La expansión de fuentes limpias marcó un nuevo récord, pero no logró compensar el aumento del consumo energético. El uso de carbón, gas y petróleo volvió a crecer, empujado por las necesidades de países no industrializados.
Las energías renovables de generación eléctrica, principalmente solar y eólica, crecieron a un ritmo impresionante del 16 % durante el último año, multiplicando por nueve el incremento de la demanda energética total. Sin embargo, ese formidable avance no alcanzó para frenar el impulso de los combustibles fósiles, que también subieron más de un 1 % en consumo.
El 2024 fue, una vez más, un año de contrastes profundos en el mapa energético global. Mientras el planeta atraviesa temperaturas que superan de forma persistente el umbral crítico de 1,5 °C, las emisiones mundiales de CO₂ equivalente derivadas de la energía volvieron a romper récords.
De hecho, esos gases crecieron un 1 % y sumaron así cuatro años consecutivos en alza, según el último Statistical Review of World Energy, elaborado por el Energy Institute junto con Kearney y KPMG.
La energía limpia avanza más rápido que nunca, pero no consigue ganarle la carrera a una demanda que sigue expandiéndose sin pausa, especialmente en países fuera de la OCDE, donde los fósiles siguen dominando.
En ese crítico escenario, en lugar de reemplazar, las renovables hoy conviven con el crecimiento simultáneo del uso de carbón, petróleo y gas, reflejando una transición energética más caótica que ordenada.
El Energy Institute lo plantea como una señal de alarma sobre las limitaciones estructurales, geopolíticas y económicas que aún impiden descarbonizar al ritmo que exige el Acuerdo de París.
Las energías renovables crecen, pero la demanda las supera
La tendencia global es clara: la energía limpia avanza más rápido que nunca, pero no consigue ganarle la carrera a una demanda que sigue expandiéndose sin pausa, especialmente en países fuera de la OCDE, donde los fósiles siguen dominando.
Un ejemplo contundente es la India, que elevó su consumo de carbón un 4 % y ahora iguala la demanda combinada de toda Europa, América del Norte, América del Sur y la CEI.
La demanda mundial de gas natural también repuntó un 2,5 %, tras el bajón de 2023. En paralelo, el petróleo mostró un comportamiento dispar: estable en países OCDE, pero con un aumento del 1 % en las economías emergentes.
Incluso China, que cayó un 1,2 % en demanda petrolera, parece haber alcanzado su techo en 2023.

“Los datos de este año reflejan un panorama complejo de la transición energética mundial. La electrificación se está acelerando, especialmente en las economías en desarrollo… Sin embargo, el ritmo de implantación de las energías renovables sigue siendo superado por el crecimiento de la demanda global, que se satisfizo en un 60 % con combustibles fósiles”, sostuvo Andy Brown OBE FEI, presidente del Energy Institute.
“El resultado es un cuarto año consecutivo de emisiones récord, lo que pone de relieve los retos estructurales que plantea la armonización del consumo energético mundial con los objetivos climáticos”.
China, el factor decisivo
Uno de los protagonistas ineludibles de este escenario es China, que lidera tanto en capacidad renovable como en consumo de combustibles fósiles. El peso específico de sus decisiones energéticas tiene implicancias globales.
“Ningún país ha influido más en este resultado que China. Su rápida expansión de la capacidad renovable, junto con la continua dependencia del carbón, el gas y el petróleo, está impulsando las tendencias energéticas mundiales”, explicó Nick Wayth CEng FEI, director general del Energy Institute.
“La escala y la dirección de las decisiones energéticas de China serán fundamentales para determinar si el mundo puede lograr un futuro energético seguro, asequible y con bajas emisiones de carbono”.
El informe deja en claro que 2024 fue un nuevo punto de inflexión para la energía global, y no solo por los indicadores ambientales.
«La seguridad energética, el acceso a los recursos y la soberanía tecnológica están ahora por encima de los objetivos climáticos”, subrayó Romain Debarre, director del Energy Transition Institute de Kearney.
Para Debarre, el panorama actual se ordena en tres tendencias principales: “El consumo de energía está aumentando, pero los patrones están cambiando; la electrificación se está acelerando rápidamente; y la transición energética sigue siendo caótica”.