En Argentina se produce aluminio con valor agregado, a pesar de que prácticamente no hay explotación minera. Una radiografía del ciclo productivo de este insumo, tras el vuelco en la política exterior de Estados Unidos.
En materia de metales preciosos, Argentina puede calificarse como un país exportador, pero no industrializador. Pero en los metales como el acero o el aluminio funcionan de forma contraria: el país importa materia prima y la industria siderúrgica local la transforma para su venta.
Esto se ve claramente en la balanza comercial minera: el 75% de la exportación es oro y el 90% de la importación son materiales ferrosos o de donde se obtiene aluminio. Incluso este último es el que mayor espacio ocupa de la franja, con el 49.9% del total de lo comprado al exterior.
El ciclo del aluminio recibió una mala noticia durante los primeros días de febrero. La gestión de Donald Trump confirmó que les sumará impuestos a todos los productos importados de acero y aluminio, incluidos los argentinos, siendo esta la primera tasa de impacto directo para el país.
El impacto en la siderurgia local es directo. Todo el aluminio argentino que ingrese a Estados Unidos tendrá un recargo del 25% y cuando le consultaron al flamante presidente si había alguna excepción por su buena relación con Milei dijo que no porque “hay un pequeño déficit” en la balanza comercial local.
Pocas horas después del anuncio, las acciones de Aluar, la mayor empresa de producción de aluminio en Argentina, bajaron casi un 3%, aunque la medida recién estará vigente a partir del 4 de marzo.
No está claro cómo se traducirá esto en la producción local de aluminios. Si bien parte de lo que se genera en el país tiene como destino el mercado interno, más del 60% va al exterior que tiene un gran impacto económico.
Argentina es el séptimo vendedor de este metal al mercado de Estados Unidos y en 2022 generó 751 millones de dólares por esto.
Aluminio, el mineral más importado del país
La producción de aluminio y aceros es una de las pocas en las que el país compra materia prima y vende el producto ya refinado y listo para su utilización.
Según el último informe de la Secretaría de Minería de la Nación, en diciembre de 2024 se importaron 144 millones de dólares en minerales metalíferos para estas industrias.
Del total, el que mayor porcentaje representa es la alúmina calcinada, que representó el 49,9% del total de importaciones, con 71,8 millones de dólares solo en diciembre. El resto fue de hierro en distintos formatos, con el que se termina haciendo acero, especialmente para el consumo interno.
El principal comprador de minerales y fabricante de aluminio es Aluar, empresa ubicada en Puerto Madryn, Chubut. Fue esta firma la que impulsó una suba en la cantidad de minerales importados durante el cierre del 2024.

Para el país sigue siendo una necesidad comprar al exterior, ya que no hay yacimientos desarrollados a nivel local que lo produzcan. El mineral que se usa es la bauxita, que encuentra en zonas sedimentarias y es un óxido de aluminio.
Los países de donde se extrae la mayor parte de este recurso son Brasil, China, Australia y Nueva Guinea. Argentina no importa el mineral crudo, sino que el grueso llega como alúmina calcinada.
Durante años se buscó yacimientos de minerales de aluminio en el país y lo cierto es que se han determinado zonas con riqueza en el noreste del país, en especial Misiones. Allí dieron con algunas zonas que podrían tener tanto la calidad como cantidad de reservas, aunque nunca hubo desarrollo de los depósitos.
Hasta el momento en el país no hubo interés de inversores en empezar a trabajar en estas zonas. La mayor parte de la importación de mineral llega de Brasil, que tiene un fuerte desarrollo en este sector.
Algo que podía inclinar la balanza para la producción nacional de minerales de aluminio era que el mercado internacional del aluminio podía crecer. Pero lo cierto es que las medidas de Donald Trump apuntan a un esquema muy distinto de los mercados, buscando desincentivar la compra de industrias como la local o incluso la de China, para darle prioridad a su propia siderurgia.