El país cuenta en la Patagonia con las mejores condiciones para el desarrollo de esta energía limpia, y privados, organismos y el Estado trabajan para regular e impulsar la actividad. Sin embargo, todavía se está lejos de vecinos como Chile, Uruguay y Brasil.
La preocupación mundial por la preservación del medio ambiente y el incentivo a la generación de energía por fuentes renovables es hoy indudable. Y el hidrógeno, como un portador de energía limpio representa una de las tantas estrategias para lograr este objetivo. En ese contexto, Argentina cuenta con grandes ventajas para el desarrollo de energías alternativas, a partir de su geografía con enormes extensiones con cercanía a puertos marinos, además de fuertes vientos e intensa radiación solar.
Sin embargo, sobre el hidrógeno verde (una de las estrellas de las energías limpias) hay varios asuntos que aún se encuentran sin resolver. En Argentina, una de las potenciales cunas de este combustible renovable, sobrevuelan aún más dudas.
Claramente hay una necesidad a nivel mundial de mejorar las cuestiones ambientales y dar un paso decisivo hacia la sustentabilidad. Y respecto al hidrógeno no existen incertidumbres sobre si se puede o no utilizar, sino en qué plazo verá la luz como un mercado sólido, al estilo GNL, por ejemplo, con un mercado y una oferta y demanda definidas, y si será lo suficientemente competitivo frente a otras alternativas.
El hidrógeno verde, renovable o bajo en emisiones puede llegar a la industria pesada o ser utilizado para combustible marítimo o aéreo de larga distancia, donde no se podría llegar con la electrificación directa, a través de energías renovables o con las baterías. Esos lugares donde necesariamente hoy se debe seguir consumiendo combustible a base de hidrocarburos.
“Necesitamos tener tecnologías que contribuyan a la reducción de las emisiones para lograr el cuidado del medio ambiente, y en un tiempo muy corto. Pero es como todo: ¿cuándo se empieza a desarrollar y a tomar más en serio las inversiones? Cuando se empieza a ver la demanda”, explica Fabiana Gennari, ingeniera química e investigadora de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Mediante electrólisis, se separan el hidrógeno y el oxígeno de la molécula de agua. El hidrógeno puede utilizarse como combustible o como energía eléctrica (en una pila de combustible) o mezclarse con otros componentes para obtener derivados como el metano o el amoníaco.
Todo el proceso se presenta como la alternativa con menores emisiones asociadas, por lo que despierta gran interés por parte de empresas que buscan reducir su huella de carbono y aprovechar y complementar sus procesos ya establecidos.
“El hidrógeno va a ser un elemento que se va a demandar de una manera consistente y firme en algún momento ¿Cuánta va a ser esa demanda? ¿Cuándo se va a producir esa demanda? Hay todavía incertidumbre. Pero eso va a ocurrir”, destaca Juan Carlos Villalonga, presidente de GLOBE y miembro de la PlataformaH2 Argentina (se creó con el objetivo de alentar, promover y trabajar en el desarrollo del hidrógeno verde en Argentina).
El hidrógeno va a ser utilizado principalmente en la industria química, siderúrgica, agro-nutrientes, en algunos usos energéticos, como puede ser el transporte marítimo, siempre reemplazando hidrocarburos.
En grandes empresas energéticas se abrieron departamentos de estudio del hidrógeno. El elemento se encuentra ya presente como derivado de otras acciones (al quemar gas o hidrocarburos), pero su desarrollo requiere tiempo y dinero.
Hasta ahora, los estudios apuntan precisamente a eso: el equilibrio entre el costo de la inversión y el beneficio que se podría obtener. Las primeras señales marcan que podrían abastecer los mercados industriales, mineros y de transporte de largas distancias (pesados y marítimos/fluviales).
Para las redes domésticas, los requisitos de transporte serían demasiado onerosos –el hidrógeno daña los gasoductos actuales, por lo que no son aptos para compartir la infraestructura que se desarrolla a partir de Vaca Muerta-.
Así se desprende de los informes que presentaron recientemente las petroleras, nacionales y extranjeras, en diversos eventos de logística del país.
A grandes rasgos, existen tres mercados que se van a desarrollar: Estados Unidos, Europa y China. Estados Unidos y China serán autosuficientes; y Europa será importador. “Este último será el mercado al que deberá apuntar Argentina”, vaticina Villalonga.
La Argentina como hub exportador de hidrógeno verde
El hidrógeno verde, renovable o bajo en emisiones puede llegar a la industria pesada o ser utilizado para combustible marítimo o aéreo de larga distancia, donde no se podría llegar con la electrificación directa, a través de energías renovables o con las baterías. Esos lugares donde necesariamente hoy se debe seguir consumiendo combustible a base de hidrocarburos.
En Europa y algunos países de Asia no tienen la posibilidad de poder proveerse ellos mismos de la cantidad de hidrógeno verde que necesitan a un precio competitivo que les permita seguir desarrollando la industria. “Necesitan abastecerse de ese combustible de otros sitios en el mundo, como Argentina, en donde sí se puede producir este hidrógeno verde a un costo competitivo y asequible”, cuenta Juan Pedro Agüero, Country Manager de RP Global en la Argentina, y experto en hidrógeno verde.
Pero ¿cómo está el mercado hoy en la Argentina? “Lo que se conoce en el país son proyectos que están en distintas etapas de ejecución y de intención”, cuenta Gennari, aunque se trata de anuncios y no de inversiones concretas.
Actualmente, son varias las empresas internacionales que comenzaron a desarrollar estudios de prefactibilidad de proyectos de hidrógeno, con el objetivo de exportar. “Hay poco más de 10 empresas trabajando en el país en este sentido”, asegura Agüero.
