El sector calcula que con la producción actual el sistema de logística ya está exigido, por lo que para dar un salto en la producción será necesario que se mejoren los servicios en el NOA y Cuyo.
La minería es una industria de volúmenes y escalas muchas veces sorprendentes para quienes no están acostumbrados. Obtener riqueza del suelo implica en la mayoría de los casos procesar toneladas de roca. A esto se suma que se hace lejos de grandes centros urbanos y que, para obtener ese recurso preciado, es necesario someter material muy estable a procesos químicos y físicos complejos.
Para lograrlo es necesario, como en otras industrias, utilizar energía, mover material, recorrer largas distancias y recurrir a diversos insumos, pero todo en un volumen mayúsculo.
En Argentina el desafío crece, ya que debe hacerse con una infraestructura que en el interior del país está al límite. El diagnóstico actual de las empresas mineras es que hay necesidad de mejoras en la energía, tanto gas como electricidad; y en los caminos, ferrocarriles y conexiones. Y todo esto sin que haya todavía un salto en la producción.
Es justamente esta posibilidad, que aumente la minería del litio y el cobre en el NOA y Cuyo, lo que tiene en alerta a la CAEM (Cámara Argentina de Empresas Mineras). El temor es que con 33.000 millones de dólares de inversión prevista hasta 2031, la apertura de nuevas minas haga que los sistemas de logística y energía lleguen a su mayor tensión o colapsen.
Desde la institución publicaron un diagnóstico de la región norteña, enfocado en la producción litífera, y también lo hizo el BID (Banco Interamericano de Desarrollo): en ambos casos coinciden en que urge hacer mejoras en los servicios disponibles.
Las posibles soluciones para esta situación se dividen según el lugar y alcance de las obras más necesarias. Están los caminos y conexiones que van desde la infraestructura pública hasta la mina, que conectan las zonas alejadas donde se encuentran los proyectos.
Luego está la infraestructura provincial e intermedia. Aquí entran también los nodos de transporte, que permiten distribuir las cargas en vehículos que sí pueden entrar a las zonas de producción. Finalmente, las grandes arterias del país: rutas interjurisdiccionales, sistemas de trenes de carga e incluso la infraestructura portuaria o los pasos a Chile.
Nadav Rajzman, economista en jefe de la CAEM, habló con Dinamicarg sobre estas necesidades que tiene el sector minero, que está a las puertas de un giro histórico, si se cumplen las mejores condiciones. Si bien el sector minero ya lanzó alertas por la necesidad de energía, en fase de construcción de los proyectos el foco vuelve a girar a las necesidades de transporte.
El temor es que con 33.000 millones de dólares de inversión prevista hasta 2031, la apertura de nuevas minas haga que los sistemas de logística y energía lleguen a su mayor tensión o colapsen.
El empresario explicó que “hoy los volúmenes del litio son muy desafiantes, pero se van a elevar con el cobre y se va a volver crítico resolverlo”.
Las grandes obras, una incógnita en la ecuación
El Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), que nuclea a cámaras empresarias, la CGT y la UOCRA, hizo un informe en mayo sobre las zonas con necesidades más urgentes en el NOA. Si bien no hay datos finos sobre Cuyo y la Patagonia, y otras dos regiones con proyectos mineros, Rajzman dijo que la situación es similar.
En obras viales, citaron que la Ruta 40 entre Jujuy, Salta y Catamarca necesita asfaltarse, con un nivel de urgencia 2, lo mismo para cinco rutas provinciales salteñas, donde calificaron la urgencia como 3,6; además de la mejora del acceso a la Cuenca de Antofalla.
Agregaron que en todo el NOA la urgencia más alta está en el mantenimiento vial de las rutas, que deben soportar mayores cargas previstas para la industria del litio. En este último caso, el puntaje de urgencia llegó al 4,8, en una escala de 1 a 5.
El informe del CPI junto a CAEM también distingue de qué dependen estas obras y en todas marcaron el financiamiento como factor central, además de las políticas públicas.
También incluyeron las obras ferroviarias, que tienen un nivel de urgencia mayor que las rutas. En el caso de Salta, pidieron modernizar el nodo logístico General Güemes, que conectará con el puerto de Buenos Aires, y en el resto del NOA indican rehabilitar el Ferrocarril Belgrano y desarrollar nodos multimodales.
Estos últimos son los puntos en los que la logística pasa de sistema de traslado de grandes volúmenes a otros de menor carga, que puedan transitar rutas menores y los ingresos a las minas.
Con este diagnóstico, donde las instituciones citaron otros ejemplos de falta de infraestructura, también presentaron la dificultad para definir cuál será la estrategia para resolver los problemas. Es que el financiamiento es el factor común, pero con una política nacional de casi nula inversión en obras públicas, queda la duda de dónde saldrá el dinero para hacer estos avances.
