Ambos países definen el trazo ideal para exportar gas argentino como parte de una estrategia regional. Cuál es la alternativa más viable para Brasil con la cual busca diversificar la oferta y asegurar el suministro ante el colapso del gas boliviano.

El plan de exportar gas natural desde la formación de Vaca Muerta hacia el mercado del sur de Brasil se consolida como uno de los proyectos de infraestructura más significativos de la región.

Más allá del acuerdo de cooperación binacional firmado en noviembre de 2024, que establece una hoja de ruta para alcanzar un suministro de hasta 30 millones de metros cúbicos diarios (MMm³/día) para 2030, la atención se centra ahora en la viabilidad y conveniencia de las distintas rutas para concretar el flujo masivo del hidrocarburo.

El desafío es tanto logístico como geopolítico. La necesidad de abastecimiento de Brasil, frente al declive de la producción boliviana, colocó a la Argentina en el centro de la escena energética regional.

Los análisis técnicos de la industria, sumados a los planes estratégicos de Brasilia, definen un panorama de competencia entre posibles trazados, con implicaciones directas en el costo de transporte, la seguridad del suministro y la integración de la red gasífera.

La viabilidad técnica y económica de las distintas opciones es analizada en el seno de un grupo bilateral, que ha sumado a Uruguay, Bolivia y Paraguay e incluso Chile, en una mesa de debate sobre políticas de confluencia regional, inversiones, precios, y homogeneización regulatoria.

Las cuatro rutas posibles del gas a Brasil

La ruta a través de Bolivia emerge como una alternativa inicial por una razón fundamental: no requiere de la construcción de grandes obras de infraestructura adicionales fuera de la Argentina, más allá de la reversión del flujo del gasoducto que conecta Vaca Muerta con el norte argentino.

La atención se centra ahora en la viabilidad y conveniencia de las distintas rutas para concretar el flujo masivo del hidrocarburo

Las primeras exportaciones de prueba ya se realizaron en abril y mayo de este año, lo que demostró la gran ventaja del aprovechamiento del GasBol, que conecta Bolivia con el sur de Brasil.

La principal preocupación del sector privado y las empresas argentinas radica en la inseguridad jurídica y la crisis política boliviana, algo que entró en expectante revisión con la elección de Rodrígo Paz a la presidencia de Bolivia, y su discurso de centro derecha orientado a respetar los contratos y tener una inserción regional de mercado más amplia.

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Inicialmente, el debate se centrará en el canon que Bolivia pretende cobrar a las exportaciones desde la Argentina, valores que para la demanda brasileña dificultan la competitividad de la molécula.

Se registraron reclamos por una tarifa de peaje que las fuentes consultadas calificaron de «ridícula», de $2 el millón de BTU, aunque la negociación apunta a reducir ese costo cerca de la mitad. Brasil, no obstante, confía en poder negociar un acuerdo aun más favorable.

Paraguay mostró estos años un gran entusiasmo por oficiar de país de tránsito, destacándose por su buen clima de negocios y la promesa de conseguir el financiamiento necesario para el gasoducto que atravesaría su territorio.

La ventaja de esta vía es la promesa de estabilidad y respaldo financiero para la obra, a partir del fuerte respado gubernamental y el interés de los privados de concretar sus planes de desarrollo a partir del gas.

Uruguay también se suma a la mesa por su conexión subfluvial con la Argentina, el ducto que atraviesa el Río de La Plata desde Ensenada para abastecer a la ciudad de Montevideo.

Sin embargo, al igual que Paraguay carece de una demanda relevante, por lo que se requeriría una obra de magnitud equiparable a una conexión directa entre Argentina y Brasil. Ante esto las fuentes del sector sitúan esta opción como la que «corre más de atrás».

La conexión directa, la más probable

La ruta que, precisamente, evita a un tercer país y conecta directamente la Argentina con Brasil es la que cobra mayor fuerza, impulsada por la planificación energética del mayor mercado industrial de la región. Este camino implica la construcción de un gasoducto desde Uruguayana, en la frontera, hasta Triunfo o Porto Alegre, en el estado de Rio Grande do Sul.

Esta ruta evita conflictos y peajes de países intermedios, reduciendo la tarifa de transporte, y suministra gas directamente a una zona clave con importantes centrales termoeléctricas en Rio Grande do Sul, cumpliendo con la premisa de abastecimiento estratégico.

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La industria de Brasil demanda energía para poder seguir produciendo.

Se estima una inversión inicial de poco más de US$1.000 millones para la construcción del gasoducto, un monto que podría ser cubierto por el banco de desarrollo brasileño (BNDES) o financiamiento privado. La Empresa de Investigación Energética (EPE) de Brasil eleva el capital a invertir a $1.600 millones para la extensión de 593 kilómetros del ducto.

El Primer Plan Nacional Integrado de Infraestructura de Gas Natural y Biometano (PNIIGB) de Brasil, que proyecta inversiones de más de $7.500 millones, dedica un capítulo específico a la «Conexión Argentina-Brasil». La estrategia es diversificar las fuentes y compensar la caída de las importaciones bolivianas, cuyo declive se espera que continúe hasta fines de la década.

