Altos precios en dólares para quienes venden, la revisión global de intereses y los desafíos de la economía argentina, entre las razones de la salida de jugadores internacionales de la cuenca. ¿Oportunidad para las empresas nacionales o pérdida de relevancia global?
La desinversión de varias empresas globales de la actividad de Vaca Muerta se produce, paradójicamente, en momentos en que todo indica que lo mejor del negocio está por venir de aquí hacia fines de la década, con una proyección del salto de producción y exportaciones de gas y petróleo.
Pero el fenómeno de salida de varias compañías de peso no resulta exclusivo del Oil & Gas, sino que es transversal a grandes segmentos en donde las empresas locales aprovechan la oportunidad de ganar mercado.
Este proceso de “argentinización” que se viene verificando en Vaca Muerta es, para algunos analistas, ciertamente inquietante.
Lo que se pensaba a esta altura del desarrollo del no convencional es que estuvieran presentes todas las compañías posibles, que hubiera más disputa por áreas en concesión, que la formación se haya ampliado y que las inversiones se dieran a mayor velocidad.
Pero la verdad es que los compradores de los activos que dejan las multinacionales son grupos locales. En esa misma perspectiva se advierte que las empresas que lideran la inversión en Vaca Muerta tienen una espalda financiera más chica.
A pesar de que el sector atraviesa un momento crucial favorable para su despegue hacia el desarrollo masivo, las petroleras extranjeras parecen no dejarse seducir por la oportunidad, y buscan una salida
Se van corporaciones como ExxonMobil, TotalEnergies o Petronas y aparecen firmas muy buenas, pero de menor tamaño, lo que alimenta la preocupación ante un desarrollo a ritmo más pausado, justo en momentos en que se están llevando adelante las grandes obras de infraestructura que anticipan un nuevo escenario en breve.
Para otros observadores más optimistas, esta etapa de salida de jugadores externos y la consolidación de empresas nacionales podrá ser revertida cuando la Argentina cumpla con los hitos pendientes de normalización de su macroeconomía y el regreso al mercado de capitales a tasas más digeribles que las que se consiguen en la actualidad.
A partir de entonces podrá reconstruirse la confianza de los inversores, el deseo de participar de un gran negocio exportador como lo es Vaca Muerta a ojos de todo el mundo con una geología privilegiada.

Hasta tanto, habrá que sobrellevar esta tendencia de revisar estrategias globales de corto y mediano plazo, la habitual práctica de revisión de activos que realizan las empresas periódicamente, esperar que desinflame el contexto de tensiones geopolíticas y ver cómo se reacomodan las tensiones propias de la transición energética que promete alargar la ventana para los hidrocarburos.
A pesar de que el sector atraviesa un momento crucial favorable para su despegue hacia el desarrollo masivo, las petroleras extranjeras parecen no dejarse seducir por la oportunidad, y buscan una salida luego de años de cepo cambiario, trabas para importar y otras tantas para exportar, el veto a la distribución de dividendos, el alto costo de capital, el costo laboral, la inestabilidad de la macro y todo lo que implica el riesgo de la Argentina.
Las empresas nacionales, al frente de Vaca Muerta
Sean cuales fueren las razones, en los hechos las empresas miran la puerta de embarque y las compañías locales se anotan en la despedida para repartirse activos y ganar posiciones, porque entienden de otra manera el juego y la oportunidad que representa Vaca Muerta.
Esos mismos jugadores locales hoy están recalculando escenarios a partir de la baja del precio internacional del barril de petróleo, la suba de costos en dólares, y el encarecimiento del dinero, es decir las altas tasas de interés que las empresa deben convalidar para financiarse en el exterior.
Es que las firmas como YPF, Tecpetrol, Pluspetrol, PAE, Pampa o incluso Vista -que en realidad nació y cotiza en el mercado mexicano- aún tienen un camino por recorrer en lo financiero.
Mientras tanto, el desafío es compensar todos esos puntos de compleja resolución con más productividad, mayor eficiencia, reducción de costos, y con preparar la infraestructura que permitirá el famoso boom de producción para exportación que promete superar largamente el millón de barriles de petróleo y duplicar la actual producción de gas.
En un contexto mundial no menos complicado en lo financiero y en geopolítica, aspectos que alimentan una volatilidad exógena, todas las grandes energéticas están revisando sus portafolios y buscan un fly to quality hacia destinos más previsibles y rentables.
Pero nuevamente aparece la paradoja de Vaca Muerta: a pesar de potencial de corto plazo que se le reconoce a la formación -que amerita a esperar un poco más para aprovechar el juego-, el alto precio que se convalidan por sus activos son un llamado a hacer caja y a salirse del negocio.