No existe una respuesta común en el sector para esta problemática. Hay avances en negociaciones entre las empresas y las provincias, donde proponen, por ejemplo, hacer obras a cambio de devolución de regalías, una vez que los proyectos entren en ejecución. Pero en el diálogo con el gobierno nacional no hay avances en ese sentido.
A la vez, en el caso de rutas nacionales o nodos de logística, el diálogo no es entre una empresa y el Estado. Son estructuras transversales a varios proyectos a la vez, como podría ser la Ruta 40 que conecta a todos los proyectos de litio o un ferrocarril para llevar insumo al NOA desde Cuyo.
Las instituciones citaron otros ejemplos de falta de infraestructura, y presentaron la dificultad para definir cuál será la estrategia para resolver los problemas. Es que el financiamiento es el factor común, pero con una política nacional de casi nula inversión en obras públicas, queda la duda de dónde saldrá el dinero para hacer estos avances.
Las empresas actúan en estos casos como interlocutores activos, recordando el impacto que tendrá la minería en el futuro y la necesidad de estas obras para el avance del trabajo. Un ejemplo de esto es una misión a Chile donde participó el referente de la mesa de minería en la Unión Industrial Argentina, Hugo Goransky.
El empresario sanjuanino estuvo en diálogo con autoridades de minería trasandinas “recordándoles la importancia de reforzar los pasos internacionales, para que pueda salir la producción al Pacífico”.
Es que la producción minera tiene necesidad de logística en ambos sentidos. Un proyecto de litio necesita cuatro veces más volumen en cal y dos veces en insumos como ácidos u otros químicos para producir cada tonelada.
Pero luego la producción hay que sacarla y debe llevarse a los puertos del Atlántico o a los de Chile. Lo mismo sucederá con el cobre cuando Argentina vuelva a producir: en proyectos como Josemaría calculan que podrían sacar 200 camiones diarios de la mina de concentrado de este metal. “Los puertos nacionales también deberán estar a la altura”, recordó Rajzman.
Un costo en las factibilidades
La infraestructura en el anillo más cercano a los proyectos abarca en su mayoría a obras que las empresas hacen de forma directa. No requieren de intervención estatal en algunos casos y en otras, si se van a articular con las provincias, se puede utilizar el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) como herramienta.
Pero si bien ésta es una práctica más aceitada entre las provincias y proyectos privados o solo de las empresas, implica un encarecimiento de la producción.
Es que la preparación de caminos, conexiones eléctricas o de gas encarece los proyectos. Así, los más afectados suelen ser los que están en zonas profundas de la puna o en la Cordillera de los Andes.
En las zonas más alejadas de rutas, líneas eléctricas y otras conexiones, los descubrimientos geológicos deben ser muy importantes para que una mina en Argentina sea factible. En áreas como la Precordillera pueden prosperar minas con menos cantidad de mineral, con una concentración menor del mismo o condiciones geológicas más difíciles.
En cambio, en algunas de las zonas más ricas en minerales, como en Cuyo, la falta de ingresos por rutas hace que solo mega yacimientos sean rentables, siempre y cuando el contexto económico general lo permita.
Caleras se unen por un gasoducto
Si bien una de las dificultades que hay a la hora de hacer obras interprovinciales o de régimen nacional es que debe haber acuerdo entre más de un privado y el Estado, existen algunos ensayos en la actualidad. Es el caso las tres caleras ubicadas en el sur de San Juan, en la zona de mayor producción de este mineral del país.
Minera TEA, Calidra y Calera San Juan presentaron un proyecto a Ecogas, la distribuidora que opera en la provincia, para construir un gasoducto que alimente la zona de Los Berros y Divisadero, al suroeste de la provincia.
Esta obra la habían solicitado varias veces a gobiernos provinciales y nacionales, debido a que es lo que necesitan para escalar su producción.
En los últimos meses, las empresas acordaron solicitar la construcción de la obra y ofrecieron el financiamiento de la misma, a cambio de que luego se les devuelva en la tarifa.
El apuro de los empresarios tiene que ver con que quieren aumentar su producción para vender este insumo clave para el cobre y el litio, tanto en Argentina como en Chile.
Por el momento, explicaron desde las empresas a Dinamicarg, siguen esperando que haya un avance en el aspecto administrativo, ya que para que les devuelvan la inversión, el gasoducto debe servir tanto para las empresas mineras como para las poblaciones de la zona.
La negociación lleva cerca de tres meses y, aseguran los empresarios, apenas tengan el Ok podrían avanzar, solucionando un cuello de botella energético.