El hallazgo se dio cuando probaban un sistema de perforación en busca de gas metano. Las reservas alcanzarían las 46 millones de toneladas. El único yacimiento activo en el mundo produce apenas 5 toneladas anuales.
En el este de Francia tuvo un lugar un descubrimiento que podría tener un impacto significativo en los plazos de la transición energética que se desarrolla a nivel global. Se trata de una enorme cantidad de hidrógeno blanco encontrado bajo el suelo del pueblo de Folschviller, que podría revolucionar el mercado renovable.
Tras las primeras evaluaciones realizadas sobre el terreno, se estima que el depósito podría tener hasta 46 millones de toneladas de H2.
Lo curioso es que la detección del gas se dio de manera accidental mientras un equipo de investigadores franceses trabajaba en Lorraine, en el noreste francés, para evaluar los niveles de metano ocultos en el subsuelo de la región, como parte del proyecto Realtor.
Si finalmente se confirman las cálculos, el yacimiento equivaldría a más de la mitad de la producción anual de hidrógeno gris.
Los especialistas implementaron en sus prospecciones un nuevo sistema llamado SysMoG, una sonda que puede bajarse con un cabrestante hasta profundidades de 1.500 metros. El dispositivo está equipado con una membrana que le permite separar los gases del agua en la que están disueltos.
Si bien el equipo encabezado por Jaques Pironon y Philippe de Donato, ambos integrantes del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), tenía el objetivo de analizar los estratos rocosos y depósitos de la zona en búsqueda de metano, se encontraron con una elevada proporción de hidrógeno, cuya concentración parecía aumentar a medida que se descendía.
“A 1.100 metros bajo tierra se alcanzaba un 14% de hidrógeno y a 1.250 el 20%, lo que ha llevado a los expertos a especular con que a 3.000 metros el contenido podría superar el 90%”, explicó Pironon. Ambos expertos hablan ya del depósito de hidrógeno natural «más grande del mundo» y recuerdan que, si finalmente se confirman sus cálculos, el yacimiento equivaldría a más de la mitad de la producción anual de hidrógeno gris a nivel global.
Cómo seguirá la investigación
El próximo paso consiste en contrastar estas estimaciones con datos concretos para verificar cuán grande es el depósito realmente. Para ello se realizarán mediciones en otras tres perforaciones a profundidades similares para saber si la concentración de hidrógeno sigue siendo alta también a ambos lados del hoyo principal.
Para lograrlo desplegarán la sonda SysMoG en pozos próximos al lugar en el que detectaron el hidrógeno, en Foschviller.
Otro de los retos que tienen por delante es demostrar que la concentración de hidrógeno sigue creciendo cuando se pasa de los 1.200 metros.
Lamentablemente, en la región de Lorena no hay perforaciones que permitan enviar una sonda a tanta profundidad», aclaran los expertos, que proponen una excavación de hasta 3.000 metros para demostrar precisamente que la concentración del gas aumenta cuando se excava en el terreno.
«Si es el caso, confirmaremos la presencia de un depósito excepcional de hidrógeno natural, mayor que cualquier otro descubierto, y podremos hacer una estimación realista de su escala».
El depósito ya captó la atención de socios comerciales e instituciones incluso a nivel internacional, que podrían financiar el proyecto. Resta avanzar con las gestiones para los permisos de explotación, que podrían llegar a principios del año que viene.
El valor del hidrógeno blanco
Este tipo de hidrógeno se genera de forma natural y surge en el subsuelo debido a la interacción del agua con las rocas y otro tipo de reacciones químicas. Esa peculiar etiqueta cromática, la de «blanco», se utiliza para valorar su posible impacto medioambiental frente al resto de tipos de H2, cada uno identificado por un color diferente.
El verde, que se ha popularizado con el avance de la transición energética, es aquel producido con la electrolisis del agua y que destaca por estar libre de CO2. La producción del rosa, que proviene del agua de las centrales nucleares, también es poco contaminante y algo más barato. Pero ninguno de los dos iguala la rentabilidad que podría alcanzar el blanco, en caso de que se logre la explotación de yacimientos a escala.
En el mapa del hidrógeno blanco destaca Mali, donde se localiza el pozo de Bourakébougou, el único yacimiento del mundo en actividad, con una producción anual de apenas cinco toneladas. Casi lo mismo que nada, si se toma en cuenta que anualmente se producen 80 millones de toneladas de hidrógeno gris, que se obtienen del gas natural.
Por eso los volúmenes hallados en Francia adquieren tal trascendencia y podrían cambiar la ecuación energética a nivel global.
Sucede que el hidrógeno blanco es mucho más rentable porque está en la naturaleza: no hay que hacer procesos industriales para obtenerlo y utilizarlo como combustible y en otras aplicaciones.
Por esa misma razón, es de carbono cero, lo cual lo ubica en las antípodas del gris, que se produce principalmente a partir de combustibles fósiles y se obtiene con procesos de refinado y separación a base de metano, uno de los gases que generan el efecto invernadero.