Se trata de una industria joven, que actualmente genera unos 17.400 puestos de trabajo. Qué especialidades se requieren y cómo es el efecto derrame de los parques eólicos en las comunidades donde se instalan.
La energía eólica en el país viene pisando fuerte, con 60 parques distribuidos principalmente en las provincias de Chubut, Río Negro, Santa Cruz, Buenos Aires y La Pampa. Se trata de un sector de generación eléctrica relativamente nuevo en la Argentina y con pronunciado desarrollo en los últimos años.
La Patagonia es la mejor región para el desarrollo de la energía eólica, ya que sus vientos están entre más fuertes y constantes del mundo. Esto permite que los parques eólicos de la zona funcionen al máximo entre el 50% y el 60% del tiempo, lo que los convierte en los más eficientes.
“La matriz eléctrica argentina, integrando allí todo (hidráulica, ciclos combinados, turbinas, energías renovables, etc), es de 43.788 megavatios instalados; de ese total, entre el 15% y el 18% son energías renovables (solar, hidráulica de baja potencia, nuclear, biomasa, etc). Son más de 6.000 megavatios; y casi un 10% es energía eólica, que lidera en este segmento”, dice Héctor Ruiz Moreno, Gerente General de la Cámara Eólica Argentina.
Un parque eólico, básicamente, está conformado por una cantidad de molinos, que constan de una torre, un aerogenerador y las palas. Toda esta ingeniería implica fuentes de trabajo, tanto en la construcción como en la operación y el mantenimiento.
“Al día de hoy, en los 60 parques eólicos del país, sin tomar en cuenta los proyectos, el sector emplea a unas 17.400 personas, entre lo que es construcción, operación y mantenimiento, e indirectos”, destaca Ruiz Moreno, y advierte: “Este número se puede duplicar en pocos años, teniendo en cuenta que hay en cartera unos 150 proyectos entre eólico y solar (unos 60 para eólicos)”.
Construcción e ingeniería de punta
María Guadalupe Borrello, P&C Business Partner LATAM South en Vestas, cuenta que en el desarrollo de proyectos de energía eólica la cantidad de mano de obra empleada varía significativamente, según la etapa en la que se encuentre el proyecto y su complejidad.
“Por ejemplo, durante la fase de construcción, se requiere un número considerable de trabajadores para llevar a cabo tareas como la construcción civil, la instalación de equipos y la logística asociada”, explica.
Por otro lado, agrega que “una vez que el parque eólico está en funcionamiento, el enfoque se desplaza hacia el mantenimiento y la operación continua que, dependiendo del tamaño y complejidad del parque, va a requerir más o menos personal”.
Un caso estándar para dimensionar el tema: el Parque General Levalle (YPF Luz), que cuenta con 25 turbinas con tecnología EnVentus™ -instalada por primera vez en Argentina y Latinoamérica-, con una potencia de 155 MW, requirió aproximadamente entre 120 y 140 personas distribuidas a lo largo de todo el plazo de la obra, además de 360 camiones para transportar la materia prima para la construcción de la torre desde el puerto hasta la fábrica.
La Patagonia es la mejor región para el desarrollo de la energía eólica, ya que sus vientos están entre más fuertes y constantes del mundo. Esto permite que los parques eólicos de la zona funcionen al máximo entre el 50% y el 60% del tiempo, lo que los convierte en los más eficientes.
En tanto, Gustavo Castagnino, Director de Asuntos Corporativos, Regulatorios y Sustentabilidad de Genneia, dijo que para un proyecto de un tamaño de 150 MW aproximadamente es necesario contemplar distintas etapas.
“En la primera etapa, que es la de desarrollo, con una duración de 1 a 3 años que incluye los estudios previos que se realizan en el campo, se debería contar con 30 o 40 personas. La siguiente etapa, la de construcción, tendría un número estimativo de 400 empleados, quienes se encargan del trabajo de campo, los estudios del detalle del proyecto, la provisión de suministros, los montajes y la logística de todas las operaciones».
«Finalmente, en la etapa de operación, se debería estimar unas 40 personas que trabajan en forma directa e indirectamente”, explicó Castagnino.
