Argentina adjudicó una licitación para instalar sistemas de almacenamiento de energía eléctrica a gran escala que refuerce la confiabilidad de la red. El proyecto ofrecerá un aprendizaje clave para el sector energético local y sentará las bases para futuros nodos críticos en todo el país.
Por primera vez, Argentina implementará un proyecto de almacenamiento de energía eléctrica de gran escala, denominado Alma GBA, una iniciativa inédita en el país, aunque con antecedentes en otras regiones del mundo.
El proyecto se enmarca en la necesidad de reforzar la confiabilidad del Sistema Argentino de Interconexión (SADI), paliando las restricciones de transmisión que afectan al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde se concentra cerca del 40% del consumo nacional.
La iniciativa busca enfrentar los picos de demanda durante los meses de mayor consumo, particularmente en verano, sin generar electricidad nueva, sino utilizando baterías que almacenan energía cuando la demanda es baja y la devuelven cuando la red está más exigida.
La meta oficial era que para 2026 hubiera muy pocos cortes, además de blindarse para 2027 y 2028. Sin embargo, se estima que en 2026 casi ningún proyecto estará operativo y que la mayor parte entrará en servicio en el verano de 2027.
Su instalación demandaría entre 12 y 18 meses, por lo que estaría operativa recién a principios de 2027.
Según Juan Pablo Zagorodny, consultor experto en tecnologías BESS e hidrógeno para Fichtner y GreenSinnergy, “el objetivo central de estos sistemas es aportar confiabilidad a la red, dado que las líneas de transmisión que llegan al AMBA presentan limitaciones que impiden que toda la energía generada llegue sin cuellos de botella a la zona de mayor demanda. En momentos críticos, el abastecimiento podría volverse inestable”.
Funciona como un ‘pulmón’ para un sistema eléctrico que atraviesa cuellos de botella y permite soluciones rápidas frente a picos de demanda.
En paralelo, Marcelo Álvarez, director de Estrategia y Relaciones Institucionales de Coral Energía, explica que “Argentina lleva tres décadas sin realizar inversiones significativas en infraestructura de redes eléctricas, lo que afectó no solo la generación, con capacidad térmica vieja e ineficiente, sino también el transporte y la distribución«.
«Una forma rápida de mitigar estas carencias es instalar sistemas de almacenamiento de energía, que funcionan cargándose cuando hay exceso de generación e inyectando electricidad en picos de demanda”.

Por su parte, Diego Werner, director técnico de Aires Renewables, resalta que “Alma GBA es la primera licitación formal en Latinoamérica y representa un salto tecnológico para el almacenamiento de alta potencia en baterías de litio hierro-fosfato (o “LFP”), a un valor de competencia suficientemente bajo».
«Funciona como un ‘pulmón’ para un sistema eléctrico que atraviesa cuellos de botella y permite soluciones rápidas frente a picos de demanda”.
Álvarez señala que “el almacenamiento es más rápido y sencillo que construir nuevas líneas de transmisión, aunque no reemplaza la necesidad de reforzarlas si se quiere transportar energía renovable desde el norte o sur del país”.
Werner enfatiza el valor estratégico de la inversión privada: “La inversión es 100% privada: el Estado no puso fondos, pero logró un esquema para atacar el problema de los cortes sin gastar recursos públicos. Seguramente los costos se trasladarán, a través de Edenor y Edesur, al usuario final, el consumidor de la energía”.
Cómo funcionan los sistemas de almacenamiento y su impacto en la red
Los sistemas BESS (Battery Energy Storage Systems) que formarán parte de Alma GBA tienen una duración típica de descarga de cuatro horas. La carga y descarga se planifican para los momentos críticos: la batería se carga cuando la demanda es baja, generalmente durante la madrugada, y se descarga durante los picos de consumo, como en la tarde-noche o al mediodía en días de calor o festivos.
Zagorodny aclara que “las baterías no están funcionando todo el tiempo; actúan como un ‘servicio de guardia’, siempre disponibles para reforzar la red en picos de demanda y evitar cortes de luz”.
El régimen de carga y descarga está definido en los pliegos de licitación. Se cargan con energía convencional —no es necesario esperar sol o viento— y se recargan rápidamente según el excedente disponible. Se prevé un ciclo diario.
Álvarez explica que “los sistemas funcionan como una UPS: evitan cortes salvo que la magnitud del déficit sea demasiado grande. En la mayoría de los casos, mitigarán los cortes suplementando la oferta durante cuatro o cinco horas hasta que vuelva la energía normal».

