El malestar de los capitanes argentinos empieza a impactar en las operaciones de la aerolínea, que ya fue intimada por los retrasos y suspensiones de los últimos meses.
Flybondi enfrenta un escenario complejo marcado por cancelaciones masivas de vuelos y un creciente conflicto con su personal aeronáutico, que se ha convertido en el eje central de las tensiones actuales. Durante noviembre, la compañía canceló el 20% de sus vuelos programados, lo que representó unas 384 operaciones suspendidas, además de la reprogramación de más de 700 servicios.
Aunque la empresa asegura haber presentado un plan operativo para optimizar su programación, las cancelaciones continúan en diciembre, afectando tanto a la reputación de la aerolínea como a miles de pasajeros. Ahora, un nuevo elemento impacta en el problema, que parece lejos de ceder con la temporada alta de verano a la vuelta de la esquina.
Los capitanes locales perciben ingresos inferiores a los de los primeros oficiales debido a la baja cantidad de horas asignadas.
El conflicto interno con el personal aeronáutico, particularmente los pilotos y tripulantes, representa uno de los mayores desafíos para Flybondi por estas horas.
Representados por la Asociación de Tripulantes Aéreos de Flybondi (ATAF), los trabajadores han denunciado desigualdades laborales entre la tripulación local y la extranjera contratada bajo el régimen ACMI (Aircraft, Crew, Maintenance and Insurance).
Este esquema, que permite alquilar aeronaves junto con su tripulación, fue autorizado por el gobierno de Javier Milei como parte de sus medidas de desregulación del sector.
Actualmente, Flybondi opera con aviones de origen español y lituano, cuya tripulación está compuesta por brasileños y portugueses, lo que ha generado malestar entre los capitanes argentinos.
Según denuncias de ATAF, los capitanes contratados bajo el régimen ACMI vuelan en promedio 80 horas mensuales, mientras que los capitanes argentinos apenas alcanzan las 53 horas.
Además, los pilotos extranjeros reciben mejores condiciones en términos de transporte, alojamiento y alimentación, lo que, según el sindicato, genera un clima de «descontento generalizado» dentro de la compañía.
Las quejas también se extienden a los salarios, ya que los capitanes locales perciben ingresos inferiores a los de los primeros oficiales debido a la baja cantidad de horas asignadas.
Ante la falta de respuestas satisfactorias por parte de la gerencia, ATAF ha amenazado con llevar el conflicto ante la Secretaría de Trabajo y otras autoridades competentes.
Flybondi responsabiliza al cepo
La línea de bajo coste atribuye las cancelaciones y reprogramaciones a problemas operativos vinculados con la disponibilidad de su flota, los cuales, según la empresa, son consecuencia de restricciones en los pagos al exterior.
Aunque las medidas del cepo cambiario se han flexibilizado recientemente, la aerolínea sostiene que las demoras en la cadena de suministro internacional afectan la rapidez en el mantenimiento de sus aeronaves.
Estas dificultades, según Flybondi, han extendido los tiempos de reparación de repuestos críticos de un día a hasta 96 horas, generando trastornos en su programación diaria.
Desde el Gobierno, la Secretaría de Transporte y la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) han intimado a Flybondi a presentar medidas concretas para garantizar la reducción de cancelaciones y mejorar la calidad del servicio.
Aunque hasta el momento no se han aplicado sanciones económicas ni restricciones para operar, las autoridades han advertido que, de no cumplirse con los compromisos asumidos, podría procederse a imponer multas significativas e incluso a evaluar la continuidad de ciertas rutas que realiza la compañía.
Por el momento, el Gobierno evalúa las medidas necesarias para garantizar un servicio más confiable, mientras que la aerolínea enfrenta el desafío de recuperar la confianza de los pasajeros y resolver sus tensiones internas.