El crecimiento que en los últimos años registró la formación de Vaca Muerta generó un cambio de expectativas productivas y sociales en toda la provincia de Neuquén y en particular en ciudades que han vivido la transformación en primera persona como Añelo, considerada la capital del shale.
El veloz desarrollo del gas y el petróleo no convencional que en la corta historia de Vaca Muerta recibió inversiones por unos US$ 25.000 millones, generó dos caras de una misma realidad.
Por un lado, la acelerada puesta en valor de los recursos naturales que permiten avizorar en el corto plazo el autoabastecimiento de la Argentina y una gran participación exportadora, pero por el otro la deuda social con la ciudad que es cabecera de las principales operaciones de hidrocarburos.
El crecimiento de producción, la llegada de decenas de grandes petroleras, cientos de empresas proveedoras, y miles de nuevos trabajadores de todo el país generaron una demanda de infraestructura urbana y social que no se pudo atender de manera adecuada durante años.
Esa situación de contrastes generó un malestar social en quienes esperaban que la riqueza de Vaca Muerta derramara en educación, salud, viviendas y servicios básicos de agua, gas y electricidad.
A principios del 2000, Añelo tenía apenas 500 familias; para 2010 la población ya era de 10.000 residentes permanentes, que según datos del censo 2022 treparon a más de 17.000, que la convirtieron en la localidad que más creció demográficamente en el país.
A ellos se suman 25.000 personas que ingresan de lunes a lunes a trabajar en las áreas en desarrollo, y los anuncios de inversiones permiten proyectar un flujo constante para los próximos años que será necesario atender.
Mientras tanto, el crecimiento de población y del comercio que trae aparejado también implicó otros desafíos: muchos precios -especialmente de viviendas y servicios- se pactan directamente en dólares, ya que los pagan las propias empresas que contratan para sus trabajadores.
Así, se pueden alquilar departamentos por 1.000 dólares al mes de dos ambientes, a un precio similar al de Puerto Madero.
Una ciudad que espera su infraestructura
A cien kilómetros al noroeste de la ciudad de Neuquén, ingresar a Añelo sorprende al visitante. En lugar de un entramado urbano en desarrollo y con infraestructura acorde a la riqueza sobre la que se erige, el paisaje es el de precariedad e improvisación que hicieron que quienes viven sobre la segunda reserva mundial de gas y la cuarta de petróleo, no puedan acceder a servicios básicos.
A principios del 2000, Añelo tenía apenas 500 familias; para 2010 la población ya era de 10.000 residentes permanentes, que según datos del censo 2022 treparon a más de 17.000, que la convirtieron en la localidad que más creció demográficamente en el país.
Ese descontento que se advirtió en los últimos años en numerosos cortes de rutas por parte de habitantes de la ciudad explica todos los planes de reparación que se prometen desde los gobiernos comunal, provincial y de la Nación.
Allí, lo urgente es avanzar con redes de gas en la meseta, con electrificación en los nuevos loteos y ampliar la cobertura en materia de agua y saneamiento, para todos los vecinos.
A la vez, se requieren nuevas viviendas para las decenas de familias que llegan mes a mes a la zona, nuevas escuelas para sus hijos, nuevos puestos de atención sanitaria y calles y caminos asfaltados. Luego de la experiencia de Loma de la Lata en la década del 80 cuando en la zona comenzaron a verse los primeros campamentos de trabajadores, el boom de Vaca Muerta poco puede compararse.
Ya hace más de 10 años la ciudad pretendió proyectar su crecimiento con el desarrollo de un Master Plan con diferentes obras para acompañar la actividad hidrocarburífera que nunca pudo concretar por la falta de financiamiento provincial y nacional.
Hoy se reclama que la ciudad cabecera de Vaca Muerta sea prioridad de las nuevas autoridades comunales y de Neuquén, pero lo mismo se puede hacer extensivo a otras localidades como Centenario, Rincón de los Sauces, Aguada San Roque, Los Chihuidos, Plottier, o San Patricio del Chañar, entre otras.
Otro de los problemas notorios en Añelo, es la falta de mantenimientos de los caminos, entre los que se destaca la ruta provincial 7 que une con la ciudad de Neuquén, o la ruta 51 que atraviesa varios de los principales bloques en producción o los caminos de tierra utilizados por la industria hidrocarburífera, cuyo estado no sólo genera demoras y accidentes sino demasiado polvo en suspensión durante todo el día.
Es que a la zona ingresan alrededor de 1.800 camiones diarios que transportan arena de fractura y al menos otros 8.000 vehículos de transporte de trabajadores.
Para todas las obras necesarias, resultan largamente insuficientes los fondos que Añelo recibe por el 0,8% de coparticipación de la provincia definido cuando contaba con apenas 500 habitantes, incluso por debajo de los ingresos que el municipio percibe por la regulación del Parque Industrial que desarrolló, pero lejos de permitir afrontar las obras grandes que están en discusión.
Hoy la expectativa con el cambio de autoridades provinciales es lograr un fondo de reparación que permita el desarrollo de la infraestructura social y productiva acorde con la riqueza que promete Vaca Muerta.