Así lo destaca el Informe de Competitividad realizado por 11 cámaras industriales del sector. Sería el equivalente al 1% del PBI argentino, con la consecuente creación de miles de empleos en el período 2025-2035.
En la próxima década, el sector metalúrgico podría posicionarse como uno de los pilares fundamentales para el desarrollo económico de Argentina, apalancándose en cuatro industrias estratégicas: Oil&Gas, minería, foresto-industria y energías renovables.
Esta proyección se desprende del Informe de Competitividad elaborado por 11 cámaras industriales del sector metalmecánico, la mayoría de ellas agrupadas en la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra).
El informe resalta que estas cuatro áreas tienen el potencial de generar inversiones combinadas capaces de impulsar un crecimiento de aproximadamente 7.400 millones de dólares anuales para el sector metalúrgico entre 2025 y 2035.
Para operar y desarrollar distintas actividades se precisan diversas estructuras y componentes clave, como módulos metálicos, piezas para maquinaria, equipos eléctricos (motores, transformadores, bombas, válvulas) y maquinaria pesada.
Esta cifra representa un 1% del PBI nacional y podría traducirse en la creación de miles de nuevos empleos.
No obstante, el análisis también subraya la necesidad de fortalecer la competitividad estructural del país para sustituir importaciones y desarrollar productos exportables con alto valor agregado. Este enfoque permitiría ampliar la presencia de Argentina en los mercados internacionales.
El sector metalúrgico, junto con el automotriz, ya tiene un peso importante en la economía: en conjunto generan exportaciones por 11.500 millones de dólares y sostienen más de 350.000 empleos directos.
Por último, según el informe, las actividades metalúrgicas representan el 5,6% del PBI argentino, consolidándose como uno de los complejos industriales más relevantes del país.
Buenas perspectivas para el sector metalmecánico
El informe proyecta que las industrias de Oil&Gas, minería, energías renovables y foresto-industria atraerán inversiones cercanas a los 130.000 millones de dólares en la próxima década.
De este total, más del 60% corresponde a Vaca Muerta, mientras que la minería ocupa el segundo lugar con el 23%.
Además, se estima que el valor de producción de estas actividades aumentará en más de 66.000 millones de dólares anuales.
Este crecimiento impulsaría la demanda de bienes y servicios en múltiples sectores proveedores, generando un efecto multiplicador en la economía.
El análisis de los costos asociados a estas industrias revela que el 11,3% del valor de producción proyectado se destinará a la adquisición de bienes metalúrgicos.
Dentro de este porcentaje, destacan el 8,3% en minería, el 9,8% en petróleo y gas, el 7,6% en foresto-industria y un notable 56% en la construcción de parques eólicos.
Esto responde a la necesidad de diversas estructuras y componentes clave, como módulos metálicos, piezas para maquinaria, equipos eléctricos (motores, transformadores, bombas, válvulas) y maquinaria pesada, indispensables para operar y desarrollar estas actividades.
La interacción entre estos sectores evidencia una sinergia estratégica, donde cada industria potencia a las demás.
Por ejemplo, se proyectan inversiones acumuladas a 10 años de 80.000 millones de dólares en Oil&Gas, 30.000 millones en minería, 12.000 millones en energías renovables y 7.000 millones en foresto-industria.
El problema de la carga impositiva para el sector metalúrgico
El estudio también pone el foco en la carga impositiva que afecta a la industria metalmecánica, comparándola con la de otros países de la región para ilustrar el impacto de este factor.
“Hoy los productos metalúrgicos en la Argentina soportan una carga impositiva del 32% promedio sobre el costo de fabricación, más del doble que en Brasil y México. Además, un tercio de estos impuestos son distorsivos, es decir, se acumulan en la cadena de valor (débitos y créditos, Ingresos Brutos, tasas municipales, sellos/otros)”, detalla el informe.
Esta realidad posiciona a la Argentina entre los países con peor desempeño en los rankings globales de competitividad.
Los principales factores que contribuyen a este escenario incluyen la inestabilidad macroeconómica, la elevada presión fiscal, los costos laborales no salariales, la falta de financiamiento para el sector privado y los altos costos logísticos.
Un dato destacado del informe es que más de un tercio de la carga tributaria que recae sobre la actividad metalúrgica corresponde a impuestos “distorsivos”. Estos tributos, que tienen una menor incidencia en países como Brasil y México, generan un efecto acumulativo que encarece la cadena de valor.
Para ejemplificar este impacto, el informe menciona el caso de una sembradora: en Argentina, el 33% de su costo de producción corresponde a impuestos, mientras que en Brasil es apenas el 15% y en México, el 19%. Algo similar ocurre con un acoplado, donde la carga tributaria alcanza también el 33% en el país.