La suspensión de las negociaciones entre Aerolíneas Argentinas y los gremios que nuclean a los trabajadores de la empresa, no hace más que profundizar un conflicto cuya resolución está lejos de ver la luz en el final del túnel.
Tal vez, en el contexto de los reclamos versus la posición de Aerolíneas Argentinas, se ha dado en estos tiempos un cambio sustancial en las condiciones que rodea a ese “tira y afloje” de siempre en toda discusión salarial.
Los gremios, durante gran parte de los últimos años, a partir de la cercanía con el gobierno de turno, manejaron las cuestiones salariales de manera tal que, más tarde o más temprano, la empresa terminaba cediendo, al menos a gran parte de las exigencias de los empleados.
Ahora, se enfrentan a un gobierno que no negocia por encima de sus pautas y eso hace que se entre en una espiral de conflicto sin fin. Donde cada una de las partes no solo no cede, sino que refuerza su estrategia, subiendo la apuesta con más medidas.
Y si bien todos los sindicatos están involucrados en los reclamos, algunos de ellos acordaron con la empresa una recomposición salarial y se mantienen al margen de la toma de decisiones gremiales, aunque se ven directamente afectados por la posición adoptada por el resto.
Pero son los pilotos, nucleados en la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), los que llevan adelante las medidas más fuertes del conflicto con la conducción de la empresa.
Por el lado del gobierno, no solo recurrieron a la expulsión del titular de APLA, Pablo Biró, del Directorio de la empresa, sino que lo denunciaron ante la justicia, a la vez que despidieron a tres pilotos que se negaron a trasladar un avión a Brasil.
La medida, extrema en cuanto a que no había antecedentes de este tipo, fue luego revertida por la justicia, que obligó a reincorporarlos. No obstante el hecho reveló hasta dónde estaba dispuesto a llegar el Gobierno en esta “pelea”.
Mientras, los pilotos contratacaron con el inicio de una serie de medidas de fuerza encubiertas con la realización de “asambleas informativas” que obligó a cancelaciones de vuelos con perjuicio para miles de pasajeros.
Esta situación les jugó en alguna medida en contra, porque provocó el rechazo de los usuarios, que dirigieron su “bronca” por quedarse sin volar, no contra Aerolíneas, sino contra los pilotos. Entonces decidieron cambiar de estrategia y apuntar a otro talón de Aquiles de la empresa: la habilitación de sus pilotos.
En suma, un juego de ida y vuelta con los usuarios en el medio y con la privatización de la compañía avanzando en el Congreso, que se dirige hacia un punto de eclosión inevitable, de mantenerse la línea de conflicto actual.
Los pilotos deben cada seis meses, recurrir a los simuladores de vuelo que la compañía posee en Ezeiza para poder seguir contando con la habilitación pertinente que les permita poder estar al mando de una aeronave.
Si no efectúan este procedimiento, no pueden volar y eso ocasionó que gran parte del plantel de pilotos, sobre todo los afectados a la flota de Airbus 330-200 a cargo de los servicios de larga distancia, no estuviesen en condiciones de ejercer sus funciones.
Esto derivó en cancelaciones de vuelos, sobre todo a Roma, Madrid y Miami, y a tener que realizar algunos vuelos, como por ejemplo Cancún y Miami con un avión de menor porte, con la consecuencia lógica de tener que reubicar a pasajeros en vuelos de otras compañías.
Una vez más el perjuicio, además de a la compañía, recayó también en los pasajeros, por lo que de fondo, a medida tuvo el mismo efecto que las anteriores.
El último acto de este drama actoral, lo puso en escena Aerolíneas al suspender las negociaciones salariales hasta tanto los pilotos no levanten esas medidas.
Aleatoriamente, el Gobierno tomó otras medidas destinadas también a otros gremios, como por ejemplo habilitar a que cualquier empresa aérea o no, que cumpla con los requisitos, pueda prestar los servicios de rampa.
Una decisión que apunta directamente a los trabajadores de Intercargo y que derivó, por ejemplo, en que el día del paro de todo el transporte del último 30 de octubre, Intercargo decidiera prestar servicio, ante la posibilidad de que Flybondi asistiese a Jetsmart, bajando así el nivel de afectación de la medida de fuerza.
En suma, un juego de ida y vuelta con los usuarios en el medio y con la privatización de la compañía avanzando en el Congreso, que se dirige irremediablemente hacia un punto de eclosión, de mantenerse la línea de conflicto actual.
Cómo afecta el conflicto la posibilidad de privatización de Aerolíneas Argentinas
En cuanto a las posibilidades de privatización, las cosas no están muy claras. Opiniones recogidas durante el último ALTA Forum realizado en Nassau, Bahamas, indicaban por un lado, que es el único camino para la subsistencia de la compañía. Aunque por el otro advertían que, en las condiciones actuales nadie estaría dispuesto a asumir el desafío.
Se habló y mencionó a empresas sudamericanas como por ejemplo Avianca, la segunda aerolínea más relevante de la región. También de las brasileñas Azul Airlines y GOL.
En el caso de Azul en off señalaron que no están interesados en “meterse” en Aerolíneas. Gol forma parte del Grupo ABRA, junto a Avianca, pero tampoco han manifestado interés en una empresa sobredimensionada y con conflictos permanentes.
La línea aérea de bandera pierde plata sistemáticamente desde que pasó a manos del Estado, en 2008. Si bien los quebrantos se redujeron en la gestión de Mauricio Macri, nunca salió de los números rojos. El año pasado, la empresa perdió US$400 millones, que fueron solventados por el Tesoro.
Con vistas a mejorar las cuentas de la empresa, el presidente de Aerolíneas Argentinas, Fabián Lombardo, anunció recientemente que la dotación de personal de la línea de bandera se redujo en un 13% respecto de fines de 2023.
También informó que redujo el déficit operativo en un 70% en el primer semestre, de US$272 millones a US$79 millones. La empresa, sin embargo, sigue perdiendo plata.
Es altamente improbable que el sector privado quiera desembarcar en la línea aérea de bandera con este panorama. La empresa no sólo tiene quebrantos periódicos, sino que conviven en ella cinco gremios.
No obstante, el Gobierno sigue avanzando hacia su objetivo y recientemente, junto al PRO y la UCR, logró aprobar en comisión la iniciativa para la venta total de la compañía. Hubo otros dos dictámenes: el de Unión por la Patria, que se opone al proyecto, y el de Encuentro Federal junto a Democracia para Todos.
La puja es constante y de final incierto. Mientras, los pasajeros siguen sufriendo las consecuencias.