El valor del metal alcanzó la semana pasada una marca que no se daba desde febrero de 2012. Es clave en sectores como energía solar, electrónica y vehículos eléctricos. Pero hay voces que advierten que en la Argentina enfrenta un “futuro oscuro”.
En lo que va del año, la plata acumula una suba del 25%, consolidándose como uno de los metales con mejor rendimiento en 2025. Aun así, sigue detrás del oro, que avanzó un 30% en el mismo período.
Ambos metales suelen moverse en tándem cuando sube la tensión geopolítica, ya que los inversores buscan cobertura en activos más seguros. Sin embargo, la plata suma otro driver: su uso industrial. Es clave en sectores como energía solar, electrónica y vehículos eléctricos.
A diferencia del oro, la plata tiene un pie en la inversión y otro en la industria. The Silver Institute prevé que en 2025 la demanda global superará las 1.200 millones de onzas, de los cuales casi 700 millones provendrán de la fabricación industrial.
Un informe reciente de The Silver Institute proyecta que la oferta global del metal fue un 15% menor a la demanda en 2024, y anticipa un nuevo déficit para 2025.
El jueves 5 de junio, la plata al contado alcanzó los 36,07 dólares por onza, el valor más alto desde febrero de 2012.
Aunque luego retrocedió levemente a 35,90 dólares, el salto diario fue del 2,6%, impulsado por una ruptura técnica y un renovado interés de los inversores por activos considerados refugio seguro más allá del oro.
Los contratos más negociados de plata tuvieron un repunte aún mayor: subieron un 4% y superaron momentáneamente la barrera de los 36 dólares por onza.
Este repunte tiene impacto directo en Argentina, que cuenta con varios proyectos donde la plata es el principal commodity. Sobresalen Diablillos y El Quevar (Salta), La Providencia (Jujuy), Navidad (Chubut) y Pingüino y Virginia (Santa Cruz), varios de ellos aún sin explotar plenamente.
Según analistas, el empuje alcista se explica por una combinación de factores técnicos, fundamentos sólidos y un mayor apetito inversor.
De hecho, los instrumentos de inversión ETF respaldados por plata registraron entradas significativas en los últimos días: solo el miércoles, las tenencias crecieron en 2,2 millones de onzas, según Bloomberg.
El valor está, pero faltan proyectos nuevos
A pesar del contexto internacional favorable, en Argentina el panorama para la plata (y el oro) es incierto. “Representan el 80% de las exportaciones mineras, pero el futuro se ve oscuro. No hay proyectos relevantes a la vista que reemplacen a los que se están agotando”, advirtió en marzo Roberto Cacciola, presidente de CAEM, en la Comisión de Minería de Diputados.
Según explicó el títular de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros , de los diez proyectos en producción, siete tienen una vida útil de menos de cuatro años. “Celebramos que haya más exploración, pero no llegamos con los tiempos. Un proyecto nuevo necesita al menos ocho años para empezar a producir”, remarcó.

El representante del sector planteó que lo urgente es “consolidar los que ya existen, porque si no, las exportaciones van a caer”.
El precio ayuda. “Hoy tenemos al oro superando los USD 3.000 la onza y la plata en niveles muy buenos, eso nos favorece. Pero si estuvieran en los valores de 2022 (un 40% menos), no quedarían más que dos proyectos en pie”, graficó.
Por eso, valoró el trabajo conjunto con la Secretaría de Minería para extender la vida útil de los yacimientos actuales y recuperar la confianza de los inversores internacionales que abandonaron el país por la incertidumbre macroeconómica.
La plata, entre refugio e industria
A diferencia del oro, la plata tiene un pie en la inversión y otro en la industria. The Silver Institute prevé que en 2025 la demanda global superará las 1.200 millones de onzas, de las cuales casi 700 millones provendrán de la fabricación industrial.
En cuanto a la producción minera, se espera que marque un récord de los últimos siete años en 2025, con un aumento del 2% hasta alcanzar 844 millones de onzas, gracias al impulso de operaciones ya en marcha y nuevas que comenzarán a producir en distintas partes del mundo.
Para Argentina, la ventana está abierta. Pero hace falta más que precios altos: «se necesitan reglas claras, seguridad jurídica y estrategia de desarrollo para no dejar pasar otro ciclo de commodities», según afirmó Cacciola.