Tendrá más de 6.000 kilómetros y atravesará toda Mongolia, con capacidad para transportar 50.000 millones de m3 anuales desde Siberia occidental. Moscú da un paso clave para reducir su dependencia del mercado europeo como principal comprador.

Esta semana se dio un acuerdo de gigantes que promete reconfigurar el escenario energético mundial: Rusia y China avanzarán en conjunto para construir el gasoducto Power of Siberia 2. La novedad, que disparó las alarmas en el mercado del Gas Natural Licuado (GNL), fue anunciada durante la visita de Vladimir Putin a Beijing con motivo de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái.

La iniciativa contempla un trazado de más de 6.000 kilómetros, incluyendo el paso por Mongolia, y busca trasladar parte del gas de Siberia occidental hacia el mercado asiático. Se trata de un entendimiento de carácter vinculante que refuerza la estrategia rusa de diversificación, tras el retroceso de sus exportaciones a la Unión Europea.

El eventual desplazamiento del gas ruso hacia Asia generaría un margen de acción en el mercado europeo.

La empresa estatal Gazprom precisó que el documento firmado constituye un “memorando de construcción legalmente vinculante”, lo que otorga al proyecto un marco institucional que lo diferencia de simples declaraciones de intención.

El propio ministro de Energía ruso, Serguéi Tsiviliov, explicó que el plan se encuentra en fase de estudios de factibilidad y que los detalles financieros se comunicarán una vez completada esa etapa. “El mecanismo de financiación podría estar listo el próximo año”, anticipó la autoridad energética.

La envergadura del gasoducto, con capacidad para transportar hasta 50.000 millones de metros cúbicos anuales, generó especulaciones sobre los precios que regirán en el suministro a China. Aunque no hay cifras oficiales, medios europeos mencionan que Beijing presiona por obtener un valor cercano a los 60 dólares por cada mil metros cúbicos.

Putin aclaró que “la fórmula es la misma” que la utilizada en contratos con Europa, aunque los componentes que definen los precios difieren según la región. Más allá de los aspectos técnicos, la construcción de Power of Siberia 2 tiene implicancias geopolíticas significativas.

China consolidaría su posición como principal cliente del gas ruso, mientras que Moscú reduciría aún más su dependencia del mercado europeo, donde la Comisión Europea ratificó su objetivo de eliminar la compra de gas ruso hacia 2027. Esta convergencia refuerza la interdependencia entre ambas potencias en un contexto de tensiones con Occidente.

Impacto para el mercado global de gas

Roberto Brandt, consultor en temas energéticos, advirtió en el medio Econojournal que “si se confirmase el precio de venta del gas difundido hasta ahora por diversos medios, de 60 USD/m³, posiblemente implique a largo plazo el reemplazo de importaciones de GNL de China por gas natural de Rusia”.

Esa sustitución podría modificar la demanda asiática y, por extensión, abrir oportunidades en Europa para otros proveedores. Para países como la Argentina, que busca consolidarse como exportador de GNL desde Vaca Muerta, el eventual desplazamiento del gas ruso hacia Asia generaría un margen de acción en el mercado europeo.

“Dado que esto parece confirmar la interrupción de los flujos comerciales de gas de Rusia hacia la Unión Europea, y sujeto a la competitividad con la que podamos abordar ese mercado, podría representar una oportunidad para el GNL que exporta Argentina a largo plazo”, señaló Brandt.

Los antecedentes también son relevantes para dimensionar la magnitud de Power of Siberia 2. El primer gasoducto, inaugurado en 2019, ya conecta a Rusia con China a través de más de 3.000 kilómetros de extensión y un contrato de 30 años por 400.000 millones de dólares.

La ampliación prevista responde al crecimiento de la demanda energética china y a la necesidad rusa de encontrar salidas estables para sus vastas reservas en la península de Yamal.

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