Los puertos movieron 1,2 millones de toneladas antes del inicio formal del ciclo comercial, impulsados por rindes excepcionales y una logística adelantada.
La actividad portuaria exhibió en noviembre un volumen de embarques de trigo récord para un período previo al arranque formal de la campaña comercial de 2025/26. Los registros muestran que los envíos programados alcanzan 1,2 millón de toneladas, una cifra que no se veía desde los primeros años de la década del 2000.
Este comportamiento anticipado rompe con la dinámica habitual de un mercado en el que el flujo externo suele acelerarse recién en diciembre. La información proviene del seguimiento que realiza la Bolsa de Comercio de Rosario, apoyado en datos operativos de la agencia marítima NABSA.
La liquidación del complejo agroexportador en noviembre ascendió a 759,7 millones de dólares.
Con alrededor de un tercio del área nacional ya levantada, el ingreso de transporte de carga a los puertos y la confirmación de ventanas de embarque reflejan el peso de una campaña con rendimientos muy superiores a los habituales. Según los técnicos de la entidad rosarina, la disponibilidad de granos mejoró la competitividad del precio de exportación argentino.
La anticipación logística, por un lado, contribuye a aliviar la presión sobre los sistemas de acopio que suelen saturarse en los picos de cosecha. Por otro, genera un flujo de divisas temprano en un momento en que la economía argentina acostumbra a enfrentar tensiones financieras propias del fin de año. Estas dos variables explican, en parte, la celeridad con que se activó la cadena comercial.
Sin embargo, la solidez en los volúmenes no se replica necesariamente en la calidad. Los informes técnicos advierten que la elevada productividad generó una disminución en la concentración proteica del grano. En muchos lotes, el contenido se ubica por debajo del umbral de 10,5%, un valor que suele requerir la industria molinera internacional para garantizar parámetros finales de panificación.
La amplitud de la oferta y la agilidad logística mejoran los márgenes generales, pero la caída en la calidad limita el valor unitario obtenido por tonelada.
Esta combinación genera un escenario donde la abundancia física convive con penalizaciones comerciales, afectando la capacidad de negociación frente a compradores externos.
Embarques de trigo e ingreso de dólares
El movimiento de divisas del complejo agroexportador también ayuda a dimensionar la magnitud del fenómeno. De acuerdo con la información difundida por CIARA y CEC, la liquidación de noviembre ascendió a 759,7 millones de dólares.
Aunque representa una baja respecto de octubre, el acumulado anual supera los 30.300 millones y muestra un crecimiento del 24% frente al mismo período del año previo. Este comportamiento reafirma el papel del sector como principal fuente de ingreso de moneda extranjera para el país.
Parte del desempeño de noviembre estuvo influido por el marco regulatorio vigente, particularmente por la aplicación del Decreto 682/2025, que dispuso “la suspensión temporal de derechos de exportación para operaciones registradas con anterioridad”.
Según las entidades del sector, esta medida habilitó la ejecución de compromisos pactados en septiembre y estimuló tanto embarques de grano como procesos de molienda destinados al mercado externo. Asimismo, las cámaras empresarias explican que la liquidación de divisas se realiza con una anticipación considerable respecto del embarque físico.
Para granos, los ingresos suelen producirse unos 30 días antes de la exportación efectiva; en aceites y harinas, el adelanto llega hasta los 90 días. Este detalle operativo, afirmaron, demuestra que los flujos no responden a una retención deliberada, sino a necesidades financieras de compra de materia prima y cobertura industrial.