Qué tipo de empleos se requieren en la energía eólica
El nivel académico que requiere la construcción o el desarrollo en general de los parques eólicos es en la especialidad electromecánica. “Tanto los técnicos como los ingenieros involucrados en estos proyectos tienen esa especialidad”, indica Ruiz Moreno.
“Durante la fase de construcción necesitamos ingenieros en diversas áreas, como civil, mecánica y eléctrica, para diseñar y supervisar la instalación de los componentes del parque eólico.
También son esenciales técnicos de mantenimiento para garantizar que todos los equipos funcionen correctamente, operadores especializados para manejar la instalación de aerogeneradores y trabajadores de construcción civil para llevar a cabo las obras infraestructurales necesarias”, señala Borrello.
En la fase de puesta en marcha, el foco cambia a técnicos especializados en la operación y el mantenimiento continuo de los equipos, ingenieros de operación para gestionar el rendimiento del parque eólico; y personal administrativo para coordinar las actividades diarias y garantizar la eficiencia operativa.
Durante la construcción trabajan ingenieros civiles, técnicos en construcción, operadores de maquinaria y electricistas. En la logística se encuentran los coordinadores de transporte y el personal de carga y descarga.
El operativo logístico, sobre todo en el campo eólico, que implica trasladar la torre, las palas y los aerogeneradores del puerto, de la fábrica o del aeropuerto al lugar de trabajo es muy complejo.
“Intervienen varias empresas de logística. Y ese traslado se tiene que diseñar en el proyecto e implica hablar con las policías locales, con la Dirección Nacional de Vialidad, con el municipio tal o cual, con el gobierno provincial para que cierre la ruta durante 24 horas».
«Son muchas cuestiones estratégicas y tácticas que tienen que elaborarse al mismo tiempo y que se concatenan unas con otras para poder ser viable el traslado de esos colosos. Si no se tiene armada esa logística el trabajo se hace muy difícil”, explica Ruiz Moreno.
Y agrega que “la logística de transporte es la más compleja. A veces los barcos no llegan puntuales y uno tiene armado toda una logística terrenal que implica permisos, habilitaciones, cierres, derivaciones que hay que armonizarlas con la llegada del barco. Y si el barco se retrasa o se anticipa es todo un problema para el cual hay que contar con soluciones. No es bajar y llevar. Es todo un proceso complejo que se tiene que planificar con las autorizaciones, con los pases, definiendo las rutas y los accesos”.
El vínculo con la comunidad
Una industria como la de la energía eólica, que se ve tan lejana, en medio de una planicie desierta, derrama a la sociedad donde se desarrolla toda la infraestructura necesaria para que el parque subsista.
El impacto de cada proyecto es variable según la ubicación, distancia a la comunidad o ciudad más cercana e infraestructura existente.
Los principales beneficios, según Castagnino, son la absorción de mano de obra local de servicios, compra de materiales y suministros locales, contratación de especialistas existentes o bien desarrollo de nuevas especialidades, capacitación mediante convenios con colegios técnicos o universidades locales para perfeccionamiento de profesionales, la mejora de infraestructura vial, rutas, accesos desde el pueblo/ciudad cercana hasta el parque y también de la calidad y seguridad del suministro eléctrico.
El rol de las capacitaciones
Para Ruiz Moreno “en la Argentina hay disponible la mano de obra necesaria para no tener que importarla, ya que los oficios que se requieren para esta industria se han desarrollado muy bien, con la colaboración de las empresas internacionales y locales, que se han involucrado en este desafío”.
Vestas, por ejemplo, cuenta con un centro de formación en la ciudad de Bahía Blanca, donde se capacita a técnicos y profesionales en el mantenimiento y reparación de equipos.
Sin embargo, es fundamental seguir reforzando la capacitación continua y especializada, especialmente en tecnologías emergentes y habilidades específicas para la transición energética como la energía eólica.
Finalmente, la capacitación en normativas ambientales y prácticas sostenibles ayuda a evitar el impacto ambiental durante todas las fases del proyecto.
Para Castagnino, “las capacitaciones más urgentes son aquellas especializaciones en desarrollo, diseño e ingeniería de proyectos renovables, lo que representa una gran oportunidad para ingenieros en energía”, agrega el ejecutivo de Genneia.
Además, se requiere capacitación específica en tecnología eólica, centrada en aerogeneradores, para técnicos de mantenimiento electro-mecánico.