El hidrógeno de bajas emisiones representa una oportunidad para posicionarse como pioneros en un sector emergente, diversificar y aumentar las exportaciones, y avanzar en la descarbonización industrial.
Aunque persiste incertidumbre sobre la velocidad de su desarrollo, la magnitud de la oportunidad del desarrollo del hidrógeno justifica crear desde ahora las condiciones necesarias para que Argentina se consolide como un destino atractivo para la inversión.
Aumentar la competitividad de Argentina frente a otros países requiere establecer un régimen que otorgue previsibilidad normativa al sector y lo proteja de medidas que puedan desalentar las decisiones de inversión.
Las inversiones necesarias para los proyectos de hidrógeno —y, en consecuencia, las políticas para promoverlas— son comparables a las previstas en otros regímenes de grandes inversiones.
De acuerdo a un reciente trabajo del centro de estudios Fundar, el hidrógeno tiene particularidades: se trata aún de un mercado incipiente, con proyectos en fase temprana de exploración, maduración tecnológica y búsqueda de compradores (off-takers).
Por eso, es probable que las principales oportunidades de inversión se concreten recién en los próximos años, lo que refuerza la necesidad de contar con un régimen específico, amplio, flexible y de largo plazo.
Aunque persiste incertidumbre sobre la velocidad de su desarrollo, la magnitud de la oportunidad justifica crear desde ahora las condiciones necesarias para que Argentina se consolide como un destino atractivo para la inversión.
Este enfoque en la competitividad debe complementarse con políticas que amplíen el impacto económico del sector más allá de las exportaciones y el empleo directo.
La producción de hidrógeno puede generar encadenamientos productivos en sectores industriales como la fabricación de bienes de capital, fundición, aceros especiales, componentes eléctricos, materiales para la construcción, adaptación de buques para hidrógeno o amoníaco verde, y obras de infraestructura vial y portuaria.
Sin embargo, esta dinamización no ocurre de manera automática: requiere de políticas públicas diseñadas para maximizar tanto la inversión como el contenido local, por lo que Fundar identificó siete requisitos para una ley de hidrógeno eficaz:
1-El marco legal debería promover todas las variantes de hidrógeno de bajas emisiones.
Favorecer la diversidad tecnológica puede contribuir a dinamizar la industria local, aumentar su densidad productiva y atraer inversiones en distintos segmentos de la cadena de valor.

Desde esta perspectiva, una clasificación rígida entre subtipos de hidrógeno dentro del régimen de promoción podría resultar innecesaria o incluso contraproducente.
2-No establecer un umbral mínimo de inversión para acceder a los beneficios del régimen.
Mientras las iniciativas orientadas al mercado local pueden implicar inversiones del orden de los US$ 100 millones, los grandes proyectos de exportación suelen requerir montos superiores a los US$ 600 millones. Si bien los desarrollos de mayor escala tienden a mostrar una mejor competitividad, se trata de un sector incipiente, con trayectorias aún en formación.
3-El plazo de adhesión al régimen debe mantenerse abierto al menos hasta 2035.
Los proyectos de hidrógeno requerirán plazos más largos de maduración, con horizontes de inversión extendidos y niveles elevados de incertidumbre tecnológica, regulatoria y comercial.
La actualización de las proyecciones globales muestra que los proyectos requerirán tiempo para madurar, extendiendo los horizontes de inversión y aumentando la incertidumbre.
Atraer la generación, y garantizar la demanda de hidrógeno
4-La norma debe desacoplar los proyectos de las condiciones macroeconómicas locales.
Es necesario que el régimen contemple instrumentos que reduzcan el riesgo y acerquen las condiciones locales a las que ofrecen países vecinos con los que compite por inversiones.
Esto implica la instrumentación de beneficios tales como la estabilidad fiscal y regulatoria, el acceso al Mercado Único Libre de Cambios, entre otros
La producción de hidrógeno puede generar encadenamientos productivos en sectores industriales como la fabricación de bienes de capital, fundición, aceros especiales, componentes eléctricos, materiales para la construcción, adaptación de buques para hidrógeno o amoníaco verde, y obras de infraestructura vial y portuaria.
5-La ley debe incluir herramientas que promuevan el desarrollo local.
Se recomienda adoptar un enfoque gradual y flexible, en el que la integración local funcione como un criterio para acceder a beneficios adicionales —como crédito fiscal o acceso preferencial a financiamiento público— en lugar de ser un requisito excluyente.
Esto permitiría acompañar de forma realista el crecimiento del ecosistema productivo nacional.
6-La ley debería explicitar el interés en desarrollar la demanda local de hidrógeno.
Si bien no se recomienda imponer un cupo obligatorio destinado al mercado local, sí es deseable contemplar beneficios adicionales para los proyectos que destinen parte de su producción al mercado interno, así como mecanismos que estimulen a los potenciales usuarios finales, entendiendo que la adopción presenta no solo desafíos técnicos sino también costos significativos.

7-Definir una autoridad de aplicación que aborde los parámetros técnicos, operativos y normativos.
Entre esos lineamiento se cuentan normas de seguridad para la producción, almacenamiento, distribución y uso del hidrógeno; requisitos técnicos para transporte y distribución, tanto para hidrógeno en estado puro como para sus derivados; sistemas de certificación en origen y huella de carbono, con metodologías internacionales estandarizadas; mecanismos de trazabilidad de sus atributos ambientales y energéticos y estándares de calidad.
En conclusión, es esencial establecer una normativa amplia y flexible que armonice tres dimensiones fundamentales: crear condiciones de inversión atractivas que protejan al sector de las fluctuaciones de la macroeconomía argentina, utilizar el hidrógeno como catalizador para el desarrollo de capacidades a lo largo de toda la cadena de valor y, a su vez, descarbonizar los sectores industriales locales.