El 2023 cierra con una Argentina más minera que en el año anterior y con potencial para seguir este camino el próximo año. Si se analizara como un proyecto, la fortaleza estaría en la exploración, y el riesgo en que los inversores no lleguen a tiempo.
Argentina está parada frente a una oportunidad histórica: el mundo está pidiendo minerales para la transición energética y los yacimientos están. Esta premisa se convirtió en un caballito de batalla del sector empresarial y de la política. El auge de los proyectos de litio y el cobre son los grandes esperanzadores de esta esperanza.
Como contrapunto está el envejecimiento del sector metalífero tradicional, el oro y la plata, cuyos referentes se dicen asfixiados por los problemas de coyuntura. Frente a este panorama: ¿el 2023 deja al país más cerca o más lejos de la idea de boom minero y qué posibilidades hay de que sea el próximo año?
Una posible respuesta puede está en analizar la actualidad de la minería nacional como si se tratara de un informe de factibilidad, mirar con ojos mineros el proyecto de una Argentina exportadora de esos minerales clave para la electromovilidad y generadora de dólares.
Al igual que si fuera un yacimiento, no alcanza con tener los minerales bajo la tierra. Otras variables clave son la situación económica interna e internacional, las regulaciones, el contexto político y social. Todos estos procesos pesan tanto como las muestras geológicas.
En la industria, la factibilidad se arma entre la exploración y la explotación. Es la traducción de ese potencial natural a un plan de negocios viable, donde habrá inversores interesados.
En el caso del país, esta factibilidad sería la de un proyecto en expansión, que busca pasar de su producción actual para dar el salto a una historia minera moderna, donde el litio y el cobre se suman como actores clave y le dan un nuevo aire a los engranajes que están en movimiento.
Exploración, la buena noticia de cada día
En gran parte, Argentina se encuentra en la búsqueda de minerales, ya que este fue el proceso que más avanzó en el último año. En el último informe que presentó la secretaría de Minería, había 161 proyectos mineros catalogados, de los cuales 92 estaban en fase de exploración y solo 20 en explotación, además hay 9 proyectos en construcción, 11 en factibilidad, 4 en prefactibilidad, y 10 en evaluación económica. Los restantes se encuentran catalogados pero inactivos o en prospección inicial.
Esto quiere decir que el 57% de la cartera minera argentina está en esta fase, con un impulso muy fuerte de tres tipos de minerales: litio, con 35 exploraciones avanzadas y algunas en factibilidad, 8 proyectos de cobre de importancia y muy avanzados y el oro con 24, de los cuales solo dos se encuentran en factibilidad y un tercero en evaluación económica preliminar.
Esto indica que este último tipo de yacimientos, a pesar de tener una gran cantidad de información histórica, es el que menos se movió a nuevas etapas.
El litio, que tenía solo dos minas en producción en los últimos 20 años, sumó más de una treintena de posibles minas en los últimos dos años. Durante 2024 está previsto que entre en actividad también Tres Quebradas, que sumará 20.000 toneladas anuales de carbonato de litio a la actual producción argentina.
Estos avances se dieron en el Triángulo del Litio, la prometedora área que abarca a Chile, Bolivia y Argentina, donde las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca son las más avanzadas.
Pero la exploración de este metal también se extendió a otras áreas del país: la búsqueda de yacimientos no tradicionales empezó durante este año en San Juan, La Rioja, donde las arcillas y aguas subterráneas dieron buenos resultados, La Pampa y Buenos Aires firmaron convenios para iniciar la prospección y Formosa firmó en el segundo semestre un convenio para iniciar su primera planta piloto.
Todo esto habla de cómo la búsqueda de este mineral se extiende a nuevos territorios, sin que tengan historia minera, con el objetivo de posicionar definitivamente al país como productor de este metal. Así, Argentina se para firme ante un 2024 para escalar posiciones en el esquema internacional de extracción de litio.
Dar el paso a la explotación minera, un desafío que el 2023 no destrabó
A pesar de los buenos resultados que tuvo el litio en exploración y las fuertes inversiones que llegaron para poner a punto los nuevos yacimientos, durante el año solo uno se puso en marcha: Olaroz Cauchari. Aun así, este metal tiene muchas posibilidades de poner en marcha al menos dos (los más optimistas hablan de cinco) emprendimientos durante 2024. Los 30 meses de crecimiento sostenido de toma de mano de obra y de inversión son datos alentadores.
