La dinámica de valores en los surtidores volvió a reflejar la complejidad del mercado energético argentino. Tipo de cambio, impuestos, biocombustibles y referencias internacionales se combinaron en un escenario de subas acumuladas.
A lo largo de 2025, el precio de los combustibles líquidos en la Argentina registró un incremento acumulado superior al 40%, un porcentaje que no solo superó con holgura la inflación del período —estimada en torno al 30%— sino que también expuso la tensión permanente entre variables locales y factores externos.
Lejos de tratarse de un fenómeno lineal, la evolución de los valores en los surtidores respondió a una combinación de correcciones postergadas, cambios regulatorios y una coyuntura internacional que, hacia el último trimestre, comenzó a jugar a favor de la moderación de precios.
Entre las variables que más incidieron en la trayectoria de los combustibles, la evolución del tipo de cambio ocupó un lugar central. La devaluación acumulada durante el año alcanzó el 41%, un movimiento que las empresas del sector buscaron trasladar gradualmente a precios para evitar mayores desfasajes.
Según un informe elaborado por Montamat & Asociados, el ajuste anual estuvo atravesado por una alta volatilidad, con variaciones semanales e incluso diarias, particularmente en el caso de la petrolera de mayoría estatal.
“En los surtidores los precios acumularon un incremento mayor al 40% durante el año 2025, superando la inflación acumulada, aunque también esto estuvo influenciado por la volatilidad del mercado”, señaló la consultora.
En ese marco, la estrategia de precios diferenciados por zona, demanda y franja horaria —especialmente aplicada por YPF— profundizó la percepción de cambios constantes para los usuarios.
Combustibles: el peso del tipo de cambio y los costos regulados
Entre las variables que más incidieron en la trayectoria de los combustibles, la evolución del tipo de cambio ocupó un lugar central. La devaluación acumulada durante el año alcanzó el 41%, un movimiento que las empresas del sector buscaron trasladar gradualmente a precios para evitar mayores desfasajes.
A este factor se sumaron aumentos significativos en componentes clave de la estructura de costos: el biodiesel registró una suba del 67%, el bioetanol del 37% y los impuestos específicos a los combustibles avanzaron un 52%.
De acuerdo con el análisis de Montamat & Asociados, estos elementos explican por qué los precios finales terminaron ubicándose por encima del índice general de precios.
En diciembre, el ajuste mensual llegó a superar el 4% a nivel nacional, en parte como consecuencia de aumentos que habían sido diferidos en meses previos.
El informe sostiene que, tras la devaluación acumulada desde julio, las compañías optaron por postergar correcciones hasta después del proceso electoral, lo que concentró parte de las subas hacia el final del año.
Paridad de importación y la baja anunciada
Luego de ese proceso de recomposición, los valores locales quedaron levemente por encima de las paridades de importación.
En el caso de las naftas de mayor octanaje, el precio promedio nacional se ubicó alrededor de un 9% por encima de su referencia internacional, mientras que el gasoil mostró una diferencia mínima —inferior al 1%—, lo que técnicamente lo dejó en línea con la paridad.
Este escenario habilitó un cambio de señal por parte de YPF. El presidente y CEO de la compañía, Horacio Marín, anunció la aplicación de una reducción del 2% en los precios de los combustibles. “Todos los días un poquito, no en todos los lados iguales”, explicó, en alusión a la lógica de microajustes que la empresa viene implementando en función de múltiples variables.

Desde la petrolera insisten en que la política de precios no responde únicamente a la cotización internacional del crudo, sino también a factores domésticos como el tipo de cambio, la carga impositiva y el valor de los biocombustibles, que tienen una incidencia directa en el precio final.
El crudo internacional, un ancla con doble efecto
Durante el último tramo del año, la baja del precio internacional del petróleo actuó como un factor de contención. El Brent registró una caída cercana a los 10 dólares por barril en el último año, y durante el período octubre-diciembre se mantuvo por debajo de los 64 dólares. Para la Argentina, este contexto tuvo un efecto ambiguo.
Por un lado, la consultora destacó que la caída del crudo “no genera presiones al alza en los precios locales y contribuye a una mayor convergencia de los crudos locales y los combustibles a sus referencias internacionales”. Esto facilitó el reciente anuncio de baja en los surtidores y redujo tensiones sobre el mercado interno.
Sin embargo, el mismo informe advirtió que un escenario de precios internacionales sostenidos por debajo de los 55 dólares por barril en 2026 podría comprometer la viabilidad de proyectos ubicados en yacimientos marginales o con costos de desarrollo más elevados. En esos casos, la rentabilidad queda directamente condicionada por la eficiencia operativa y la escala.
Competitividad, exportaciones y orden macroeconómico
De cara al mediano plazo, Montamat & Asociados planteó que sostener el perfil exportador del sector hidrocarburífero argentino exigirá un esfuerzo adicional en reducción de costos, innovación tecnológica y mejoras de productividad. Este desafío cobra especial relevancia para el desarrollo intensivo de Vaca Muerta, cuyo potencial exportador depende tanto de los precios internacionales como de las condiciones internas de competitividad.
En ese sentido, el punto de partida señalado por la consultora es el orden macroeconómico. Una inflación en descenso y una estabilidad sostenida son claves para reducir el riesgo país, mejorar el acceso al financiamiento y abaratar su costo, variables fundamentales para proyectos de gran escala y largo plazo.