«Se prevé que este modelo se replique en otros nodos críticos del país, ya que hubo gran oferta y es más barato que generar con combustión de combustibles fósiles, que además arrojan emisiones”.
Esta capacidad de estar disponibles cuando se las necesita también es clave para integrar fuentes de energía renovable, que dependen del viento o del sol y no producen de manera constante.
Álvarez agrega: “Los sistemas de almacenamiento son indispensables para una alta penetración de renovables. Cuando hay fuentes variables, como eólica o solar, se necesita almacenar electricidad para gestionar la oferta y no depender del momento de generación. Toda matriz eléctrica con un porcentaje elevado de renovables requiere almacenamiento”.
Algunas mineras en la Puna de Salta y Catamarca —aisladas de la red— instalaron baterías para garantizar energía limpia a pedido de sus clientes, que exigen menor huella de carbono en sus productos
Werner añade: “La licitación marca un aprendizaje para el sector renovable local. Los IPP (Independent Power Producers) que ingresaron al mundo renovable son generadores de capitales locales, capaces de mitigar el riesgo argentino y adquirir experiencia en el uso de baterías”.
Primera licitación formal
El proyecto Alma GBA es la primera licitación formal para instalar almacenamiento de energía a gran escala en la red eléctrica. Hasta ahora, solo había experiencias aisladas, como en zonas mineras del NOA, donde se instalaron baterías para garantizar suministro limpio y confiable a clientes específicos.
“Algunas mineras en la Puna de Salta y Catamarca —aisladas de la red— instalaron baterías para garantizar energía limpia a pedido de sus clientes (offtakers) que exigen menor huella de carbono en sus productos”, dice Zagorodny.
“Se prevé que este modelo se replique en nodos críticos del resto del país —noreste, Córdoba, Santa Fe, Mesopotamia—, ya que hubo gran oferta. Por lo tanto, es probable que rápidamente se instale almacenamiento en otras zonas críticas, donde resulta más barato que generar con combustión interna”, sostiene Álvarez.

Zagorodny destaca que “la licitación de AlmaGBA recibió 1.300 MW de ofertas, mucho más que los 500 MW planificados, y se adjudicaron 667 MW. Esto demuestra el interés del sector privado en invertir en infraestructura energética en Argentina, que combina aprendizaje tecnológico con mitigación de cortes”.
Características de operación y escalabilidad futura
La construcción no es compleja: todo viene integrado en contenedores (en general de 40 pies, aunque varía según el proveedor). Cada contenedor ofrece aproximadamente 5 MWh (energía), de modo que un parque de 50 MW (potencia), con 200 MWh (energía) para 4 horas, necesita 40 contenedores.
No se requieren grandes obras de infraestructura –excepto quizás en la estación transformadora–, sino logística y puesta en operación.
En la práctica, estas plantas pueden ocupar algunas hectáreas y se ubican cerca de estaciones transformadoras. Las baterías más utilizadas son las de litio hierro-fosfato (LFP), químicamente más estables y capaces de soportar entre 7.000 y 8.000 ciclos, lo que asegura una vida útil cercana a los 20 años con un ciclo diario.
Impulsada por el gobierno, pero con contratos directos entre privados –principalmente con Edenor y Edesur–, AlmaGBA se alinea con la idea oficial de que Cammesa solamente regule e incentive las inversiones, aportando garantías de pago. “Son generadores privados los que invierten y construyen centrales de almacenamiento de distintos tamaños, desde 15 o 20 MW hasta 150 MW”, cuenta Werner.
En cuanto a regulación, Alma GBA se ajusta a normas internacionales de ingeniería eléctrica y al funcionamiento del SADI, aunque aún no existe un marco específico para BESS en Argentina.
Zagorodny señala que “sería conveniente avanzar con un paquete regulatorio similar al Proyecto de Ley de incentivo al hidrógeno verde, que hace unos días fue aprobado en la Cámara de Diputados, y que básicamente extiende los beneficios del RIGI, dado que son inversiones de largo plazo, con plazos de ejecución más extensos”, buscando generar previsibilidad para futuros proyectos.
En materia normativa, Cammesa terminará creando normas de procedimiento para la conexión y protocolos operativos, más que un marco regulatorio específico. “Al principio cada proveedor aplicará su propio protocolo, pero con el aprendizaje se estandarizarán los pasos. Cammesa busca resolver el problema inmediato y aprender cómo gestionar esta tecnología”, dice Álvarez.
Almacenamiento: contexto global y regional
Chile fue pionero en la región, instalando baterías en operaciones mineras del norte incluso cuando predominaban las de plomo-ácido, y actualmente es el país más avanzado de la región en sistemas BESS de litio, con unos 1100 MW de BESS en operación, principalmente en la región Antofagasta.

En la primera mitad del año entraron en operación “BESS del Desierto” (200MW/800MWh) y BESS Capricornio (48/264 MWh), sumándose a los 886 MW de BESS que ya estaban operativos, y con un pipeline de más de 14 GW de proyectos en desarrollo.
Hoy los BESS de litio crecen exponencialmente en todo el mundo: según reportes de la Agencia Internacional de Energía, desde 2023 se duplicó la cantidad de proyectos instalados. China tiene dominio global absoluto en este segmento, ya que convirtió las baterías en industria estratégica, ligada también a la movilidad eléctrica, y alcanzó economías de escala masivas.
En apenas 10 años, los costos cayeron de 700–800 USD/kWh a menos de 100 USD/kWh. China repitió con las baterías lo que hizo con paneles solares y aerogeneradores: dominó la industria a nivel global, lo que abarató los productos, pero también llevó a la quiebra a muchas empresas occidentales.