La desinversión de ExxonMobil en Vaca Muerta fue una de las operaciones más destacadas y significativas en el sector energético de la Argentina, inaugurando la tendencia de salida de empresas internacionales y el fortalecimiento de las compañías locales.
La operación se concretó con la venta de todos los activos de ExxonMobil Exploration Argentina a favor de Pluspetrol por unos U$S1.700 millones, operación en la que YPF también se hizo lo propio con un bloque de shale gas en manos de ExxonMobil y Qatar Energy, por más de US$ 320 millones.
El impacto de la salida de la firma estadounidense del mercado abrió la expectativa de otros jugadores que se animaron a escuchar si las ofertas eran igual de importantes por sus activos.
Y el mercado volvió a convalidar la alta valoración con una operación que a poco de arrancar 2025 llevó a Vista Energy a hacerse de la participación en las áreas que la malaya Petronas poseía en el no convencional, por unos US$ 1.200 millones que rápidamente tuvo impacto en lo productivo y lo financiero de la empresa del ex CEO de YPF, Miguel Galuccio.
Es que las firmas como YPF, Tecpetrol, Pluspetrol, PAE, Pampa o incluso Vista -que en realidad nació y cotiza en el mercado mexicano- aún tienen un camino por recorrer en lo financiero.
El caso más reciente es el de la francesa TotalEnergies, que oficializó la venta de su participación en dos bloques de petróleo y gas no convencional. La transacción, valorada en US$ 500 millones y concretada con YPF, responde a la línea con su estrategia global de reajuste de cartera, buscando liberar capital de activos que no son prioritarios y concentrarse en el negocio del gas, en el cual es el primer productor de la Argentina.
El fenómeno de la llegada de estas compañías internacionales al país comenzó en 2013 de la mano de la nacionalización de YPF, que ante la necesidad de desarrollar el no convencional con know how y abultada billetera recurrió a una serie de acuerdos con grandes grupos energéticos globales.
Hoy la tendencia se está revirtiendo y son las multinacionales las que buscan la puerta de salida, no sin antes hacer un interesante cash out.

Precisamente, a mediados de la década pasada se sacudió el mercado con la llegada de la estadounidense Chevrón a lo que hoy se reconoce como el área fundacional de Loma Campana, el corazón de la innovación tecnológica y fuente de la mayor inversión de Vaca Muerta, a lo que siguió la ola de inversiones millonarias de las majors como Petronas, Shell, TotalEnergies, Dow, ExxonMobil o Wintershall, además de las estratégicas empresas de servicios que llegaron con el expertise de las operaciones en el no convencional de los Estados Unidos.
Un fenómeno transversal
Vaca Muerta no es una isla. La salida de compañías globales es un fenómeno actual del país en distintos segmentos de negocios, y aún puede venir más.
Por fuera del petróleo pero dentro del sector energético, la italiana Enel -dueña de Edesur- inició el proceso de retirada al traspasar la central termoeléctrica Costanera a Central Puerto, y la central Dock Sud a YPF Luz y PAE.
Más allá del segmento específico de la energía, una de las grandes operaciones de venta fue la de Telefónica Argentina a manos de Telecom, hoy a cargo de un grupo nacional asociado a otro externo. El gigante tecnológico Xerox le vendió su negocio en la Argentina y Chile al Grupo Datco, un proveedor de tecnologías y servicios de redes de fibra óptica de capitales nacionales.
En el sector financiero se dieron las ventas de la brasileña Itaú en favor del Banco Macro, mientras que la británica HSBC pasó a formar parte del grupo nacional Galicia.
En el mundo automotriz hubo una salida de alto impacto cuando la alemana Mercedes Benz vendió el negocio y la planta emblemática de Virrey del Pino al grupo local GST, la que se había quedado también con la estadounidense Prudential Seguros.
Otra de las grandes operaciones fue la compra que logró Newsan de las marcas de la norteamericana Procter & Gamble (P&G), como Gillette, Pampers, Always, Head & Shoulders y Oral-B, una revolución en el segmento de consumo masivo.

Las más recientes fueron la compra de Loma Negra por parte de Pampa Energía, mientras que la canadiense Nutrien anunció que busca comprador para el mayor productor de urea granulada del país, Profertil.
Las que se animan al país
En medio del reacomodamiento del mapa petrolero, hay a la vez algunas certezas de continuidad de grandes compañías y la llegada de algunas otras.
Dos petroleras históricas de la corta vida de Vaca Muerta ratificaron que no venden nada y que por el contrario amplían inversiones para los próximos años: Chevron y Shell, la primera fortalecida en la producción de crudo como una de las principales exportadoras, y la segunda, que acaba de asociarse con YPF en uno de los proyectos de GNL.
Las que llegaron fueron en 2024 la británica Harbour, como parte de la operación que cerró con la alemana Wintershall que decidió una desinversión estratégica de activos en todo el mundo; la noruega Golar que se asoció en el consorcio Southern Energy para traer al país los baros licuefactores en 2027 y 2028; y la italiana Eni que se suma también con YPF al negocio del GNL.
Un anuncio reciente permitió anticipar la llegada a Vaca Muerta de la compañía independiente colombiana Geopark, tras un frustrado acuerdo para desembarcar de la mano de la local Phoenix Resources. Ese desembarco se haría con la participación como socio de una empresa nacional.
La otra que llega significará la presencia de la primera compañía brasileña en el no convencional, un dato clave pensando en el interés del vecino país por contar con el shale gas de Vaca Muerta.
Ese arribo se hará, en breve, a través de la petrolera Fluxus, uno de los varios brazos energéticos que posee el holding J&F, el mayor grupo económico privado de Brasil.