Los técnicos argentinos lograron evitar que la central pasara años sin generar electricidad. Una ingeniera del Instituto Balseiro y Nucleoeléctrica, especialista en seguridad nuclear, lo contó de manera muy didáctica en las redes.
La Central Nuclear Atucha II volvió a generar y entregar energía eléctrica al sistema nacional, luego que la empresa operadora Nucleoeléctrica Argentina completara una muy compleja reparación en su reactor.
Para ello tuvo que avanzar primero en el diseño y fabricación de una herramienta especial y a medida para poder realizar la reparación del desperfecto detectado en octubre de 2022 durante la parada programada de mantenimiento de la Central.
Aunque mucho se habló en las últimas semanas de este nuevo hito de la ciencia argentina, lo cierto es que la dimensión de lo realizado escapa a la gran mayoría.
Atenta a eso, la ingeniera nuclear Julieta Romero subió a sus redes sociales un video muy didáctico y revelador en el que explica de manera clara y sencilla cuál fue el problema que se encontraron los técnicos durante la parada programada de Atucha II, el desafío que suponía la reparación, las opciones que se barajaron y cómo se realizó finalmente.
«Ver tanta gente apasionada y con una meta en común me dio ganas de armar el video, así que se lo propuse al área de comunicaciones de NA-SA y me permitieron documentarlo ‘a mi manera”, le contó a Dinamicarg.com la quilmeña que, en paralelo a una destacada carrera profesional, desde sus redes sociales suele divulgar de manera sencilla y atractiva conocimientos muy complejos vinculados a su área de conocimiento.
«Trabajé 11 años en Nucleoeléctrica como ingeniera nuclear, así que sé lo que se siente ante este tipo de desafíos y ahora pude seguir los hitos que se fueron dando en la resolución (del problema en el reactor)», amplió la joven profesional, que se desempeñó en la compañía a cargo de las centrales nucleares del país primero en licenciamiento y seguridad, y posteriormente en el sector de planificación.
Nacida hace 35 años en la ciudad bonaerense de Quilmes, Romero se recibió de ingeniera nuclear hace 12 años en el prestigioso Instituto Balseiro de la ciudad rionegrina de Bariloche.
Especializada en seguridad nuclear, regresó hace poco a la Argentina tras vivir dos años en París gracias a un convenio entre Nucleoeléctrica y la Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO, por sus siglas en inglés). Por estos días, se prepara para ir a trabajar ya de manera estable en Francia.
Durante su estadía reciente en Europa se dedicó a estudiar las centrales nucleares del continente, en un contexto marcado por la invasión de Rusia a Ucrania y las amenazas de un accidente de gran magnitud en la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa.
Para el operativo de reparación de Atucha II se afectaron unas 200 personas que trabajaron en el interior de la central durante dos semanas, con un presupuesto estimado en casi 20 millones de dólares.
En una reciente entrevista que brindó al diario El País de España, Romero destacó que en el país aún hay mucho por hacer en materia nuclear, pero valoró especialmente el lugar que ocupa Argentina en el sector a nivel global y destacó el proyecto del reactor de la Central Argentina de Elementos Nucleares (CAREM), del que podría haber un prototipo para 2026 y permitirá abastecer de energía eléctrica a zonas alejadas de los grandes centros urbanos y a polos industriales. “Servirá para aportar energía a la red eléctrica”, resumió.
En tanto experta en seguridad nuclear, Romero se encarga de analizar todos los eventuales accidentes que pueden ocurrir en una central para evitarlos.
“Una explosión como la de Chernobyl es el peor escenario, pero hay escalas. Un accidente también es un operario que cae de una escalera, aunque no tiene influencia en la seguridad de una planta”, explicó a El País y señaló que su trabajo “implica estar preparada para situaciones que ojalá nunca sucedan”.
El desafío de que Atucha II vuelva a generar electricidad
Para el operativo de reparación se afectaron unas 200 personas que trabajaron en el interior de la central durante dos semanas, con un presupuesto estimado en casi 20 millones de dólares, pero el mayor tiempo lo demandó el diseño y fabricación del herramental y procedimientos de ingeniería diseñados y fabricados íntegramente en el país, para resolver el desperfecto.
Se trató de una falla mecánica que consistió en el desprendimiento de uno de los cuatro soportes internos que se alojó en el fondo del tanque del reactor, lo cual no implicaba riesgos para la seguridad de las personas o el ambiente, pero motivó la detención del reactor de manera preventiva para evitar incidentes mayores.
El reactor ofrece una potencia de 745 Mw y utiliza como combustible uranio natural y agua pesada como moderador y refrigerante como las otras dos centrales con que cuenta el país que son Embalse y Atucha I, y su salida en el primer semestre explicó una menor generación nuclear de -14.6%.