En 2024, por el fin de la vida útil de los molinos, Europa desmanteló 1.332 MW de potencia eólica. Y en los próximos años, esta tendencia se profundizará también en Latinoamérica. Desde mobiliario urbano y juegos infantiles hasta puentes, las opciones circulares que están implementando.

La flota de la energía eólica europea está entrando en una etapa crítica. Más de 26 GW de capacidad instalada ya superaron los 20 años de operación, y se estima que otros 57 GW alcanzarán esa antigüedad antes de que termine la década.

Aunque la vida útil de diseño de un aerogenerador ronda los 20 o 25 años, muchos equipos siguen funcionando más allá de ese umbral. Esto se debe tanto a la solidez de sus estructuras como a los avances en mantenimiento. De este modo, extender la operación hasta los 30 o incluso 35 años se ha vuelto una práctica habitual. Pero muchos ya están llegando a su fin, y hay un camino fundamental para que sus componentes inutilizados no se conviertan en residuos contaminantes.

El verdadero problema está en las palas, hechas de compuestos complejos como fibra de vidrio o carbono y resinas epoxi, difíciles de procesar. Por eso, muchas iniciativas están empezando a enfocarse en una estrategia previa al reciclaje: la reutilización.

En paralelo, el repowering —la renovación completa de parques con equipos más modernos— empieza a consolidarse. Alemania y España concentran el mayor potencial de repowering a corto plazo, con 21 GW y 19 GW respectivamente de capacidad instalada con más de 15 años.

Desde 2015, Europa desmanteló 7.638 MW de potencia eólica, de los cuales 1.332 MW corresponden solo a 2024. Alemania y España lideraron esos retiros, reflejando el avance del envejecimiento.

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Desde 2015, en Europa desmantelaro 7.638 MW de energía eólica por el fin del ciclo de uso de los aerogeneradores y su recambio por equipos más modernos.

Este panorama se replicaría en pocos años en América Latina, donde se experimentará un notable crecimiento en los próximos 10 años. Se prevé que la región duplicará su capacidad acumulada, alcanzando los 79 GW en la próxima década, con la instalación de 40 GW para 2033.

En los próximos 10 a 15 años, esta tendencia se profundizará en el mundo. Con miles de turbinas llegando al final de su vida útil, el desmantelamiento plantea desafíos no solo técnicos y económicos, sino también ambientales: ¿cómo se gestionan los residuos?, ¿qué soluciones circulares pueden aplicarse?, ¿cómo evitar que estos equipos se conviertan en un nuevo pasivo?

Energía eólica: reutilizar antes que reciclar

En líneas generales, entre el 85% y el 90% de los materiales de una turbina eólica son reciclables. Sus componentes principales —acero, hierro fundido, fibra de vidrio y materiales compuestos, cobre, aluminio y hormigón— tienen rutas de reciclaje bastante maduras.

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En el puerto de Aalborg (Dinamarca), una pala fue transformada en una cubierta para bicicletas.

El verdadero problema está en las palas, hechas de compuestos complejos como fibra de vidrio o carbono y resinas epoxi, difíciles de procesar. Por eso, muchas iniciativas están empezando a enfocarse en una estrategia previa al reciclaje: la reutilización.

Aprovechar la forma y resistencia de las palas para darles una segunda vida se ha vuelto una alternativa interesante dentro de la economía circular. Desde mobiliario urbano hasta puentes o marquesinas, las ideas se multiplican. Si bien muchas de ellas aún no son escalables, sí ofrecen soluciones creativas con impacto simbólico y funcional.

Palas convertidas en juegos, marquesinas o bancos

Uno de los casos más emblemáticos es el parque infantil Wikado, inaugurado en 2009 en Róterdam (Países Bajos). Diseñado por Superuse Studios y Blade-Made, el proyecto reutiliza palas desmanteladas para construir túneles, pasarelas y torres de juego. El éxito del modelo llevó a replicarlo en otras ciudades neerlandesas.

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Otra línea de investigación explora el uso de las palas como torres para líneas eléctricas. En Georgia Tech ya construyeron un prototipo de seis metros.

En el puerto de Aalborg (Dinamarca), una pala fue transformada en una cubierta para bicicletas, mientras que la empresa RE-Wind la adaptó como parada de colectivo. Su forma curvada permite reconvertirla con uno o dos cortes estructurales y mínima intervención.

En la plaza Willemsplein de Róterdam, varias palas se reutilizaron sin modificaciones como mobiliario urbano. Pintadas y colocadas directamente, funcionan como bancos y delimitadores espaciales.

Por su parte, la empresa ANMET desarrolló una línea más completa: bancos, jardineras, mesas y otros objetos urbanos.

Puentes que cruzan ríos y bungalows

El caso de BladeBridge lleva la reutilización a un nivel más técnico: el diseño de puentes peatonales que usan palas como vigas principales. Uno de sus modelos ya fue instalado en Irlanda.

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El diseño de puentes peatonales que usan palas como vigas principales también son un ejemplo de reutilización.

También dentro del proyecto RE-Wind, algunas palas troceadas se usaron como barreras acústicas a los costados de autopistas. Su estructura hueca permite rellenarlas con tierra, lo que las convierte además en muros verdes.

Otra línea de investigación explora su uso como torres para líneas eléctricas. En Georgia Tech ya construyeron un prototipo de seis metros, aunque su adopción masiva es compleja por los requisitos técnicos que exigen estos componentes críticos de la red.

Por último, una colaboración entre Vattenfall, Superuse y Blade-Made convirtió la nacelle de un aerogenerador Vestas V80 en un módulo habitable de 40 m². Con forma de bungalow, cuenta con todo lo necesario para ser usado como espacio funcional y sostenible.

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