Los candidatos a la presidencia presentan planes económicos muy diferentes y el sector energético global está a la expectativa. El republicano apunta a bajar los costos para incrñementa la producción de hidrocarburos. La demócrata está más alineada con los compromisos internacionales de descarbonización.
Las elecciones en EEUU se definen este martes, y los candidatos presidenciales presentan dos visiones marcadamente diferentes sobre el rumbo de la política energética. Mientras que con Kamala Harris se espera un nuevo impulso para la transición energética, el plan de Donald Trump prioriza el fortalecimiento productivo del Oil & Gas.
Si bien ambos coinciden en la necesidad de reforzar la industria estadounidense, divergen en aspectos clave que podrían reconfigurar no solo el sector energético local, sino también el comercio global de hidrocarburos y minerales críticos.
Ambos candidatos reconocen la importancia de la producción de minerales críticos para la transición energética.
Las elecciones en EEUU y los contrastes en política energética
Entre las principales diferencias de sus respectivas propuestas resaltan la gestión de los aranceles, las sanciones a Rusia, la transición energética, la minería y la política de exportación de gas natural licuado (GNL).
En este marco, el presidente Joe Biden está impulsando una serie de iniciativas de energía limpia en Estados Unidos, priorizando la aprobación de proyectos eólicos marinos y destinando miles de millones de dólares a proyectos de energías renovables.
Estas medidas buscan establecer un legado ambiental, con el objetivo de reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, en línea con los compromisos del Acuerdo de París.
Mientras tanto, el expresidente Donald Trump ha expresado su intención de revertir estos proyectos si vuelve a asumir la presidencia, proponiendo detener el desarrollo de energía eólica marina y retirar fondos no gastados de la ley climática de Biden.
Harris, en cambio, ha asegurado que continuará con una agenda climática similar a la de Biden en caso de victoria demócrata.
A través de leyes como la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Infraestructura, Biden ha marcado un objetivo ambicioso: reducir las emisiones en un 40% para 2030. Sin embargo, el futuro de estas políticas dependerá en gran medida del resultado de las elecciones, ya que una posible administración republicana podría retrasar la transición hacia energías limpias.
Transición energética y minería
Ambos candidatos reconocen la importancia de la minería de minerales críticos para la transición energética, pero sus enfoques difieren notablemente en el respaldo a la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), la pieza central de la actual administración para impulsar las energías renovables.
Trump ha prometido frenar la inversión en el marco de la ley IRA y limitar los créditos fiscales para la compra de vehículos eléctricos, aunque debería contar con mayoría en ambas cámaras para modificar esta legislación.
No obstante, el candidato republicano apoya la expansión del sector minero doméstico para reducir la dependencia de China.
Esta última postura es compartida por Harris, quien destacó en reiteradas ocasiones la importancia de que EEUU tenga mayor autonomía y propone la creación de una reserva nacional de minerales críticos.
En esa línea, la candidata que suplantó a Biden en la carrera electoral planea combinar un aumento en la producción nacional con incentivos para una extracción sostenible y colaboraciones con países aliados.
Este enfoque se alinea con el consenso bipartidista actual en el Congreso para fortalecer la minería doméstica, pero mientras Harris prioriza una estrategia de largo plazo que respalde la transición energética, Trump se muestra más reacio a invertir en programas ambientales y de sostenibilidad.
Aranceles, proteccionismo industrial y sanciones a Rusia
Uno de los temas económicos centrales de esta campaña ha sido la política de aranceles, que refleja el enfoque proteccionista que ambos candidatos sostienen en sus programas, aunque con variaciones significativas.
Donald Trump propone un arancel general del 20% sobre todas las importaciones, con un 60% específico para productos chinos y un 100% para automóviles importados de México.
Este enfoque busca incentivar la relocalización de industrias en territorio estadounidense, pero también representa un alto riesgo de encarecer los bienes de consumo y elevar los costos de vida, además de tensar las relaciones con socios comerciales estratégicos.
Kamala Harris, en cambio, defiende la política de aranceles existente y propone implementar nuevos impuestos a las importaciones, pero de manera focalizada en sectores estratégicos, como el de energías renovables y microchips, para proteger a los trabajadores y estimular la industrialización.
El tratamiento de las sanciones a Rusia es otro punto de divergencia. Trump ha manifestado abiertamente su interés en encontrar una “solución rápida” al conflicto entre Rusia y Ucrania, sugiriendo que esta postura incluiría el levantamiento de las prohibiciones que actualmente afectan la importación de petróleo, productos refinados y gas natural licuado.
Para los republicanos, las sanciones perjudican la fortaleza del dólar y erosionan su uso en el comercio global, argumentando que podrían debilitar el rol de EE.UU. en la economía mundial.
Por el contrario, Harris ha dejado claro que mantendría las sanciones actuales, en línea con el compromiso de la administración Biden de aislar económicamente a Rusia.
La continuidad de esta política bajo la conducción de Harris aseguraría que EE.UU. siga presionando a la potencia europea, aunque podría tener implicaciones en la oferta global de hidrocarburos y afectar los precios internacionales.
Estrategias para el GNL
La política sobre el gas natural licuado (GNL) también muestra posturas contrastantes. La administración Biden, a través de una pausa temporal en los permisos de exportación de GNL, busca revisar los criterios de interés público antes de permitir nuevas licencias.
Harris podría continuar con esta medida, en línea con el enfoque de revisión de su partido, lo que plantea interrogantes para las empresas energéticas que esperan definiciones claras para sus proyectos.
En contraste, Trump ha prometido reactivar la emisión de permisos desde el inicio de su administración, eliminando la pausa y acelerando el desarrollo de proyectos de exportación.
Como en gran parte de los puntos abordados, la postura de Harris representa una continuidad con la política actual, lo que podría implicar retrasos en las decisiones sobre proyectos de licuefacción adicionales.
Trump, al oponerse a esta pausa, apuesta por la expansión inmediata del mercado de exportación de GNL de EE.UU., lo que facilitaría el ingreso a mercados internacionales de energía.
Así quedan configurados ambos candidatos en lo que concierne a las estrategias vinculadas al sector energético. Hoy por la noche se conocerán los resultados y Estados Unidos comenzará una nueva gestión.