El sector industrial es el tercer consumidor energético de relevancia y cuenta con potencial de alcanzar
su mayor eficiencia, con beneficios en sus costos, competitividad e impacto ambiental.

Las cuestiones energéticas cobraron relevancia en los últimos años como aspecto fundamental que afecta la sostenibilidad de las empresas desde el punto de vista económico y de toda la comunidad en la cual las organizaciones se encuentran inmersas.

La aplicabilidad de las distintas herramientas disponibles abarcan los principios energéticos, cálculos
económicos y la gestión de proyectos, lo que permite definir sobre las diferentes fuentes de energías renovables (solar, eólica, biomasa y biogás) más adecuadas para cada proyecto y la incursión en temas como movilidad, tecnologías del hidrógeno, bombas eficientes de calor, sistemas de gestión o arquitectura sustentable, entre muchas otras.

De todas las ineficiencias, casi el 48% se afirma son por cuestiones de comportamiento, no por temas técnicos, mientras que un 15% corresponden a razones de automatización.

Con la transición energética como paradigma de la eficiencia y el ahorro de costos que genera, cada vez más empresas deberán incluir en su plan de negocios las alternativas energéticas como un paso esencial para su consolidación y sustentabilidad tanto económica como ambiental. En el sector manufacturero nacional distintas estimaciones destacan la fuerte participación del gas natural y combustibles fósiles en la matriz energética, por encima del 65% de la demanda; y más del 20% de fuente eléctrica, lo que permite orientar las medidas y los esfuerzos de financiamiento.

Localmente, una manera de sistematizar esa disponibilidad de recursos de eficiencia es la adopción de la norma ISO-50001, que alcanzó una amplia difusión internacional y que tuvo en el país un repunte significativo, ya que la cantidad de certificaciones emitidas el año pasado creció siete veces más que en el resto del planeta.

En ese proceso de certificación se buscan mejoras en los sistemas de gestión de energía para avanzar en parámetros de eficiencia, seguridad y consumo, generando por un lado ventajas dentro de la propia organización y, por el otro, aportes a la sociedad, con una reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, menor uso de recursos no renovables y menos requerimientos de subsidios.

Tres categorías para el derroche energético

Un reciente trabajo de la Secretaría de Energía con colaboración y financiamiento de la Unión Europea identificó unas 200 medidas clasificadas según tres categorías, asociadas a niveles de profundidad e inversión, obtenidas a partir de los diagnósticos, intercambio y reuniones con empresas y cámaras de diferentes sectores, tanto de grandes empresas como de pequeñas y medianas.

De todas las ineficiencias, casi el 48% se afirma son por cuestiones de comportamiento, no por temas técnicos; un 15% corresponden a razones de automatización, que se pueden resolver con inversiones pequeñas, como instalación de sensores de flujo y de proximidad, y el 37% restante requeriría inversiones grandes, como cambios de maquinarias y de líneas de producción.

Aceite, Hierro, Energía
Cemento, Aceite, Hierro y Aluminio, entre los sectores que más energía consumen.

Así, se distingue una primera categoría que abarca acciones de gestión con baja o nula inversión, y que respecto del plazo de puesta en marcha y ejecución de las mismas, se trata de acciones inmediatas o de corto plazo. La segunda requiere inversiones intermedias para automatizaciones, controles, mantenimientos de fondo, y reparaciones importantes, cuya puesta en marcha y ejecución de las mismas podrían asociarse a acciones de mediano plazo.

Finalmente, hay una tercera categoría de cambios e incorporación de nuevas tecnologías y procesos, asociados en general a inversiones importantes. Pero por los costos, necesidades de financiamiento, y cambios vinculados a capacitación, innovación, sustitución de perfiles de personal, entre otros, implican un largo plazo.

Consejos para las industrias

Por su participación en el consumo energético nacional, podría decirse que cinco ramas/productos concentran el 50% del consumo de la industria manufacturera bajo análisis: Hierro y Acero, Petroquímica, Aceite, Aluminio y Cemento, y dicho porcentaje llega al 70% si se agregan los subsectores de Ingenios y Papel.

