La estatal brasileña había anunciado la salida del país en octubre de 2022, pero acaba de revertir la decisión. Lo anunció tras una revisión de sus planes de desinversión orientada a foralecer su carácter público.
La petrolera estatal de Brasil, Petrobras, detuvo la venta de distintos activos entre los que se incluye su filial en la Argentina.
Las autoridades de la empresa tomaron la determinación a partir de una modificación en la estrategia corporativa impulsada por la nueva gestión gubernamental del gigante del Mercosur.
Cabe recordar que la compañía –que arribó al país hace más de 20 años– comenzó a orquestar su éxodo en 2010, con la venta de su refinería de San Lorenzo, Santa Fe y de su red de estaciones de servicio. Tendencia que se profundizó bajo el mandato de Jair Bolsonaro en 2019.
La historia de Petrobras en la Argentina comienza con la adquisición de PeCom Energía, allá por mediados de 2002
Sin embargo, con la llegada al poder de Luiz Lula Da Silva en enero de este año, y después de analizar el perfil de rentabilidad de la estatal, el gobierno brasileño optó por sacar de su catálogo de activos a la venta los proyectos petroleros de Urucu, en la Amazonía brasileña; Bahia Terra y Campo de Manati, localizados en el noreste del país carioca; e hizo lo propio con “Petrobras Operaciones”, su subsidiaria en Argentina.
Esta última, fue ofertada al mercado en 2022 con el objetivo de «optimizar» su cartera de activos. En ese entonces, la compañía tenía la intención de ahorrar cerca de 13,5 millones de dólares en gastos corrientes, deshaciéndose de una serie de activos, incluidos campos terrestres y campos marinos de aguas someras en América del Sur y Londres.
Todos estos procesos se detuvieron con la llegada de la nueva gestión presidencial y próximamente se cancelará el acuerdo de BahíaTerra que comprende 28 licencias para operar campos de gas y petróleo en tierra ubicados en el estado de Bahía. Esta concesión había recibido una oferta de 1.400 millones de dólares de parte de las empresas Petroreconcavo y Eneva.
Tras anunciar la suspensión de la venta de activos, la compañía brasileña informó que su nueva política para el área de exploración y producción de petróleo se basará en maximizar “el valor de la cartera centrándose en activos rentables». Esta determinación incluye «la reposición de reservas de petróleo y gas, el aumento de la oferta de gas natural y la promoción de la descarbonización de las operaciones».
En el mismo comunicado enviado a la bolsa de São Paulo, la firma señaló que en la rama de gas y energía decidió continuar con los procesos de venta de las participaciones del 20% que tiene en dos termoeléctricas y de otro 18,8% que ostenta en otra.
Por último, la estatal brasileña se refirió a las demás ventas que tiene en marcha dentro del segmento de exploración y producción, y dio a conocer que estarán sujetas a evaluaciones periódicas teniendo en cuenta su “rentabilidad, adherencia estratégica, el estado de su vida productiva y las oportunidades” que ofrece en materia de descarbonización.
Petrobras y un largo proceso de salida
La historia de Petrobras en la Argentina comienza con su llegada al país a raíz de la adquisición de PeCom Energía, allá por mediados de 2002. La transacción le supuso un desembolso de 1.125 millones de dólares y era clave para su plan de consolidarse como segunda refinadora del mercado de combustibles argentino.
Su estrategia sufrió muchos reveses a lo largo de la década, en especial por la crisis de 2008 que llevó a que la compañía vender sus primeros activos en el país, una refinería ubicada en Santa Fe junto a una red de 345 estaciones de servicio.
El escenario se complicó aún más para la multinacional en 2014, cuando se filtraron a los medios distintos casos de corrupción vinculados a la operación Lava Jato.
Dos años después, le vendió la parte mayoritaria de sus operaciones en el país a Pampa Energía por 892 millones de dólares, en un combo que incluyó una refinería en Bahía Blanca, más de 100 estaciones de servicio, acciones en Transportadora Gas del Sur (TGS), la central térmica Genelba, la hidroeléctrica Pichi Picún Leufú y varias plantas petroquímicas en Bahía Blanca y Santa Fe.
Este proceso de salida y de desinversión se aceleró entre los años 2019 y 2022, pero finalmente se detuvo este año, ante la nueva política del país vecino de fortalecer el carácter público de la empresa.