El cobre en cambio, sigue siendo solo potencial. Argentina no produce ni una libra del metal conductor desde 2018, cuando cerró La Alumbrera en Catamarca. Este proyecto volvió a tener oxígeno con la compra de Glencore de los derechos del yacimiento y avanza con una nueva factibilidad bajo el nombre de MARA.
En el caso del país, esta factibilidad sería la de un proyecto en expansión, que busca pasar de su producción actual para dar el salto a una historia minera moderna, donde el litio y el cobre se suman como actores clave y le dan un nuevo aire a los engranajes que están en movimiento.
En San Juan, Josemaría se encuentra en pre-construcción desde hace más de un año y a principios de 2023 se sumó Los Azules que presentó su Informe de Impacto Ambiental. También hubo exploraciones nuevas en Salta, sumando nuevos distritos cupríferos al mapa argentino.
Pero lo cierto es que ni siquiera el primero, que está en la instancia más avanzada, tiene menos de 3 o 4 años para iniciar la extracción y venta del metal, debido a la complejidad de montar la operación. A esto se suma que las empresas están a la espera de “mejores condiciones macroeconómicas” para hacer el grueso de la inversión.
La crisis de las minas tradicionales
Buena parte de los proyectos de oro y plata de los que tiene conocimiento hoy Argentina se generaron durante los años ’90 y hasta 2012. El impulso de la ley de Incentivo a la Inversión Minera del año 1993, cuando acordaron que los proyectos podían congelar la normativa fiscal por treinta años.
Esto impulsó buena parte de las minas que hoy están en actividad de metales preciosos, que son 12 en total, y amplió las exportaciones de la industria, que hoy es el sexto en el ranking de generadores de divisas.
Pero ese impulso se detuvo al inicio de la década pasada. Los cambios en las normativas, inclusión de regalías a la producción, baja en el precio internacional del oro y la plata y la inestabilidad económica fueron desencadenantes de este freno.
Durante 2023 la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) lanzó una alerta: a las minas maduras de oro y plata les quedaba poco tiempo debido a la reducción de utilidades. Esto tenía que ver tanto con el agotamiento del mineral como que las bajas ganancias acortaban antes la vida útil y frenaba la exploración y nuevas factibilidades.
El comunicado incluía también otro dato alarmante: podían pasar 10 años antes de que se iniciara la producción en otro yacimiento de este tipo. Esto se debe a que la puesta en marcha de la explotación de metales tradicionales tiene al menos dos años para conseguir su factibilidad, el mismo tiempo para obtener los permisos y otros cuatro años de construcción.
En comparación, la producción de litio empieza antes: entre la factibilidad y las primeras exportaciones pueden pasar meses o un año y medio, ya que son procesos simples. Pero frente a esto, la generación de divisas del oro, la plata y potencialmente el cobre, es más alta. Hoy los primeros dos metales explican el 75% de todas las exportaciones mineras del país.
Argentina minera, ¿un buen proyecto?
Con los datos de los dos sectores metalíferos más importantes, el país se posiciona entonces con dos frentes distinguidos: por un lado, sus minas tradicionales y por el otro el empuje del litio y el cobre, siendo el primero de estos dos el que más se mueve.
Argentina se encuentra en una situación más similar a la de sus minas de cobre: con una cartera prometedora, hablando de potencial, pero todavía sin recibir la inyección de dinero suficiente para dar el paso. La única excepción es el litio, el tipo de explotación más rápido y menos oneroso de montar. También es el mercado internacional que más empuje tiene, por el salto en la demanda.
A este panorama se suma el cambio de gobierno nacional. Las mineras ya habían solicitado abrir y unificar el mercado cambiario y eliminar retenciones a las exportaciones, dos medidas que están dentro del encuadre ideológico que ganó el balotaje.
Pero en este escenario, queda todavía un factor más que en el mercado de las factibilidades minerales pesa tanto como el potencial del yacimiento: la situación social. La conflictividad en Chile y Perú les costó a estos dos países que las inversiones litíferas crecieran en una Argentina con problemas macroeconómicos. Además, empresarios ya alertaron que, sin inversión en infraestructura, un desarrollo de nuevos proyectos es más difícil.
Con estas cartas empieza el 2024 la industria minera: minas envejecidas, que podrían dejar de producir antes de que se solapen nuevas inversiones en metales como oro, plata y cobre. Una producción de litio que acelera y podría ser la estrella del año y un escenario político incierto.
Serán los primeros meses del año, y las definiciones de la nueva gestión que lleguen en ese periodo, las que podrían cimentar un salto nacional hacia la factibilidad minera nacional.