosechando el reconocimiento internacional. En este nuevo caso se deberá contar con tubos de acero con costura de 36 pulgadas de espesor, 12 metros de largo y unos 5.000 kilos de peso cada uno, con especificaciones similares a los que se utilizaron en la etapa que se adjudicó el consorcio Techint-Tenaris en 2022.

En esta oportunidad, se estima que para cubrir los 524 kilómetros de ducto se requerirán poco más de 38.900 tubos, y se requerirán unos 7.800 viajes en camión a los frentes de obra a desplegarse en el centro y norte de Buenos Aires, y el sur de Santa Fe. De esta manera, la obra está llamada a completar el proyecto del gasoducto con una capacidad total de 39 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/d), lo que significa un 25% adicional del total del sistema.

Cabe recordar que la primera etapa fueron 573 kilómetros, y requirió 48.000 tubos de 36 pulgadas, se realizaron 13.568 viajes en camión y se utilizaron 7,6 millones de litros de combustibles. Solo con la Etapa I, ya en marcha, se alcanzó hoy una capacidad extra de 11 MMm3/d, lo que en pocas semanas permitió que la producción de Vaca Muerta lograra por primera vez su récord por encima de los 100 MMm3/d. Además, el transporte se incrementará hasta los 21 MMm3/d cuando estén listas las dos plantas compresoras.

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Se estima que para cubrir los 524 kilómetros de ducto se requerirán poco más de 38.900 tubos.

La obra en su conjunto traerá distintos beneficios fiscales y productivos que mejorarán indicadores tales como el empleo, la producción y el abastecimiento de energía en el país; y beneficios puntuales como el aumento de regalías adicionales para las provincias productoras, ahorro de divisas por disminución de importaciones, por un estimado superior a los US$ 8.000 millones en todo concepto, un valor que varía según los precios internacionales del gas.

GNEA, el ducto que hará justicia con las provincias del Litoral

Dividido en diversas etapas, el proyecto original del Gasoducto del Noreste (GNEA) permitiría traer gas de Bolivia para alimentar a su paso a cientos de localidades de seis provincias distintas a lo largo de un ducto de 1.500 kilómetros de extensión. Así, en su Etapa I, se ocuparía de llegar a Salta, Formosa y centro de Santa Fe; la Etapa II haría lo propio agregando al Chaco y sur de Santa Fe; y la Etapa III abarcaría las provincias de Corrientes y Misiones, las que históricamente se encuentran fuera del sistema gasífero del país.

Así nacía esta mega-obra con un objetivo estratégico: saldar una deuda histórica con las regiones más postergadas del país, llevando gas natural por redes a cientos de localidades y miles de usuarios que abastecían su consumo con garrafas. Pero las demoras en la construcción por problemas de financiamiento, judicialización de un tramo menor por parte de uno de los contratistas, y el inexplicable cambio de la traza, convirtieron a la obra en otra promesa inconclusa.

Hoy el GNEA vuelve a estar ante la posibilidad de su puesta en valor definitiva y desde el punto nodal de la planta de San Jerónimo, permitir que el gas natural de Vaca Muerta alimente a las seis provincias del Litoral. Hoy son menos de 10 las localidades que cuentan con las primeras conexiones de gas porque el aporte de Bolivia es año a año menor, pero la finalización de un tramo de menos de 100 kilómetros entre el límite de Chaco y Salta permitirá cerrar el anillo norte para asegurar un total de 10 provincias de aquella región del país.

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