La puesta en marcha del primer tramo del Gasoducto Néstor Kirchner es el punto de partida de una nueva era de desarrollo para Vaca Muerta, al acercar al país al autoabesticimiento y la posibilidad de ser un exportador neto de energía, lo que requerirá más obras y mas financiamiento.

La inauguración del primer tramo del gasoducto que ya une la formación de Vaca Muerta con el centro de la provincia de Buenos Aires, es el punto de partida de un largo camino de obras de infraestructura que requerirá la formación neuquina para aprovechar todo su potencial en los próximos años, antes de que la transición energética comience a dejar definitivamente atrás a los hidrocarburos.

La ventana de oportunidad ya está abierta para el gas no convencional, llamado a ser en buena parte del mundo como el combustible que dominará el pasaje de los fósiles hacia las energías verdes de las próximas décadas.

El gas de Vaca Muerta que representa hoy más del 40% del total de lo producido en el país verá incrementar su participación cuando se libere el flujo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, que permitirá evacuar unos 21 Mmm3/diarios cuando se terminen de poner en marcha las plantas compresoras para asegurar el abastecimiento interno.

Pero el salto productivo y la transformación del país en un exportador regional y global de gas natural y gas natural licuado tiene, aún, metas de infraestructura y desafíos de financiamiento por cubrir.

El próximo paso para la continuidad de las obras de infraestructura contempladas en el Plan Transpor.Ar, que consiste en el proyecto de reversión del gasoducto del Norte y en la Etapa II del GPNK.

La obra recientemente inaugurada desde las inmediaciones de Vaca Muerta, en Tratayén, hasta la localidad bonaerense de Salliqueló, se vinculará al gasoducto Neuba II a través del cual llegará con su producción al mayor centro de demanda del país como es el Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA). El proyecto original es aún más ambicioso que abastecer la demanda doméstica de la zona centro, y se plantea como el punto de partida de la gran opción exportadora que la formación neuquina comenzará a explorar como proveedora energética de los países de la región.

En los próximos meses, además, deberá asistirse a la inauguración de las tareas complementarias de la ampliación del conjunto del sistema de transporte de gas que incluyen, entre otras, el gasoducto Mercedes-Cardales de 73 kilómetros (de 30 pulgadas), la ampliación de un tramo del NEUBA II en la provincia de Buenos Aires de 29 kilómetros (de 30 pulgadas) y una planta compresora en Cardales de 15.000 hp.

Pero también y casi en paralelo, se dará el próximo paso para la continuidad de las obras de infraestructura contempladas en el Plan Transpor.Ar, que consiste en el proyecto de reversión del gasoducto del Norte y en la Etapa II del GPNK, y, con la aspiración de que ambos estén concluidos para el invierno de 2024.

Con la experiencia del primer tramo que permitió reducir los plazos prácticamente a la mitad de lo que la industria consideraba normal, la aceleración de los tiempos se explica porque los nuevos ductos implicarán un ahorro anual de más de u$s3.200 millones al año y lograr casi el autoabastecimiento pleno con un 95% de la demanda energética asentada en recursos propios, y así sustituir al 2025 la energía que se importa de Bolivia, de Brasil, Uruguay y de GNL.

Pero tan sólo la proyección de la Etapa II del nuevo gasoducto que extenderá el trazado desde el centro de Buenos Aires hasta el sur del Santa Fe, en la localidad de San Jerónimo, requerirá la construcción de otros 467 kilómetros de cañerías, y una inversión de al menos US$ 2.000 millones, cuyo financiamiento podría provenir de bancos chinos y brasileños.

Gasoductos, petróleo y gas, YPF
El próximo paso consiste en el proyecto de reversión del gasoducto del Norte.

El desafío se volvió una prioridad para el sector público y el privado ya que esta red de gasoductos cambiará la matriz energética argentina y posibilitará revertir una balanza energética negativa, donde la sustitución de importaciones impactará positivamente en las cuentas públicas. Pero, además, se logrará la mejora de la competitividad del interior de la Argentina con una energía más competitiva no sólo para el sector residencial, sino también para el desarrollo de la industria.

La obra requerirá una nueva ingeniería financiera que comenzó a desandarse. Hace pocos días la empresa Power China ratificó el interés en sumarse al financiamiento para la construcción de la segunda etapa del GPNK, apalancado por el respaldo de los grandes bancos de ese país que ya tienen en sus carteras obras millonarias en el país.

Casi en simultáneo, el Banco Nacional de Desarrollo del Brasil (Bndes) volvió a plantear la viabilidad de financiar parte de las obras, tal como se viene analizando desde comienzos de año.

Pero el nuevo camino abierto con China obligará a dirimir los intereses entre los aspirantes a hacerse cargo de las obras, ya que a Power China se le opondrá la nacional Techint que no sólo tiene a su favor haber sido una de las responsables del Tramo I, sino que acaba de lograr un fallo de la justicia brasileña que le destrabó la posibilidad de acceder a financiamiento, para la fabricación en ese país de los materiales necesarios para la construcción de la segunda etapa.

Si todos confirman su interés y compromiso, el futuro se definirá en una licitación abierta que -no se descarta- podría tener nuevos aspirantes globales. Semanas atrás se anticipó que en el caso del segundo tramo se va a invitar a invertir al sector privado en un esquema que permita que el desarrollo local y de potenciales mercados externos se de en un marco en el que el Estado y el sector privado lo hagan de manera colaborativa y asociada.

Hasta hoy los fondos para cubrir el costo aproximado de 1.500 millones de dólares de la Etapa I surgieron de fondos del Tesoro Nacional y del Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia, creado en diciembre de 2020.

Una definición adicional se concretó con la designación de TGS que tendrá a su cargo la operación y mantenimiento del nuevo gasoducto Nestor Kirchner, una elección casi lógica teniendo que la que gestiona el activo de la planta de tratamiento de Tratayén, punto de partida del nuevo troncal.

Enarsa desistió de esa tarea al entender que la empresa no tiene la capacidad técnica para realizarlo ni tampoco pretende asumir esa nueva función, por lo que siempre estuvo en la planificación que iba a ser operado por transportistas

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