En un encuentro del IAPG por el Día del Petróleo y del Gas, su titular celebró números del sector que no se veían desde los 90, pero también advirtió sobre el difícil desafío de sostener el ritmo de crecimiento.
Si bien la industria hidrocarburífera argentina logró aumentar de manera significativa la producción, Ernesto López Anadón, presidente del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG), alertó que sostener y profundizar ese camino exigirá un esfuerzo de escala inédita: perforar unos 1.000 pozos por año, construir nueva infraestructura y movilizar a toda la cadena de valor.
“Por primera vez se superó el pico de producción de petróleo de finales de la década del 90”, destacó López Anadón durante un almuerzo para festejar el Día del Petróleo y del Gas, el 13 de diciembre.
A eso se suman “importantes incrementos en las exportaciones de crudo y de gas” y una reducción cercana al 45% en las importaciones de gas, impulsada por el mayor nivel de producción y la ampliación de la capacidad de transporte.
El sector ya puso sobre la mesa su meta productiva: llevar a Vaca Muerta a 1,5 millones de barriles diarios de petróleo y duplicar la producción de gas. “Estamos en carrera para lograr ese objetivo”, afirmó López Anadón, aunque aclaró que se trata de una tarea “compleja y extremadamente demandante”.
Ese combo tendrá un impacto directo en las cuentas externas. De acuerdo con el titular del IAPG, la balanza comercial energética cerrará 2025 con un superávit superior a los u$s7.000 millones, un 26% más que el año pasado, con perspectivas de que “esta cifra casi se triplique en pocos años”.
López Anadón fue categórico: “Todo lo que hoy se está haciendo y lo que se hará en el futuro solo se justifica como un proyecto puro de exportación de gas y de petróleo”. Para sostener las exportaciones actuales y aumentarlas, habrá que perforar alrededor de 1.000 pozos por año, además de construir nuevas plantas, ductos y terminales.
Eso implica inversiones del orden de u$s20.000 a u$s30.000 millones anuales, que necesariamente requerirán acceso al financiamiento internacional. En ese punto, el presidente del IAPG destacó el rol del RIGI y llamó a seguir generando condiciones que faciliten el financiamiento del resto de las inversiones.
Infraestructura, la clave del salto exportador
El crecimiento productivo vino acompañado por obras estratégicas. López Anadón enumeró la ampliación de las redes de transporte de gas, la reversión del Gasoducto Norte -que permitirá ampliar exportaciones a Brasil-, la finalización de la expansión del sistema de crudo de Oldelval y el avance del oleoducto Vaca Muerta Sur, que incluirá un nuevo puerto de carga para ganar flexibilidad exportadora.
A eso se suman los proyectos de gas natural licuado. “Están en marcha, en distintas etapas, dos proyectos de GNL, uno liderado por PAE y otro por YPF”, señaló, con el objetivo de alcanzar exportaciones escalables de hasta 30 millones de toneladas anuales hacia 2030, a los que se agrega una nueva iniciativa anunciada recientemente por Camuzzi.

En paralelo, el otorgamiento de permisos de exportación de gas a 30 años, algo que no ocurría desde los 90, y el trabajo de los entes reguladores para normalizar los mercados mayoristas y habilitar futuras ampliaciones de transporte, aparecen como señales clave para el largo plazo.
El desafío del petróleo y el gas en Vaca Muerta
El sector ya puso sobre la mesa su meta productiva: llevar a Vaca Muerta a 1,5 millones de barriles diarios de petróleo y duplicar la producción de gas. “Estamos en carrera para lograr ese objetivo”, afirmó López Anadón, aunque aclaró que se trata de una tarea “compleja y extremadamente demandante”.
Las cifras dimensionan el desafío: se requerirán entre 20 y 30 millones de metros cúbicos de áridos, hasta 3 millones de metros cúbicos de cemento y hormigón, entre 4 y 6 millones de toneladas de acero y hasta 170.000 kilómetros de ductos. En el pico de actividad, el sector demandará entre 30.000 y 36.000 trabajadores en exploración y producción, y hasta 240.000 en construcción.
Todo ese despliegue moviliza a una extensa cadena de valor. Las 37 principales empresas del sector se abastecen de unas 10.000 compañías proveedoras, de las cuales el 78% son pymes, que emplean a más de 220.000 personas y facturaron en promedio u$s4.000 millones anuales entre 2019 y 2021.
El contexto no está exento de riesgos. López Anadón anticipó escenarios de precios internacionales más bajos y reconoció avances importantes en eficiencia -como el aumento de fracturas mensuales sin sumar grandes cantidades de equipos-, pero advirtió que los costos locales siguen siendo superiores a los del Permian, principalmente por rigideces laborales, carga impositiva y costos de importación.
“Estamos en carrera contra otros proyectos similares en el mundo”, alertó. Por eso, reclamó reglas claras y estabilidad para evitar exigirle al sector responsabilidades ajenas a su actividad principal o superponerle restricciones que generen ineficiencias.