Los estudios de prefactibilidad en hidrógeno llevan tres o cuatro años, por lo que las empresas tienen que estar listas para hacer la inversión cuando el mercado global comience a dar sus frutos. “Lo principal para estas empresas es asegurarse el espacio para el proyecto y por eso están adquiriendo decenas de miles de hectáreas en la Patagonia (Tierra del Fuego, santa Cruz, Chubut, Río Negro); estamos hablando de unas 200.000 hectáreas”, indica Villalonga.
Con su desarrollo eólico, Chubut pica en punta, pero toda la región busca captar las inversiones.
En esas tierras aún sin modificaciones, las compañías se encuentran midiendo vientos y haciendo evaluaciones de impacto ambiental. “Algunas han comprado, otras son arrendamientos, pero con contratos extensos de 40 o 50 años, y muy complejos porque hay que acordar con muchos propietarios vecinos para poder tener una extensión de esa cantidad de hectáreas colindantes para tener una unidad productiva así”, agrega Villalonga.
Las condiciones para concretar proyectos
Recientemente, la comisaria de Energía de la UE, Kadri Simson visitó la Argentina y aseguró que se financiarán proyectos en el país vinculados a la producción y transporte de hidrógeno verde, tal como se está haciendo en Chile. “Estamos buscando cómo replicar en Argentina los US$ 200 millones que ahora se le está dando a Chile”, para el mismo objetivo, explicó la funcionaria, en un encuentro al que también asistió el secretario de energía, Eduardo Chirillo.
En ese sentido, Villalonga dijo que “hay que definir un marco regulatorio, una política industrial, un prepararse para todo esto, en base a una hipótesis, una proyección y un escenario. Hoy no existe un mercado tangible de hidrógeno verde o son muy acotados, como por ejemplo Alemania, que acaba de hacer un contrato de compra de hidrógeno verde, de cierta escala, a Egipto”.
Es decir, recién se están empezando a producir las primeras subastas de este tipo. Es por eso que hoy el hidrógeno se mueve en base a grandes decisiones políticas que van de algún modo moviendo el mercado, para que en algún momento comience a tener vida propia, como ha pasado con las renovables o con el GNL.
“Hay que definir un marco regulatorio, una política industrial, un prepararse para todo esto, en base a una hipótesis, una proyección y un escenario”
Juan Carlos Villalonga, Presidente de GLOBE y miembro de la PlataformaH2 Argentina
En tanto, empresas privadas, cámaras e instituciones vinculadas al hidrógeno verde y las energías renovables trabajan a la par del gobierno en lo que podría ser una regulación que se adapte a las necesidades de este mercado, para permitir inversiones internacionales en el país que impulsen este tipo de proyectos.
Más allá que todavía no hay un mercado global claro de hidrógeno verde, el país debe subirse a una carrera que está ocurriendo ahora. “Para eso hay que insertarse en el mundo, hacer acuerdos bilaterales, de cooperación internacional. Que es lo que está haciendo Chile, Uruguay y Brasil. Por ahora Argentina sólo hace anuncios. Pero lo cierto es que es un país potencial”, cierra Villalonga.
Las empresas y el Gobierno seguirán en búsqueda de consensos para llevar adelante una regulación para el hidrógeno en la Argentina. La próxima cita es en Calafate, en la Provincia de Santa Cruz, donde se realizará el «Foro Hidrógeno Verde: condiciones para su desarrollo», el 30 de agosto. Apunta a compartir con el sector privado el potencial natural de la Patagonia y los objetivos de la transición energética.
Los anuncios con mayor impacto en el país
El mayor anuncio del sector lo realizó la australiana Fortescue, que prometió años atrás la mayor inversión de la historia en energías renovables en el país. Recientemente, funcionarios de Río Negro aseguraron que el proyecto “quedó en la nada”, aunque desde la empresa respondieron con un comunicado en el que aseguran que realizan estudios ambientales “a la espera de las condiciones necesarias” para poder avanzar en la concreción del proyecto.
Hychico, subsidiaria de Capex, tiene una larga trayectoria en Argentina en la producción de hidrógeno mediante electrólisis. Desde 2009, su planta ha generado más de 3 millones de metros cúbicos de hidrógeno. Además, desarrollan proyectos con la Unión Europea, como el almacenamiento subterráneo de hidrógeno y la producción de metano sintético a partir de energía eólica, con planes de exportación a Europa y Japón.
Nordex-Acciona también apunta al país con el proyecto Orkeke en Santa Cruz, donde planean un parque eólico de 2,6 GW que produciría 170.000 toneladas de hidrógeno y 200.000 toneladas de amoniaco anualmente. La inversión inicial sería de 5.000 millones de euros, con la decisión de inversión esperada para 2027.
HDF Energy, que desarrolla proyectos en países como Namibia e Indonesia, también apuesta por Argentina, con foco en el sector minero y regiones como Tierra del Fuego, donde la falta de energía firme es un obstáculo.
Por otro lado, Abo Wind, presente en el país desde 2006, ha asegurado 6.000 hectáreas en la Patagonia y está realizando estudios de medición y preingeniería.
Mientras tanto, RP Global, en Argentina desde 2017, está trabajando en un proyecto para exportar derivados de hidrógeno desde la Patagonia, avanzando en estudios de desalinización, electrolizadores y medición de energía eólica.
Por último, la serbia CWP Global, a través de su subsidiaria Southern Cone Energy, firmó un acuerdo con el Gobierno de Tierra del Fuego para generar energía eólica, electrólisis y plantas de amoníaco en la Argentina.