En el marco de la XV Argentina Oil & Gas Expo, el foro más importante del sector energético y de la industria en general en el país, la discusión sobre el futuro de Vaca Muerta no podía escaparle a la coyuntura local y externa.

Lejos de las celebraciones por el crecimiento de la producción, el debate se centró en el desafío estratégico de que el sector gane en eficiencias y competitividad para convertirse en un exportador regional y global.

Como repercusión inmediata de las elecciones en la provincia de Buenos Aires del domingo, el sobresalto de los mercados con el alza del dólar, el desplome de acciones y la disparada del riesgo país, generaron la rápida reflexión sobre las dificultades que este escenario crea para las necesidades de financiamiento de los proyectos de desarrollo que tiene la industria.

En la apertura del evento, el viceministro de Economía, Daniel González, contextualizó la situación del sector en un mercado global volátil, pero con un precio del barril que, a pesar de los conflictos geopolíticos, «flota» en una banda de entre 65 y 70 dólares, algo que no suena tan mal para una industria del no convencional que asegura tener margen para mejorar su productividad.

Las proyecciones a futuro no son muy alentadoras, con un precio que podría situarse más cerca de los 60 dólares debido al aumento de la oferta en el mercado internacional de «jugadores no tradicionales», entre los que se incluye a la Argentina.

Esta realidad fuerza a los productores de commodities a ser tomadores de precios, y a enfrentarse al juego de esta industria que permite sobrevivir al más eficiente y obliga al resto a levantar el pie del acelerador.

Como señaló el presidente del IAPG, Ernesto López Anadón, la industria está “en el punto de inflexión» y en medio de un trabajo para llegar al objetivo del 1.5 millón de barriles para comienzos de la próxima década.

Esto implica que hoy, cerca de los 800 mil barriles día y superando los 160 MMm3 de gas, el desarrollo esperado significaría construir una nueva industria que produzca entre 600 y 800 mil barriles y 120 y 140 MMm3 de gas adicionales. Una tarea compleja y demandante, y para entender la dimensión de la discusión se debe analizar algunas cifras.

La industria sigue comparando con optimismo a Vaca Muerta con la cuenca del Permian en Estados Unidos, uno de los yacimientos más eficientes del mundo. Los datos que se presentan son primero una preocupación por las diferencias de costos de entre un 35% y un 45% más caros respecto al no convencional norteamericano.

Pero el vaso medio lleno es que esa diferencia no es tan significativa si se tiene en cuenta que se trata de una industria nueva que tiene mucho de aprendizaje por delante.

El lado oscuro de la ecuación es que esa diferencia representa un costo extra de 5 a 7 millones de dólares por pozo. Con lo cual este año, si se termina con 500 nuevos pozos en la Cuenca Neuquina, ya son 3,500 millones de dólares por año.

Pero si la industria sostiene el objetivo de llegar a los 1.5 millón de barriles, ya se está hablando de la necesidad de contar con cerca de 10.000 pozos al año, es decir hasta 7,000 millones de dólares por año de diferencia en capex.

Pero la preocupación principal, porque la industria tiene poco por hacer, es el acceso al capital para lo cual la industria no puede darse el lujo de tener costos más altos. Sin embargo, es necesario repartir la responsabilidad de forma «pareja» en cuatro componentes: logística, impuestos, personal y la falta de competencia y escala.

Vaca Muerta, posible gracias al convencional

Con un fuerte énfasis en la necesidad de trabajar de forma conjunta, los principales directivos y los gobiernos reafirman que la única manera de cerrar esa brecha es que Nación, provincias, municipios, sindicatos, operadoras, compañías de servicios, todas estén en el mismo barco discutiendo acciones para mejorar la competitividad.

El presidente de la CEPH, Carlos Ormaechea, y el gobernador de Neuquén, Rolando Figueroa.

El panorama no deja de lado la situación aún más compleja de los yacimientos convencionales, un sector que, si bien tiene una discusión «más áspera» en términos de rentabilidad, es clave para la industria. Es que, como se insiste en el sector, no hay futuro energético de Vaca Muerta sin la supervivencia y el crecimiento del convencional.

Pero no es solamente que las refinerías de la Argentina todavía dependen en gran medida del petróleo convencional para su abastecimiento, sino que aún los campos maduros aportan el 40% de todo el petróleo que se produce en el país, sin el cual las posibilidades de exportaciones y la balanza energética en récord de superávit, en torno a los 6.000 millones de dólares para este año, serían mínimas.

Con todo, se enfatiza que se trata de un problema de crecimiento que implica pasar de un paradigma de «administrar la escasez» a uno de «administrar la abundancia», pero que tiene como requerimiento necesario contar con una macroeconomía ordenada, sin inflación, con un tipo de cambio predecible y precios que respondan a los costos con reglas de juego estables y creando las condiciones para tener precios libres.

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