La Argentina está mostrando un renovado y ambicioso interés en la reactivación de su minería de uranio y la expansión de su programa de energía nuclear, lo que permitiría ampliar la capacidad de generar energía limpia, estable y escalable mediante la construcción de nuevos reactores para potenciar sectores de alta demanda energética como la inteligencia artificial.

En todo el mundo, la energía nuclear está en una etapa de revalorización en el marco de la transición energética, pero en particular al ser considerada una opción prometedora para atender la creciente demanda global.

Es que su alta densidad permite que una pequeña cantidad de uranio que alimenta a las centrales nucleares pueda producir energía equivalente a toneladas de carbón o miles de metros cúbicos de gas natural.

Además, el recurso nuclear tiene otras ventajas reconocidas, como la generación de base constante y predecible -a diferencia de las renovables-, que durante su funcionamiento las centrales nucleares no emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera, y que puede ajustar su producción para equilibrar la red eléctrica facilitando la integración con otras fuentes.

Tras ser casi descartada en Europa por temor a incidentes como el que se dio en Japón, la energía nuclear logró superar todos los prejuicios y vuelve a ser considerada como una energía limpia y fiable.

Pero el desarrollo de nuevas tecnologías está brindando una solución muy apreciada con el desarrollo de los Pequeños Reactores Modulares (SMR por sus siglas en inglés) y la investigación en fusión nuclear, lo que promete hacer la energía nuclear aún más segura, eficiente, económica y con una gestión de residuos más optimizada.

Los SMR, al ser más pequeños y fabricados en serie, podrían reducir los costos de construcción y el tiempo de despliegue, permitiendo una mayor flexibilidad y escalabilidad en la generación de energía. Y la Argentina tiene la expectativa y la capacidad de poder sumarse a esa carrera global, a la cual sólo unos pocos países están preparados para participar.

Tras ser casi descartada en Europa por temor a incidentes como el que se dio en Japón, la energía nuclear logró superar todos los prejuicios y vuelve a ser considerada como una energía limpia y fiable.

Con estos nuevos tamaños, el tiempo de construcción de una central nuclear se reduciría a menos de la mitad. Incluso, ya se trabaja sobre “micro reactores” que podrían sumarse a grandes plantas industriales.

La idea de usar SMRs para alimentar centros de datos de Inteligencia Artificial es una tendencia emergente y muy prometedora en el sector tecnológico y energético, un interés que se explica en la enorme y creciente demanda energética de la digitalización global, junto con la necesidad de fuentes de energía limpias y fiables.

Argentina cuenta con una destacada trayectoria en el desarrollo de la energía nuclear.

Son, además, tecnologías escalables. Una planta nuclear puede albergar dos o tres reactores modulares sin necesidad de grandes inversiones extra.

Los hitos de un ambicioso plan nuclear

Como uno de los eslabones del Plan Nuclear Argentino, desde la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) se impulsa la construcción en el complejo de Atucha, en la localidad bonaerense de Lima, de cuatro reactores modulares pequeños ACR-300 diseñados por INVAP (Investigación Aplicada), la empresa argentina de alta tecnología que patentó un modelo que se buscará construir en un período de cinco años, lo que casi duplicaría la capacidad nuclear instalada del país.

El desarrollo de los ACR-300 busca convertir al país en un centro de energía nuclear y atraer empresas tecnológicas, pero con la premisa de que deberá encontrar financiamiento absolutamente privado, algo que si bien requieren inversiones millonarias no se puede descartar teniendo en cuenta la magnitud de las empresas interesadas en este tipo de energía.

Los reactores están llamados a discontinuar el histórico Carem (Central Argentina de Elementos Modulares), uno de los proyectos más avanzados en el mundo en su tipo, pero que las dificultades de financiamiento durante años relegó hasta su actual paralización.

Pero el programa nuclear tiene otros cinco grandes componentes, y en el inicio de la cadena se destaca alcanzar para 2026 la reactivación de la minería de uranio, con lo cual se busca garantizar el autoabastecimiento del combustible nuclear y potencialmente la exportación, a pesar de la oposición que este tipo de iniciativas generó en el pasado.

En ese sentido, se evalúa la reactivación de sitios como Sierra Pintada (Mendoza) y el inicio de la factibilidad en Cerro Solo (Chubut), o el más avanzado de la mina Ivana, de la empresa canadiense Blue Sky Uranium que podría estar produciendo en tres años.

En ese mismo sentido se inscribe el reciente acuerdo estratégico entre las empresas Nano Nuclear y UrAmerica, las que firmaron un memorándum de entendimiento para cooperar en el desarrollo de la industria del uranio en Argentina, con la intención de ser parte de las exportaciones de ciclo de combustible de uranio a Estados Unidos.

Pero un paso más allá de la etapa minera, la expectativa se centra en la recuperación de la capacidad de enriquecimiento de uranio, uno de los desafíos más complejos, dominado por menos de una docena de países.

