Investigadores desarrollaron una técnica que permite recuperar litio de celdas usadas sin necesidad de procesos de alta temperatura ni grandes volúmenes químicos. Apuntan a resolver un desafío ambiental y económico creciente: qué hacer con las baterías cuando se agotan.
El avance en tecnologías de reciclaje de baterías abre una nueva etapa en la transición hacia la movilidad eléctrica. Investigadores de la Universidad de Wisconsin–Madison, en Estados Unidos. desarrollaron un método electroquímico que permite recuperar litio de baterías usadas de tipo LFP (litio-hierro-fosfato), unas de las químicas más extendidas en vehículos eléctricos, por su bajo costo.
La propuesta, liderada por la profesora Kyoung-Shin Choi junto a los especialistas Do-Hwan Nam y Brian M. Foster, busca resolver un desafío ambiental y económico creciente: el destino de las baterías agotadas. La tecnología consiste en una recuperación selectiva de iones de litio que se lleva adelante en dos etapas.
Lo innovador de este proceso es que no requiere altas temperaturas ni grandes volúmenes de reactivos.
Este avance ya despertó el interés de empresas del sector, que ven en este tipo de soluciones la posibilidad de blindar sus cadenas de suministro ante la volatilidad del mercado del litio y los riesgos geopolíticos.
En este contexto, el reciclaje de baterías LFP se convierte en un activo central. Aunque ofrecen menor densidad energética que las basadas en níquel, manganeso o cobalto, son elegidas por compañías como Tesla y BYD por su mayor durabilidad y menor toxicidad.
Sin embargo, al llegar al final de su vida útil, casi todo su valor económico se concentra en el litio, ya que el hierro y el fosfato tienen poca utilidad en mercados secundarios. Esto convierte a la recuperación de litio en el factor determinante de la viabilidad del reciclaje.
El proceso de reciclaje de litio
Primero, se realiza la lixiviación química del Li+ presente en el compuesto LiFePO4 utilizando ácido fosfórico (H3PO4) y peróxido de hidrógeno (H2O2). Luego, mediante una celda electroquímica compuesta por electrodos de almacenamiento de litio y fosfato, los iones se extraen y se recuperan finalmente en forma de Li3PO4, un material de valor industrial.
Lo innovador de este proceso es que no requiere altas temperaturas ni grandes volúmenes de reactivos, lo que reduce costos y huella ambiental. Otro de los puntos fuertes de esta investigación es su aplicabilidad sobre la llamada black mass, el polvo oscuro que resulta de triturar baterías en plantas de reciclaje.

El procedimiento demostró eficiencia tanto en celdas comerciales como en ese material intermedio, considerado clave para los procesos industriales. El equipo ya trabaja en la validación de un prototipo, mientras prepara la formación de una startup tecnológica destinada a llevar esta innovación al mercado.
Las reglas que impone la Unión Europea
Desde el punto de vista normativo, la innovación también se adelanta a exigencias regulatorias. La Unión Europea estableció que a partir de 2031, “un porcentaje mínimo del litio contenido en las nuevas baterías deberá provenir de fuentes recicladas”.
Este mandato obliga a los fabricantes a incorporar esquemas de economía circular, y otorga un papel relevante a tecnologías capaces de asegurar volúmenes confiables de litio recuperado.
El contexto de mercado aporta otro ángulo al problema. En los últimos días, el litio se negoció en torno a los 11.169 dólares por tonelada, con un aumento mensual del 9,18% y un alza interanual del 6,20%. Las variaciones de precios estuvieron influidas por la paralización de plantas en China y un accidente en una operación chilena, que redujeron la oferta
Los investigadores de Wisconsin estiman que la solución podría estar lista para su aplicación industrial en el plazo de una década. Aunque los plazos son extensos en el sector energético, la ventana de oportunidad coincide con la expansión prevista de la electromovilidad y con la entrada en vigencia de las regulaciones europeas.