Argentina no produce cobre desde que la mina La Alumbrera cerró en 2018, pero tiene una cartera de proyectos que podrían posicionarlo entre los 10 principales productores del mundo para el año 2030.
Las empresas mineras de los principales proyectos de cobre en la Argentina presentaron formalmente la denominada “Mesa del Cobre” para impulsar el desarrollo en el país de un mineral con alta demanda global por el impulso a la electromovilidad y considerado estratégico en el camino hacia la transición energética.
Argentina no produce cobre desde que la mina La Alumbrera cerró en 2018, pero tiene una cartera de proyectos que podrían posicionarlo entre los 10 principales productores cupríferos del mundo para el año 2030, de acuerdo con estimaciones oficiales y de la industria.
Integran la Mesa del Cobre las firmas mineras de los proyectos Josemaría, El Pachón, MARA, Taca Taca, Los Azules, Altar y Filo del Sol.
Argentina no produce cobre desde que La Alumbrera cerró en 2018, pero tiene una cartera de proyectos que podrían posicionarlo entre los 10 principales productores cupríferos del mundo para el año 2030.
En ese sentido Alfredo Vitaller, VP de Asuntos Corporativos Proyecto Josemaría señaló que es posible esperar inversiones en el sector cuprífero para los próximos 10 años por hasta 20 mil millones de dólares entre los cinco proyectos de cobre que hay en la actualidad.
Por caso Josemaría ya tiene aprobados el informe de factibilidad y de impacto ambiental, Pachón, de Glencore; Los Azules, de McEwen Mining; MARA, de Yamana Gold Inc, Glencore y Newmont Corp, y Taca Taca, de First Quantum Minerals.
Según explicó Vitaller los tres proyectos de San Juan podrían convertir a la provincia andina en la “Vaca Muerta” del cobre, en referencia al nombre de la segunda reserva de gas no convencional del mundo y la cuarta de petróleo, ubicada en la Patagonia argentina.
“La demanda de cobre es gigantesca”, agregó y dijo que actualmente el mundo produce 25 millones de toneladas de cobre por año y se estima que para 2035 se van a necesitar 50 millones. “La única forma de cubrir ese déficit es entrando proyectos nuevos”.
Vitaller dijo que Josemaría tiene previsto producir unas 150 mil toneladas de cobre al año y que la etapa de construcción demandará entre 6 mil y 8 mil trabajadores.
Cuello de botella en la producción
La transición energética supone una gran cantidad de desafíos. Uno de ellos lo representa la necesidad de que la producción mundial de cobre aumente a la misma velocidad que el avance de esta transición.
Así lo advirtió días atrás el Grupo Internacional de Estudios del Cobre (ICSG, por sus siglas en inglés) que señaló que espera que este año la producción no llegue a satisfacer las demandas globales del metal.
En la misma línea se pronunció la multinacional de materias primas Trafigura que advirtió que esperan escasez de cobre en el largo plazo acompañada por precios récord ante la mayor demanda y la escasez de oferta.
Este es el contexto de que rodea el desafío de la transición energética que, sin cobre, no es posible alcanzar.
Por caso, la ICSG recordó que las instalaciones eólicas y solares requieren entre 8 y 12 veces más cobre que la capacidad de generación de carbón y gas. Asimismo, los vehículos eléctricos necesitan entre tres y cuatro veces más cobre que los vehículos con motor de combustión interna.
Por tanto, una transición energética a cero requeriría mucho más cobre del que se produce en la actualidad a escala mundial. Según S&P Global, la demanda de cobre se duplicará de aquí a 2035. Y de acuerdo con las previsiones de McKinsey, en 2031 el mundo se enfrentará a un desfase de más de 6 millones de toneladas anuales entre la demanda de cobre y su oferta.
La ICSG advirtió además que la tendencia no es prometedora: la producción de cobre de 2022 aumentó mucho menos de lo que se esperaba, y se prevé lo mismo suceda este año. Y la Argentina encuentra en el desarrollo cuprífero una gran oportunidad para convertirse en un actor global de peso.