CNEA
El programa de enriquecimiento de uranio se puso en marcha en 1978.

La Argentina busca retomar esta capacidad, crucial para completar el ciclo del combustible nuclear de sus centrales. Aunque históricamente se ha realizado en el Complejo Tecnológico Pilcaniyeu, se exploran otras metodologías en centros como Constituyentes y Bariloche, como parte de un proceso que está sujeto a estrictas regulaciones internacionales para evitar la proliferación nuclear.

Reforzar toda la cadena de valor

Más allá de la minería de uranio y la construcción de los SMRs nacionales, la CNEA tiene otros grandes objetivos como la reactivación de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), considerada la más grande del mundo y emplazada en la provincia de Neuquén, donde se producía un insumo estratégico que permite el uso de combustible de uranio natural en los reactores CANDU.

Esta instalación desactivada en 2017 es crucial para recuperar la capacidad de producción de un insumo que hoy se debe importar para mantener el funcionamiento de las centrales nucleares nacionales Atucha I y II y Embalse, y permitiría explorar oportunidades de exportación.

También se asegura la voluntad de poner en marcha el año próximo el reactor multipropósito RA-10, diseñado y construido íntegramente en Argentina, con el que se busca asegurar el autoabastecimiento de radioisótopos para uso médico e industrial, además de potenciar la investigación científica y tecnológica.

Lograr este hito también permitirá la producción de silicio dopado y sus instalaciones permitirán albergar el Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LAHN), colocando al país en la vanguardia de la investigación en ciencias básicas, salud e industria.

Finalmente, el proyecto integral de recuperación de las capacidades nucleares incluye la pronta inauguración del Centro Argentino de Protonterapia, considerado un futuro «hub» de investigación y tratamiento oncológico de vanguardia en la Ciudad de Buenos Aires.

Será el primero de su tipo en América Latina y el hemisferio sur, utilizando la protonterapia para un tratamiento del cáncer más preciso y con menor daño a tejidos sanos.

La Ciudad Nuclear

La coronación del proyecto atómico, es la Ciudad Nuclear de la Patagonia, un concepto que forma parte de un ambicioso plan para posicionar al país como un actor clave en la energía nuclear a nivel mundial, especialmente en el contexto de la creciente demanda energética de la IA.

El motor detrás de la idea es la necesidad de generar y ofrecer grandes cantidades de energía limpia y constante para los centros de datos que albergan las operaciones de Inteligencia Artificial, una herramienta que consume mucha electricidad y requiere una fuente de alimentación ininterrumpida.

Energía Nuclear, Energías renovables, Carem
El reactor CAREM llegó a un progreso del 65%, pero finalmente fue descartado.

La visión es que esta «ciudad» albergue múltiples SMRs que por su tamaño, modularidad y seguridad son considerados ideales para ser construidos cerca de los centros de datos, proporcionando energía directa y fiable, además de contar en la Patagonia de un entorno climático para ayudar a la refrigeración de los equipos y disminuir el consumo.

Al ofrecer una fuente de energía tan atractiva para la IA, se busca atraer las millonarias inversiones que manifestaron estar dispuestos a realizar gigantes tecnológicos como Google, Microsoft, Amazon, Meta, entre muchos otros a nivel global, para que establezcan sus centros de datos en esta «ciudad nuclear», convirtiéndola en un hub global de tecnología y energía.

YPF el actor inesperado

La petrolera YPF puede participar del negocio nuclear es un giro estratégico que le permitiría diversificar su matriz energética y posicionarse como un actor integral en las denominadas energías del futuro, pero más allá de la actual etapa de producción y exportación de gas y petróleo que se extenderá como prioridad hasta comienzos de la próxima década.

La idea que reveló su presidente y CEO, Horacio Marin, es participar de la exploración y producción de la minería de uranio para asegurar el abastecimiento de materia prima para el desarrollo nuclear del país y alimentar las centrales existentes, apuntalar el desarrollo de los futuros SMRs y, eventualmente, posicionar a la Argentina como exportador de ese mineral crítico.

La visión es que esta «ciudad» albergue múltiples SMRs que por su tamaño, modularidad y seguridad son considerados ideales para ser construidos cerca de los centros de datos, proporcionando energía directa y fiable, además de contar en la Patagonia de un entorno climático para ayudar a la refrigeración de los equipos y disminuir el consumo.

En este punto, YPF también contempla participar en el desarrollo y posible construcción de reactores modulares pequeños (SMRs) que se caracterizan por ser más pequeños, flexibles y con menores costos, en un negocio que Marin denominó de exportación de energía a través de Internet. 

En distintas oportunidades desde la petrolera se explicó que la meta de YPF es convertir a Argentina en un exportador de energía significativa para 2031, y la energía nuclear junto con las renovables y el hidrógeno verde, forma parte de esta estrategia de una nueva etapa para la próxima década.

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