La ruta propuesta por el plan, que será de un gasoducto de 24 pulgadas y una capacidad de 15 MMm³/día, extiende la infraestructura ya existente del Gasoducto del Mercosur (Aldea Brasileira-Uruguayana) hasta la región de Triunfo, cerca del Complejo Petroquímico de Porto Alegre.

La ruta que, precisamente, evita a un tercer país y conecta directamente la Argentina con Brasil es la que cobra mayor fuerza, impulsada por la planificación energética del mayor mercado industrial de la región

El proyecto, cuya construcción demandaría unos 593 kilómetros de ducto, presenta sinergias con la duplicación del tramo sur del GasBol, lo que fortalecería la vinculación y la diversificación de la oferta con el cierre de un anillo estratégico regional.

Además, el trazado incluye la instalación de tres estaciones de compresión y cuatro puntos de entrega a lo largo de 12 municipios de Rio Grande do Sul, asegurando el suministro amplio.

Para que la exportación sea viable y competitiva, las partes involucradas sostienen que la tarifa de transporte no debería superar los $5 por MMBTU sumado a la distribución, y el precio del gas en boca de pozo desde Neuquén debería salir a un máximo de $2,5.

La expectativa es que el gas argentino llegue a Brasil a un precio de entre $7 y $8 por MMBTU, significativamente inferior al promedio actual del mercado brasileño, que ronda los $13,82.

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El gasoducto de Bolivia, una de las opciones para llevar el gas de Vaca Muerta a Brasil.

El gigante sudamericano es un mercado que depende fuertemente de las importaciones. A pesar de que su producción bruta de gas creció a un ritmo del 6,6% anual (2010-2024), impulsada por el gas asociado a la producción petrolera offshore en el Presal, más de la mitad de ese gas se reinyecta en los yacimientos.

Esta decisión obedece a la maximización de la producción de petróleo y, en gran medida, a la falta de una infraestructura adecuada de evacuación y transporte.

En promedio, la importación significó el 35% de la oferta total inyectada entre 2016 y 2024, pero a la vez la importación desde Bolivia se redujo a menos de la mitad en 2024 (14 MMm³/día) respecto a su pico de 2014 (33 Mmm³/día), y esa fuente sigue en caída libre.

El declive boliviano llevó a Brasil a recurrir crecientemente a las importaciones de Gas Natural Licuado (GNL). Hoy cuenta con 7 terminales regasificadoras con una capacidad total de 136 MMm³/día, aunque su nivel de utilización es muy bajo (7% de promedio en 2024), lo que ilustra una capacidad de importación alta para suplir picos de demanda.

Este recurso también es una alternativa viable cuando la Argentina comience a producir GNL desde las costas de Río Negro, lo que se prevé a partir del segundo semestre de 2027.

Los principales consumidores en Brasil son los usuarios industriales (59%) y la generación eléctrica (30%). El sector de generación presenta un aumento de demanda errático y significativo en años de baja disponibilidad hidráulica (como se vio en 2021), lo que obliga a mantener una infraestructura de importación robusta, aunque subutilizada.

El Plan Decenal de Expansión de Energía de Brasil proyecta que la demanda en los sectores industrial, residencial, comercial y de transporte aumentará un 3,5% anual hasta 2034, alcanzando un volumen total de alrededor de 56 MMm³/día. Esta proyección subraya la urgencia de diversificar la oferta con el gas de la Argentina.

Gasoducto del Norte, la opción inicial

Compañías como Total, Tecpetrol, Pluspetrol y Pampa Energía ya concretaron este año las primeras exportaciones de gas a Brasil a través de Bolivia, a modo de testeo de las instalaciones.

Gasoducto Norte, Caños, Córdoba
La obra de Reversión del Gasoducto Norte, clave para exportar gas hacia Brasil.

Para esto fue clave la reversión del Gasoducto del Norte, una vía de distribución del gas de Vaca Muerta hacia siete provincias argentinas, pero que tiene por el momento una fuerte limitación de capacidad en torno a los 15 MMm3/d que apenas alcanzan para la demanda no invernal.

Para convertir ese ducto que lleva desde Córdoba hasta el límite con Bolivia, son necesarias nuevas inversiones millonarias que, según la transportista TGN, amplíen no sólo la capacidad del ducto existente mediante estaciones de compresión y loops de algunos tramos, sino también incluyan un nuevo ducto desde Tratayén hasta el sur de Córdoba.

TGN tendrá un rol clave en el desarrollo de las exportaciones regionales a la que se aspira con Vaca Muerta, ya que la dispersión geográfica de su red la convirtió en el único operador que vincula sus gasoductos con Chile, Brasil, Bolivia y Uruguay, lo que les permitió ser los primeros en desarrollar el negocio de comercio exterior.

En ese sentido, la empresa tiene un proyecto latente de poder incrementar de manera modular la capacidad de la red de ductos que conducen hacia Bolivia de manera de poder llegar con una oferta de 10 a 20 MMm3/d para Brasil, eventualmente Paraguay, con seguridad Bolivia si no logra revertir el declive de sus yacimientos en los próximos años, y el norte de Chile.

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