El último relevamiento del INDEC muestra que la Patagonia registra los mejores indicadores de ocupación, impulsado por la dinámica de los hidrocarburos y la minería exportadora, en contraste con la mayor volatilidad que atraviesan los grandes centros urbanos.
El mercado de trabajo argentino volvió a exhibir fuertes asimetrías regionales durante el tercer trimestre de 2025, con Vaca Muerta destacándose como una fuente de trabajo robusta.
Así lo refleja el informe técnico “Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos (EPH)”, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que confirma una tendencia cada vez más marcada: mientras varias áreas metropolitanas enfrentan un escenario laboral inestable, la Patagonia se afirma como la región con mayor solidez en términos de empleo.
El desempeño patagónico no es un fenómeno aislado ni coyuntural. Está directamente vinculado a su matriz productiva, dominada por la explotación de hidrocarburos y, en menor medida, por la minería orientada a la exportación.
La región registró una tasa de desocupación del 5%, la más baja del país y claramente inferior al promedio nacional, que se situó en el 6,6%.
En ese esquema, el desarrollo de Vaca Muerta funciona como un ancla económica que sostiene tanto la ocupación directa como una extensa red de actividades asociadas, desde servicios especializados hasta logística y transporte. Pero también se distinguen del resto del país provincias petroleras como Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, donde el empleo del sector empieza a verse amenazado por el declive de los yacimientos convencionales y factores como la caída de los precios internacionales del crudo o la reciente salida de YPF.
Vaca Muerta y la Patagonia marcan la diferencia
Los datos del tercer trimestre de 2025 ubican a la Patagonia en el primer lugar del ranking nacional en materia de empleo.
La región registró una tasa de desocupación del 5%, la más baja del país y claramente inferior al promedio nacional, que se situó en el 6,6%.
La brecha se amplía aún más cuando se compara con regiones históricamente más pobladas, como el Gran Buenos Aires o el Noreste Argentino, donde los indicadores muestran mayores dificultades para absorber mano de obra.
Este bajo nivel de desempleo no es el único dato relevante. La Patagonia también exhibe una de las tasas de actividad más elevadas del país, con un 47,4%.
De acuerdo con la metodología oficial, este indicador mide la relación entre la población económicamente activa y el total de habitantes. En términos prácticos, revela que una proporción significativa de la población no solo tiene empleo, sino que participa activamente del mercado laboral o busca hacerlo.
La combinación de salarios relativamente altos, demanda sostenida de perfiles técnicos y continuidad de proyectos energéticos explica por qué la región mantiene un nivel de participación laboral superior al promedio.
En un contexto nacional atravesado por la incertidumbre, estos números refuerzan la idea de la Patagonia como un polo de atracción laboral.
Energía, minería y el efecto multiplicador
Aunque la Encuesta Permanente de Hogares se concentra en aglomerados urbanos y no desagrega exhaustivamente la información sectorial por localidad, el peso de la rama “Explotación de minas y canteras” resulta determinante en el sur del país.
Ciudades como Neuquén capital, Comodoro Rivadavia o Río Gallegos operan como nodos estratégicos para las principales cuencas petroleras y gasíferas, concentrando inversiones públicas y privadas.

La actividad hidrocarburífera no solo genera empleo directo en yacimientos y plantas de tratamiento. También impulsa un efecto derrame sobre sectores complementarios como la construcción, el transporte de cargas, la metalmecánica, los servicios industriales y el comercio mayorista.
Este entramado productivo explica por qué la Patagonia mantiene una tasa de empleo del 45%, una de las más altas del relevamiento nacional.
En contraste, en regiones donde predomina el empleo público o los servicios de baja calificación, los indicadores suelen mostrar mayores niveles de subocupación demandante. En el sur, la demanda constante de mano de obra vinculada a la energía actúa como amortiguador frente a esos desequilibrios.
Especialización y tensiones en el mercado de trabajo
El buen desempeño laboral patagónico no está exento de desafíos. El propio informe del INDEC advierte que, incluso en regiones con baja desocupación, persiste la presión sobre el mercado de trabajo.
La razón principal es la alta especialización que exige la industria de los hidrocarburos, lo que genera una brecha entre los perfiles que buscan las empresas y la oferta disponible de trabajadores sin formación técnica específica.
Este desajuste plantea un desafío estructural para la región: sostener el nivel de empleo requiere no solo inversiones continuas, sino también políticas de capacitación y formación alineadas con las necesidades del sector energético. Sin esa articulación, el riesgo es que convivan baja desocupación y dificultades para cubrir puestos clave.
A su vez, la estabilidad laboral patagónica depende en gran medida de variables externas. La evolución de los precios internacionales del petróleo y el gas, así como la continuidad de los proyectos de infraestructura vinculados al transporte y procesamiento de energía, serán factores decisivos para mantener el actual equilibrio.




