El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos obliga a la Argentina y a la mayoría de los países a recalcular los intercambios y la economía de los próximos años, teniendo en cuenta algunas de las líneas posibles de gestión del mandatario republicano.
Los principales índices bursátiles de Estados Unidos ya registraban subas a futuro apenas abrieron los mercados con la noticia electoral, con un buen arranque en particular para las acciones vinculadas a la economía doméstica, lo que podría estar relacionado con las políticas de Trump orientadas a incentivar la actividad interna.
La política económica de Trump, centrada en los aranceles y el cierre de la economía, tiende a rebalancear los intercambios del comercio global y entre ellos el de los mercados energéticos que también deberían percibir el cambio.
Sin embargo, más allá de la afinidad política y personal de Trump con el presidente Javier Milei, este panorama positivo para los mercados estadounidenses tiene una contracara en los mercados emergentes, como Brasil, China, México, y genera dudas sobre su impacto en Argentina.
Con la suba del rendimiento de los bonos norteamericanos se anticipa un aumento en las tasas de interés, haciendo más costoso pedir préstamos y elevando el valor del dólar frente a otras monedas.
La política económica de Trump, centrada en los aranceles y el cierre de la economía, tiende a rebalancear los intercambios del comercio global y entre ellos el de los mercados energéticos que también deberían percibir el cambio.
Para el presidente del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys), Martín Bronstein, desde la política energética de Estados Unidos, propiamente dicha, “queda ver si vuelve a irse del Acuerdo de París y la Agenda 2030”, lo que correría del sector a uno de los grandes actores globales con capacidad de impulsar las energías renovables y las soluciones que la comunidad internacional identifica necesarias para reducir la emisión de gases efecto invernadero.
“Está claro que el mundo vuelve a tener un presidente norteamericano que pone en el centro de la escena a los hidrocarburos e incluso el carbón”, resaltó el investigador y titular del Ceepys ya que el republicano defendió en su primera presidencia y en la última campaña el fortalecimiento productivo del Oil & Gas frente al impulso a la transición energética que proponía el plan de gobierno de la demócrata Kamala Harris.
Queda ver si vuelve a irse del Acuerdo de París y la Agenda 2030”, lo que correría del sector a uno de los grandes actores globales con capacidad de impulsar las energías renovables
“Esto tiene cosas positivas para nuestro país en cuanto a un alza de los precios del petróleo y el gas, si vuelve a insistir con su agenda de diplomacia vía sanciones como sucedió, por ejemplo, en su momento con Rusia e Irán, lo cual restringiría aún más los suministros de ambas naciones, y en consecuencia haciendo subir el precio”, señaló el analista en referencia al potencial productivo de Vaca Muerta y su creciente participación exportadora.
Por lo tanto, el regreso de Trump a la Casa Blanca puede anticiparse positivo para el mercado energético argentino en cuanto a la evolución de los precios y al estirar seguramente, desde lo discursivo en foros internacionales, el fin de los combustibles fósiles.
¿Competencia entre el petróleo argentino y el de Trump en Estados Unidos?
Pero a su vez, puede presentar una competencia respecto a los hidrocarburos de Vaca Muerta.
“Igualmente si Trump logra profundizar el crecimiento de la economía norteamericana, eso mantendrá la demanda alta en el principal consumidor del mundo y por lo tanto de los precios, para los cuales el comportamiento de la economía de los Estados Unidos es un factor clave”, con lo cual se podría volver a repasar como algo positivo para el gas y petróleo argentino la la victoria del candidato republicano”, reafirmó Bronstein.
Sin dudas la nueva política energética de Trump llevará a una revisión de las señales de Biden de impulsar una serie de iniciativas de energía limpia en Estados Unidos, priorizando la aprobación de proyectos eólicos marinos y destinando miles de millones de dólares a proyectos de energías renovables, medidas que buscaban establecer un legado ambiental.