Especialistas del país vecino consideran que es necesaria la reversión de la planta compresora del Gasoducto de Integración Juana Azurduy. En Argentina, prevén que la conexión puede darse con una obra más simple.

De la mano de la actividad en Vaca Muerta y la mejora en el sistema de transporte nacional, la industria hidrocarburífera está a punto de garantizar el abastecimiento interno y pone el ojo en el mercado exportador. El gran objetivo es comercializar gas con Brasil a través de la infraestructura compartida con Bolivia, pero aún hay algunos obstáculos que sortear.

El primer paso es completar la Reversión del Gasoducto Norte, que tiene fecha para diciembre y permitirá cambiar la dirección del ducto. De este modo la producción en la Cuenca Neuquina podrá viajar hacia el norte del país y llegará a las naciones vecinas.

El Gasoducto de Integración Juana Azurduy es la línea que une las redes de ambos países desde Salta.

Sin embargo, de acuerdo al analista de la Fundación Jubileo, Raúl Velásquez, culminar el proyecto de Enarsa no será suficiente.

En diálogo con el diario El Deber de Bolivia, el especialista aseguró que para que el gas de Vaca Muerta pueda ingresar en las redes de Bolivia es necesaria la reversión de la planta compresora del Gasoducto de Integración Juana Azurduy (GIJA).

Velásquez no está solo en su planteo. El geólogo y analista en hidrocarburos, Gustavo Navarro (también del país vecino), fue consultado por la prensa del país andino y coincidió en que es fundamental el cambio de dirección en el GIJA.

El Gasoducto de Integración Juana Azurduy es la línea que une a ambos países desde Salta, y es administrado en forma conjunta entre Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y la estatal argentina Enarsa.

Es un ducto de 52 kilómetros de extensión -solo 13 del lado de Bolivia- que empalma con el Gasoducto Norte, que ahora llevará el recurso desde Vaca Muerta hacia el norte.

La alternativa que barajan en la Argentina

El GIJA cuenta con un puente de medición ubicado en la entrada de la refinería salteña de Campo Durán, que sirve para medir el flujo de gas que ahora iría desde Argentina hacia Bolivia, en sentido contrario al que fluyó por 19 años,.

La idea que trabajan los especialistas en la Argentina es la de colocar directamente un nuevo puente de medición, ahora con capacidad de operar en dirección contraria, que se emplazaría en paralelo al actual. Esta segunda estructura sería suficiente, dado que no se espera una exportación tan grande.

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Fuentes de la industria argentina consideran que no es necesario revertir la planta compresora.

Cuando el gas venia desde Bolivia hacia el sur, por el puente original pasaban cerca de 27 millones de metros cúbicos diarios.

Este nuevo puente de medició, debería emplazarse en dirección al norte para poder realizar la medición del gas que se exporte desde Argentina, y según se comentó, tendría un plazo de ejecución de tres meses.

Mientras, ya hay cuatro petroleras que consiguieron autorización del gobierno para iniciar los envíos a Brasil via Bolivia.

La demanda local, ¿obstáculo para las exportaciones?

Otro desafío que aparece en el horizonte exportador al que apuntan las operadoras, es la demanda local de las provincias del norte argentino.

Actualmente, el consumo habitual de la zona, que hasta el mes pasado recibía gas de Bolivia, va de los 12 a los 17 millones de metros cúbicos y en meses como de bajo consumo no supera los 15 millones de m3.

Este volumen es precisamente el máximo que en la primera etapa de la reversión del Gasoducto Norte podrá tener el sistema, con lo cual, de registrarse una demanda de ese nivel, no quedaría gas disponible para ser exportado.

La segunda etapa de la reversión, que consiste trabajos en dos plantas compresoras, no estará lista ni este mes ni este año, sino que se espera a partir de marzo del año que viene.

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