El Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM) publicó un informe que mide el peso relativo de la minería en las economías nacionales. Argentina, entre los de mayor proyección para los próximos años
El ranking está encabezado por naciones africanas y asiáticas como la República Democrática del Congo, Mali, Mongolia y Surinam, donde el sector minero representa hasta el 88% de las exportaciones totales y una proporción significativa del PBI. En esos casos, la actividad extractiva constituye el núcleo de la economía, lo que eleva su ponderación en el índice.
El MCI combina tres variables principales: el valor de las exportaciones mineras, su proporción en el total de exportaciones del país, y la contribución de la minería al PBI nacional.
El ICMM subraya que una alta dependencia minera no equivale necesariamente a éxito económico. Por el contrario, puede implicar una economía vulnerable a los ciclos de precios internacionales.
El informe enfatiza la importancia de una gobernanza sólida, transparencia y estabilidad institucional, destacando los casos de países que adhieren a la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI), donde las rentas mineras se traducen en infraestructura, empleo y desarrollo sostenible.
Argentina: bajo peso relativo, alto potencial
En el caso argentino, el índice muestra que la minería representaba en 2022 -último dato consolidado- solo el 1,4% de las exportaciones totales y un 0,72% del PBI, cifras que explican el bajo posicionamiento en el ranking global.
Sin embargo, el ICMM advierte que esto no refleja debilidad estructural, sino una economía con fuerte base agroindustrial y energética, donde el sector minero está en una fase de expansión, especialmente en torno a los minerales críticos para la transición energética.

En ese sentido, el litio, el cobre y el oro se perfilan como los tres pilares de un nuevo ciclo minero argentino. Según proyecciones del sector, las exportaciones alcanzarán los US$ 5.088 millones en 2025, lo que representará un crecimiento superior al 50% respecto a los valores actuales.
Este salto será impulsado por el litio, que en apenas tres años triplicó su producción nacional y consolidó al país como tercer productor mundial, detrás de Chile y Australia.
El desafío no es solo producir más, sino hacerlo con trazabilidad, sustentabilidad y licencia social.
El litio es el protagonista indiscutido de esta nueva etapa. En 2022, los tres principales proyectos en operación Sales de Jujuy, Fénix (Catamarca) y Olaroz (Jujuy) produjeron en conjunto más de 37.000 toneladas de carbonato de litio equivalente.
Con las ampliaciones en curso y las nuevas operaciones previstas para 2025, la producción superará las 100.000 toneladas anuales, posicionando a la Argentina como uno de los centros de abastecimiento más importantes para la industria global de baterías eléctricas.
El cobre, en tanto, se prepara para su gran retorno. Tras casi dos décadas sin producción activa, el metal rojo vuelve a ocupar un lugar central con proyectos de gran escala como Los Azules, Josemaría, Altar y El Pachón, ubicados en la provincia de San Juan, y Agua Rica en Catamarca.
Estos emprendimientos suman inversiones comprometidas por más de US$ 20.000 millones y tienen el potencial de transformar a la Argentina en un productor relevante a nivel regional.
Por su parte, el oro continúa siendo un sostén clave del sector, especialmente en provincias como San Juan y Santa Cruz, donde genera miles de empleos directos e indirectos y contribuye con una importante masa de exportaciones anuales.
El ICMM advierte que el posible ascenso argentino en el índice dependerá de la calidad institucional y la estabilidad regulatoria, factores indispensables para atraer inversiones de largo plazo. En ese contexto, el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) aparece como una herramienta estratégica, orientada a dar previsibilidad y mejorar la competitividad de los proyectos mineros y energéticos.

Aun así, el informe advierte que la carga tributaria total de la minería en Argentina estimada en un 53% efectivo sigue siendo una de las más altas del mundo. No obstante, el sector se mantiene como el quinto complejo exportador del país y genera más de 100.000 empleos directos e indirectos, lo que evidencia su papel creciente en las economías regionales.
Un nuevo perfil de país minero
El ICMM proyecta que, si las tendencias actuales se consolidan, Argentina podría ascender entre 20 y 30 posiciones en el índice, ubicándose alrededor del puesto 75 en la próxima edición. Este cambio no sería menor: marcaría el paso de una minería incipiente a una minería con peso estratégico dentro del producto nacional y de la matriz exportadora.

“El país podría avanzar hasta 30 posiciones en el índice, impulsado por su papel creciente en el suministro de litio y otros minerales esenciales para la transición energética”, destaca el informe.
El avance del país en el MCI no solo dependerá de su capacidad para producir más, sino para hacerlo de manera sostenible y transparente. En este punto, el ICMM insiste en la necesidad de alinear la minería con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y fortalecer la cooperación entre el Estado, las empresas y las comunidades.
La minería del siglo XXI no se mide solo en toneladas ni dólares, sino en su capacidad para generar valor local, empleo calificado, infraestructura y desarrollo territorial.
La Argentina tiene los recursos y las oportunidades, pero necesita consolidar una gobernanza minera moderna, eficiente y participativa, capaz de sostener la expansión del sector sin conflictos sociales ni ambientales.
La estabilidad regulatoria y la confianza institucional son tan valiosas como los recursos del subsuelo.
El país encara una década decisiva. Con una demanda mundial sostenida de minerales estratégicos y un renovado interés de los inversores internacionales, la minería argentina se perfila como un actor clave en la cadena global de la transición energética.
San Juan, Catamarca, Salta y Jujuy el cuadrante minero del norte argentino concentran no solo los mayores proyectos, sino también los mayores desafíos. Allí, la articulación entre productividad, sustentabilidad y licencia social será determinante para consolidar el crecimiento.
Si logra ese equilibrio, Argentina pasará de ser una economía con minería, a una economía minera diversificada, competitiva y sostenible.




