Aunque las necesidades varían entre industrias y territorios, la AIE identifica los minerales que resultan imprescindibles para las metas de descarbonización global.

Detrás de cada panel solar, turbina eólica, batería o red eléctrica hay una base material que no siempre se ve, pero que es clave: minerales críticos para la transición energética.

Estos recursos no solo son escasos, sino que están distribuidos de forma desigual en el planeta. Así, Chile es sinónimo de cobre y litio, Indonesia lidera en reservas de níquel, la República Democrática del Congo concentra el cobalto y China domina en tierras raras, un grupo de 17 elementos fundamentales para muchas tecnologías.

La AIE estima que la demanda de litio creció un 30% solo en el último año y deberá multiplicarse por diez: de 200.000 toneladas en 2023 a más de 2 millones para 2050 si se quiere cumplir la meta de emisiones netas cero de gases de efecto invernadero.

Más allá de el exceso de oferta coyuntural que empuja el precio del litio a la baja, la presión sobre todos estos insumos no para de crecer, especialmente si se tiene en cuenta las necesidades que imponen los objetivos de reducción de emisiones de carbono. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la demanda global se ha disparado en los últimos años, y todo indica que seguirá en aumento.

La Comisión Europea identificó recientemente 34 materias primas como fundamentales para sectores estratégicos como las renovables, la electromovilidad, la digitalización o la defensa. De ellas, 17 son consideradas también estratégicas por su carácter insustituible y la dificultad para acceder a ellas.

Más allá de las diferencias entre regiones e industrias, hay seis minerales que destacan por su papel clave en la transición energética, según la AIE: litio, cobre, cobalto, níquel, tierras raras y grafito.

Litio: la estrella de la transición energética

Es el insumo más mediático de esta transformación energética. Aunque su uso suele ser en dosis pequeñas, es esencial para casi todas las tecnologías limpias: desde energía solar, eólica y geotérmica hasta nuclear.

Pero su mayor peso está en las baterías, tanto para vehículos eléctricos como para sistemas de almacenamiento a gran escala.

La AIE estima que la demanda de litio creció un 30% solo en el último año y deberá multiplicarse por diez: de 200.000 toneladas en 2023 a más de 2 millones para 2050 si se quiere cumplir la meta de emisiones netas cero de gases de efecto invernadero.

Cobre: el músculo de la electrificación

No hay transición energética sin electrificación, y no hay electrificación sin cobre. Las redes eléctricas, los parques renovables y la infraestructura asociada dependen enormemente de este metal.

Según el informe Commodities making the energy transition happen del fondo Wisdom Tree, una central eólica marina necesita 8.000 kg de cobre para generar un megavatio, mientras que una central térmica de carbón solo requiere 1.150 kg.

cobre
Las redes eléctricas, los parques renovables y la infraestructura asociada dependen enormemente del cobre.

De ahí que la AIE proyecte un crecimiento del 50% en la demanda de cobre hacia mediados de siglo, pasando de 25 millones de toneladas en 2023 a más de 36 millones.

Cobalto: el comodín tecnológico

Muy presente en aleaciones industriales, el cobalto también es clave para las baterías y otras tecnologías limpias.

Su consumo global creció de 181.000 toneladas en 2021 a 215.000 en 2023. Para 2050, la AIE prevé que esta cifra se acerque a las 500.000 toneladas.

Níquel: más allá del acero inoxidable

Hoy, la mayor parte del níquel se destina a la fabricación de acero inoxidable. Sin embargo, el gran cambio viene por el lado de las baterías eléctricas, cuya demanda crece sin freno. También es vital en turbinas eólicas, centrales geotérmicas (generan electricidad con el calor terrestre) y producción de hidrógeno.

La AIE calcula que el consumo global de níquel pasará de más de 3 millones de toneladas en 2023 a más de 6 millones en 2050.

Tierras raras: esenciales pero invisibles

Pese a su nombre, no son realmente escasas en la corteza terrestre, pero sí difíciles de aislar en forma pura.

Tierras raras, transición energética, minerales críticos
Si bien las tierras raras están presentas en muchos lugares, los yacimientos que aprovechables son escasos y su extracción, difícil.

Agrupan 17 elementos como el neodimio, el itrio o el lantano, y más del 50% se usa para fabricar imanes permanentes, clave para aerogeneradores, por ejemplo.

China hoy concentra el 54% de la producción y el 77% del refinado mundial de estos elementos.

Su demanda total, aunque baja en comparación con otros minerales, casi se triplicará: de 78.000 toneladas en 2023 a cerca de 200.000 en 2050, según la AIE.

Grafito: el silencioso imprescindible

Forma natural del carbono, el grafito se utiliza en múltiples sectores, pero en la transición energética su principal función está en los electrodos de baterías.

La AIE proyecta que su demanda pase de 4,6 millones de toneladas en 2024 a 16 millones en 2050, impulsada sobre todo por el auge del auto eléctrico.

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