En líneas generales, se identificaron medidas que corresponden a la implementación de diferentes mejoras de Gestión de la Energía, la disminución del consumo energético, mejoras de procesos, automatizaciones, y reciclados y utilizaciones de residuos como aspectos centrales y de aplicación inmediata, sin necesidad de grandes gastos.

También hay algunas medidas con bajos niveles de inversión, como el control de sistemas de trampas de vapor, la instalación de un sistema de control de la distribución del aire comprimido, y otras como el coprocesamiento, y la utilización de combustibles alternativos, o los de mayor inversión como implementar sistemas de cogeneración o la sustitución de equipamientos.

En soluciones más complejas se inscriben el aislamiento térmico de las plantas, los modelos informáticos integrados, aprovechamiento del aluminio reciclado, instalación de variadores de velocidad, reemplazo de motores, recuperación de condensados o eficiencia en mezclas de combustibles.

Ya en un concepto de economía circular, el reciclado permite el aprovechamiento del contenido energético de ciertos materiales residuales, mitigando su destino hacia otras alternativas de manejo indeseable, tales como la incineración, la disposición en rellenos sanitarios, o en basurales a cielo abierto.

Entre los residuos industriales utilizados como alternativa de valorización energética, se destacan maderas de descarte (pallets, embalajes y otros similares); plásticos rígidos (PEAD, PP, bidones, envases, objetos diversos, etc.); plásticos flexibles (films, envases, bolsas, etc.); caucho vulcanizado (scrap de cubiertas de automotores y vehículos), NFU (neumáticos fuera de uso); caucho sin vulcanizar (scrap de producción); telas engomadas; cartones no reciclables, telgopor; goma eva; textiles varios; residuos de petróleo, pinturas, barros de tanques petroleros, lo que en conjunto redundará en el ahorro de combustible para generación.

Para la adecuación de las muchas herramientas disponibles para una mejor eficiencia de recursos, se propone para articular con las empresas la figura del gestor energético, que permita la adaptación a las particularidades de organizaciones energointensivas de la siderurgia, el acero, el aluminio, la petroquímica, la aceitera, la harinera, o la papelera y otras de menor demanda en rubros tan disímiles como ingenios, minería, construcción, vidriería, frigoríficos o textil.

Las pymes y el techo de financiamiento

Dentro del universo de empresas manufactureras, de acuerdo a la información disponible, el sector de las Pymes consume más de un 30% de la energía de la demanda industrial, siendo uno de los principales consumidores.

Pero las limitaciones en el país afectan el proceso de toma de decisión de medidas que, sin dudas, resultarían beneficiosas para la organización. Se trata en primera instancia de las barreras de financiamiento (falta de líneas de crédito específicas y el elevado costo del mismo); a las que siguen las barreras económicas y de mercado vinculadas a la baja rentabilidad relativa de los proyectos, sobre todo en propuestas de recambio, que presentan altos costos de las tecnologías.

También se tienen en cuenta las barreras tecnológicas, relacionadas con la falta de capacidades técnicas para la evaluación de alternativas de eficiencia energética; barreras institucionales y regulatorias; y las culturales y de concientización, en especial en referencia a la falta de conciencia en los altos niveles gerenciales sobre la temática.

En muchos países, el énfasis principal se ha puesto en la obtención de recursos financieros provenientes de una diversidad de fuentes que se pueden extrapolar a la Argentina. Se suman así los bancos comerciales públicos y privados comprometidos con el desarrollo de las finanzas sostenibles; la banca de desarrollo regional; fondos internacionales provenientes de agencias de inversión; y que se pueden complementar con los instrumentos financieros del mercado de capitales.

En este último caso, las opciones planteadas pueden variar según características de cada una de las empresas y de los sectores industriales para la utilización de bonos verdes y créditos verdes, que atraviesan tiempos de alta liquidez a bajo costo de tasas que se convierten en fuente inestimable de financiamiento.

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